Ámame otra vez romance Capítulo 14

Soy un idiota

«Un hombre fértil» …

«Un hombre fértil» …

Aquellas palabras se repitieron como un mantra en la cabeza de Blake Cameron, el hombre no supo cómo salió de la clínica. En ese momento no sentía siquiera las piernas, o alguna parte de su cuerpo.

—¿Blake? —llamó Diego al verlo pálido y tembloroso.

—Soy un idiota —murmuró.

Blake ni siquiera se molestó en girar la cabeza para mirar a Diego, lo único que deseaba era volver a la ciudad de Los Ángeles y buscar a Hope.

¡A Hope y Matthew!

—Te llevaré al hotel —dijo Diego.

El hombre ni siquiera respondió, el trayecto al hotel fue en un profundo silencio, Diego podía imaginar cuál había sido el resultado de los exámenes, pero no se atrevió a preguntar. Solamente sabía que no le gustaría estar en ese momento en los zapatos del magnate norteamericano.

El tipo parecía un verdadero zombi, su semblante parecía palidecer más y más con el paso de los minutos, Diego llegó a pensar que iba a desmayarse en cualquier minuto, sin embargo, no fue así.

El abogado lo ayudó a subir hasta su habitación, no sabía si debía irse o quedarse y esperar a que Blake reaccionara de su shock.

—¿Estás bien? —preguntó ante el sepulcral silencio en la habitación.

—Déjame solo —pidió.

Diego dudó por un momento, salió en completo silencio, pero aguardó en el pasillo, en caso de que tuviese que intervenir. Blake se veía realmente mal.

Blake no sabía exactamente cuánto tiempo había pasado desde que salió de la clínica del urólogo, caminó hasta el ventanal de cristal y observó la ciudad de Barcelona, estaba tan lejos de ellos…

«Un hombre fértil»

Blake recordó con amargura las palabras del galeno, el hombre pasó el nudo que se había formado en su garganta, con manos temblorosas se mesó el cabello y el grito desgarrador que abandonó su garganta, fue conmovedor para quien llegó a escucharlo.

Diego se estremeció de pies a cabeza cuando las cosas empezaron a romperse.

Blake lanzó todo lo que estuvo a su alcance para sacar el dolor que lo consumía por dentro, se había equivocado de la peor manera. ¡Había sido un completo imbécil con Hope!

—¡Soy un idiota! —gritó. El sollozo que salió de su garganta fue lastimero.

Las piernas del magnate cedieron bajo su peso y cayó de rodillas al piso, sobre el desastre que ya había hecho, mientras los recuerdos acudieron a su memoria.

«¡Estoy embarazada!», le había dicho Hope con una sonrisa radiante aquel día.

—¡Aaah! —gritó, llevándose una mano sobre al pecho, el dolor estaba ahogándolo.

«¡Estamos esperando un bebé!», había repetido feliz, cuando él le preguntó, pensando que había escuchado mal.

Él se había alejado de Hope. ¡La había acusado de infiel! Aun cuando ella le había insistido que era el único hombre en su vida y no contentó con eso, había llamado bastardo a su hijo.

¡Su hijo!

Blake estaba seguro de que, si el infierno existía, ahora mismo él había descendido a él, estaba consumiéndose en el fuego de la culpa y el arrepentimiento.

—¡Blake! —llamó Diego, luego de que todo quedara en completa calma—. Blake ¿Estás bien? —insistió.

El magnate no respondió, perdido en sus pensamientos, consumido por el dolor…

Mientras tanto, en la ciudad de Los Ángeles, Hope miró a su hijo, Matthew le dedicó una ligera sonrisa mientras el doctor le revisaba la pierna herida.

—¿Cuándo volveré a jugar? —preguntó con impaciencia.

—Hay que reposar un poco más, si quieres ser un gran futbolista, debes aprender a seguir instrucciones y a ser paciente. Una lesión no se cura en un día, Matthew, ni es cualquier cosa —le recordó el médico.

El niño asintió

—Y todo por culpa del tipo que casi me atropelló —gruñó.

—Matt —le llamó la atención Hope.

—Quiero decir por mi descuido, no debí ir tras la pelota —rectificó de mala gana.

—Tienes que tener cuidado, Matt, cuando vayas al parque o estés en la calle, no puedes olvidarte de ser precavido.

—Tendré cuidado la próxima vez —aceptó.

—Es eso todo, señora Morgan, me gustaría verla la próxima semana.

—¿Necesita ver a mi madre o a mí? —intervino Matthew.

El doctor esbozó una ligera sonrisa al darse cuenta de que sus palabras estaban erradas.

—A ti, Matthew, quiero asegurarme de que todo marche bien con esa contusión. Ahora pórtate bien y no hagas esfuerzos innecesarios.

Hope agradeció al médico, tomó a Matthew en sus brazos y salió con el pequeño.

—Ya estoy muy grande para que me cargues así —se quejó el niño.

Blake se arrepintió en el mismo momento que abrió la foto, le dolía ver cómo ese hombre disfrutaba de lo que era suyo.

¡De lo que perdió por ser un idiota, arrogante! ¡Por no ser el hombre que Hope necesitaba tener a su lado!

—Blake —llamó Diego, tenía una copa de whisky en la mano que le ofreció al hombre, sentía que era lo que el magnate necesitaba para apaciguar su dolor.

—Tengo que volver —musitó.

—No lo harás así, Blake, tienes que serenarte. Además, aún tienes pendiente lo de tu madre —le recordó.

—Ni siquiera tengo cara para verla, ¿sabes cuantas veces me gritó lo equivocado que estaba? —preguntó—. ¿Sabes cuantas veces me dijo que iba a arrepentirme por lo que le hice a Hope?

—No, Blake, no tengo idea.

—Muchas veces y no se equivocó.

—Todos nos equivocamos, Blake.

—¡Pero no así! ¡No de la manera en la que lo hice yo! Traté a Hope como una cualquiera. No me importó el dolor que le estaba causando en ese momento y tampoco me importó si podía o no afectar su embarazo. ¡Me ensañé con ella! —gritó.

—Tienes que hacerte perdonar.

—Dudo que Hope me perdone alguna vez —musitó mostrándole la foto que había recibido de Larry.

—¿Es ella?

—Sí, y él es Matthew, mi hijo. El hijo que desprecie sin remordimiento, el niño que ha crecido sin mí, por mi estupidez.

—Se parece mucho a su madre —dijo Diego.

—Es mi hijo —susurró.

Diego golpeó con afecto el hombro de su amigo.

—Tengo un hijo de su edad, supe de su existencia hace muy poco tiempo. En un principio pensé que no iba a aceptarme, odiaba que me tratara de usted y me dijera, señor. Cuando Carolina y yo le confesamos que era su padre, él se mostró feliz. Quizá aún no sea tarde para ti, Blake. Quizá tengas la oportunidad de salvar tu matrimonio y recuperar a tu familia.

Blake quería, deseaba poder confiar en las palabras de Diego, quería pensar que tendría una segunda oportunidad para conquistar el corazón de su esposa y ganarse el perdón de su hijo.

—¿Tú crees que pueda lograrlo? —preguntó un poco más animado.

—Será un camino largo el que tienes que recorrer, tienes que hacer hasta lo imposible si los quieres de vuelta.

Aquellas palabras infundieron una nueva esperanza en el corazón de Blake Cameron, aquella misma noche se despidió de su amigo, le encargó el caso de su madre y le mantuviera informado sobre el proceso y salió del hotel directamente al aeropuerto, tenía que volver a Los Ángeles, tenía que recuperar la familia que por tonto había perdido…

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