Ámame otra vez romance Capítulo 15

Tú no sabes lo que es el amor

Larry esperó en el hangar privado de la familia Cameron a que el avión que traía a Blake desde Barcelona aterrizara. Se había sorprendido mucho cuando su primo le había llamado y pedido que viniera por él, en un principio pensó que la razón era la foto que le había enviado de Hope, pero ahora que lo veía bajar por las escaleras, dudaba mucho que ese fuera el motivo.

A Blake no le podría afectar tanto mirar aquella foto a menos que…

¡Demonios, lo sabe!, pensó.

Y el rostro de Blake estaba pálido y demacrado, bajo sus ojos se notaba unas ojeras muy pronunciadas, algo que le asustó, en todos sus años juntos, él jamás se había mostrado tan abatido y destruido como en ese momento.

—¿Blake? —llamó.

—No preguntes nada y llévame a casa, necesito algo fuerte —pidió.

—Te ves fatal —dijo sin poder evitarlo.

—Me siento peor de lo que me veo, Larry —confesó abriendo sus ojos.

—¿Tu madre? —preguntó de repente, creyendo que el caso de Tessa no tendría arreglo.

—Hope, Hope —pronunció antes de volver a cerrar los ojos.

Larry decidió no interrogarlo más por el momento, manejó de regreso a la casa Cameron en completo silencio, mirando de vez en cuando a Blake por el retrovisor, sus ojos se deslizaron por el cuerpo de su primo, hasta encontrarse con la mano vendada y ligeramente manchada de sangre.

¡Mierda! ¡Mierda!, pensó.

—Llegamos —anunció.

Blake no respondió, abrió la puerta del auto y bajó con rapidez, caminó con prisa al interior de su lujosa y vacía mansión y la verdad fue como un baldazo de agua fría sobre su cuerpo.

Lágrimas de impotencia y culpa se derramaron de sus ojos.

«¡Estoy embarazada!»

Aquellas dos palabras lo hicieron caer de rodillas, él pudo ser el puto amo del mundo, pero decidió ser un gilipollas, un imbécil que creyó en una operación antes que en la mujer que dijo amar con locura.

—¡Aaah! —el grito que salió de sus labios hizo estremecer a Larry, quien entró corriendo para encontrarse con la peor versión jamás vista de su primo.

—¿Blake? —preguntó con premura.

—Soy un imbécil, tenías razón, Larry, tenías toda la m*****a razón. ¡Debí escucharla, debí creer en ella! —soltó, llevándose una mano al pecho, justo donde latía su corazón.

Larry cerró los ojos.

—Cálmate, Blake —le dijo.

—No pidas eso, Larry.

—No conseguirás nada con estas lamentaciones, te equivocaste, ahora tienes que rectificar tus errores y buscar su perdón.

—Me odia, Larry tiene toda la m*****a razón para hacerlo. ¡La desprecié llevando a mi hijo en su vientre! —gritó—. Soy un canalla.

—Pues, ahora tienes que ser un hombre y hacer frente a las consecuencias —dijo, Larry, camino al minibar, cogió una botella y dos copas, aunque dudaba que Blake necesitara una…

—Déjame solo, Larry —pidió al ver la botella de whisky sobre la mesita.

—No voy a dejarte, ya te has equivocado una vez, no quiero que continúes por ese mal camino; grita, llora, lamenta todo lo que has perdido, por hoy. Y levántate y lucha por ganarte su perdón —dijo Larry.

Sin embargo, Blake quería más que el perdón de Hope y de su hijo.

Los siguientes días, Larry no se separó del lado de Blake, temía dejarlo solo y que el hombre cometiera una estupidez, sin embargo, no había podido impedir la locura de venir a buscar a Hope ese viernes por la noche.

—Estás loca, volvamos a casa —pidió Larry halando el brazo de Blake para llevarlo de regreso al auto.

—Déjame intentarlo, Larry —dijo.

Blake no había dejado de beber desde que regresó de Barcelona, las palabras dichas por Diego, perdieron el efecto mágico que le había hecho regresar. Darse cuenta de lo que era y lo que había hecho le superaba en más de un sentido.

«¡Estamos esperando un bebé!»

El recuerdo de la voz cantarina y alegre de Hope, había sido como golpes día tras días. Blake estaba convencido de que no se podía ser más miserable que esto.

—Hope no estará feliz de verte —musitó Larry.

—No me importa, no importa si me desprecia hoy, volveré mañana y mañana, y todos los días que sean necesarios —afirmó.

Larry suspiró.

—Haz lo que te dé la puta gana.

Blake sonrió, se tambaleó con una botella de licor en las manos, antes de pedir al mariachi cantar “perdóname mi vida”.

Hope se despertó al escuchar el sonido de la música, se sorprendió al escuchar la canción, por un momento pensó que estaba soñando, hasta que escuchó la voz de Blake Cameron.

—¡Hope! ¡Hope! —gritó el hombre.

La mujer se levantó como un rayo, caminó hasta su ventana y con discreción abrió las cortinas, sus ojos se abrieron por la impresión de ver al hombre frente a un grupo de mariachis.

—¿Qué demonios? —preguntó al viento.

Hope cogió su bata y salió lo más rápido que pudo, quería evitar a toda costa que Matthew fuera testigo de aquella bochornosa escena.

—¿Qué es eso? —preguntó Chelsea mientras salía de su habitación.

—Blake se ha vuelto loco —dijo Hope caminando con prisa por el pasillo con Chelsea pegada a sus talones.

—¿Qué es lo que piensas hacer?

—Voy a echarlo de mi casa, eso es lo que haré —aseguró Hope con firmeza.

—¡Maldit4 sea! —gruñó Larry al ver a Chelsea salir con una cubeta de agua—. Será mejor que nos larguemos.

—¡No! ¡No lo haré!

Hope tomó la cubeta de las manos de Chelsea y se la lanzó, mojando a Blake y Larry en el proceso.

—Te lo advertí, Blake, no estoy para tus juegos ¡Lárgate de mi casa! —gritó.

Larry despidió a los mariachis, quienes habían sido testigos mudos de lo que allí pasó y se llevó a Blake al auto.

Los hombres estaban mojados de pies a cabeza.

—Quiero ver a Hope —insistió Blake.

Larry negó, lo acomodó en el asiento trasero y se lo llevó lejos de la mansión Morgan. Los dos parecían perros recién bañados.

—¡Hope! —gritó varias veces antes de caer rendido sobre el asiento trasero.

Larry se lamentó por la situación, quizá después de todo ya fuera muy tarde para Blake intentar conquistar el corazón de su esposa.

A la mañana siguiente, Hope se despidió de su madre y de Matthew.

—Esta tarde tenemos cita con el médico, pasaré por ti —anunció Hope, si alguno de ellos había escuchado el escándalo de anoche, ninguno lo mencionó, cosa que Hope agradeció.

—Estaré más puesto que un botón —aseguró Matthew.

Hope sonrió, volvió sobre sus pies y le dejó un beso sobre la frente.

—Te veo luego cariño —dijo.

—Te amo, mami.

—Y yo a ti, come todos tus vegetales —advirtió saliendo del comedor.

Hope llevó a las instalaciones de H&B un poco más temprano de lo habitual, quería avanzar en el trabajo para tener la tarde libre y poder ir de paseo con Matthew. Ser la presidente de la compañía no era cualquier cosa, pero ella no quería sacrificar las tardes con su hijo, no quería perderse ni un solo juego de fútbol o una salida al cine y si para eso tenía que entrar a trabajar horas antes que los demás lo haría gustosa.

Sin embargo, no esperó encontrarse con nada más y nada menos que Blake Cameron sentado en su oficina.

—¿Qué haces aquí?

—Necesitamos hablar —dijo Blake, poniéndose de pie.

—Tienes razón, necesitamos hablar sobre las condiciones de nuestro divorcio.

—¿Qué?

—Quiero el divorcio, Blake, no quiero seguir siendo tu esposa…

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