Ella
No puedo explicarlo, pero por alguna razón, el tierno cuidado de Sinclair me perturba más que si estuviera enojado. Me ha llevado un tiempo volver a ser yo misma: a medida que la niebla de mi shock se disipaba y la absoluta seguridad de estar con Sinclair descongelaba mis sentidos congelados, mis emociones comenzaron a regresar lentamente. Solo que no las que esperaba.
¿Quiero que él esté enojado? me pregunto. ¿Por qué? ¿Porque de alguna manera me duele que no parezca importarle que lo desafié? ¿Porque me siento mal por romper sus reglas y quiero ver que no eran solo para mostrar? ¿Porque estoy tan enojada conmigo misma por lo que sucedió esta noche y siento que merezco ser castigada?
No tengo las respuestas a estas preguntas, aunque sospecho que todas mis teorías tienen algo de verdad. De cualquier manera, me encuentro buscando una discusión en lugar de dejar que él me consuele.
Sinclair suspira, aunque aún no me suelta por completo. -No quería preocuparte-, explica, con su apuesto rostro convertido en una máscara dura. -Solo ha habido uno hasta ahora, y sabes que he estado preocupado por tus niveles de estrés.
-¿Es por eso que te llamaron el otro día?- pregunto, ahora tiene más sentido su repentina desaparición de la cocina.
-Sí-, confirma, -fue horrible, sinceramente. Casi una docena de muertos a plena luz del día y el doble de heridos. No olían como los mismos lobos que estaban en el callejón contigo esta noche, pero estoy seguro de que fueron contratados por la misma persona.
-¿El príncipe?- adivino, cambiando la posición de la bolsa de hielo mientras mis dedos se van entumeciendo gradualmente.
-Así es-, asiente Sinclair. -Los he estado buscando desde entonces, pero creo que probablemente los está protegiendo.
-¿Buscarás a los que vinieron tras de mí esta noche?- murmuro, sin entender la repentina sed de sangre que siento. Debe ser mi instinto maternal respondiendo a la amenaza contra mi cachorro. Nunca antes había deseado la muerte de alguien, sin importar lo que me hayan hecho, pero no deseo nada más que ver a Sinclair destruir a esos lobos crueles.
Sinclair asiente. -Los perseguiré y los destrozaré por completo-, gruñe, dejando salir más de su lobo de lo que creo que pretendía.
Me sorprende darme cuenta de que estoy sonriendo ante una idea tan macabra. Francamente, me sorprende poder sonreír por algo tan pronto después del ataque, incluso si es una sonrisa sombría. De cualquier manera, el estiramiento de mis labios tira de mi herida y pronto mi sonrisa se convierte en una mueca de dolor. -Ay, ay, ay.
Sinclair hace clic con la lengua. -pobre, malvada, querida-, murmura, apoyando su frente contra la mía y acariciando mis costados.
-¿Es terrible que les desee daño?- susurro, mirando fijamente sus ojos verdes, a escasos centímetros de los míos.
-Por supuesto que no-, promete Sinclair, sonriendo ahora, -realmente te estás volviendo más como una loba cada día.
Un doloroso pinchazo florece en mi pecho. Parece tan contento cada vez que hago algo que él considera propio de un lobo. Puede que solo esté feliz de que el cachorro esté creciendo, pero realmente parece que no aprueba mi humanidad, como si quisiera que fuera una loba y aceptará cualquier comportamiento que pueda obtener. Me estoy perdiendo en mis pensamientos ahora, pero Sinclair pronto vuelve a centrar mi atención en él.
Enmarcando mi rostro con sus manos pero teniendo cuidado de no tocar mi moratón, me insta: -¿Te gustaría decirme por qué te escapaste esta noche, después de todo por lo que pasamos el otro día?
Le miro de reojo desde debajo de mis pestañas. -¿Estoy en muchos problemas?
-Solo responde a la pregunta, Ella-, me reprende. Parte de mí desea que me diga que estoy en problemas, si lo estoy significa que no ha renunciado a mí. Pero me preocupa cuando se vuelve estoico e impenetrable. Puedo manejar su enojo, su sombría contemplación me hace temer que decida que no valgo la pena y rompa nuestro trato, quitándome el bebé.
-Solo necesitaba una noche lejos de todo esto-, comparto, haciendo un gesto hacia nuestro entorno. -Necesitaba sentirme humana de nuevo, solo por un rato. Y pensé que estaría bien ya que nos estábamos quedando en territorios y negocios humanos. No sabía sobre el otro ataque.
Revuelvo los ojos, volviendo a la puerta. -He tenido experiencias traumáticas antes y siempre me las he arreglado bien, con pesadillas o sin ellas.
-Entiendo eso, pero ya no tienes que superarlo sola-, contraataca Sinclair, sus pasos sonando detrás de mí.
-Y entiendo que tal vez no quieras dejar al cachorro fuera de tu vista después del ataque, pero si quieres que evite el estrés, entonces necesito espacio para procesar esto-, respondo, tratando de empatizar con su perspectiva.
Prácticamente puedo escuchar cómo busca otra excusa, antes de finalmente abandonar la pretensión y ordenar. -Ella, lo siento, pero no puedo permitir eso.
-¿Perdón?- me burlé, volteándome para enfrentarlo.
Está parado a unos metros de distancia, apretando y aflojando los puños mientras el músculo de su mandíbula tiembla de agitación. Algo en su comportamiento me hace pensar que esto no tiene nada que ver con mis posibles pesadillas, o sus propios instintos posesivos. Tengo la intuición clara de que me está ocultando algo, como el primer ataque de los renegados.
Entrecierro los ojos, frunciendo el ceño, sintiendo una inexplicable ola de intuición de que no todo es como parece. -¿Qué no me estás diciendo?
-¿A qué te refieres?- pregunta Sinclair impasible.
-Me refiero a que ya estabas en un frenesí de seguridad antes de que hubiera un ataque de los renegados, y a menos que seas un tirano completo y estés decidido a controlarme, todas estas precauciones deben significar que tienes otra razón para tener miedo. No creo que seas un tirano, a pesar de tu impresión en ocasiones, así que ¿qué no me estás diciendo?- Ahora que lo veo, parece tan obvio. No sé cómo no me di cuenta antes.
-Está bien-, suspira, pareciendo como si estuviera a punto de dictar mi sentencia de muerte. -Lo siento, Ella, pero realmente había alguien en tu habitación la otra noche.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Alfa Dom y Su Sustituta Humana