Amante peligroso romance Capítulo 212

Un extraño destello brilló bajo los ojos del apuesto hombre por un momento, y con una sonrisa de ojos doblados imposible de encontrar, asintió, -¿Queda alguna habitación?-.

-¡Sí! Sí-. Como propietaria de un hotel, había visto bastante gente, pero era la primera vez que Regina veía a un hombre guapo con un aura especial como el que tenía delante.

El hombre siguió a Regina y caminó hacia el vestíbulo, una vez que entró, las ventanas estaban despejadas, de pie frente al mostrador, a través de las puertas plegables de cristal podía ver el paisaje del patio, incluso la superficie ligeramente distante del Mar Fresco, todo a sus ojos.

Pero, los ojos del hombre, se detuvieron bruscamente en la tumbona de gaviones de bambú en el porche del frontón del patio, y en un instante, pasó un brillante destello de luz.

-Señor, es que tenemos una concordancia previa a la ocupación en el hotel, ¿podría echarle un vistazo y a ver si es aceptable?- Regina le entregó una concordancia, y aunque no sabía por qué la dueña había puesto una concordancia tan extraña, nunca había habido una excepción desde que había empezado a trabajar aquí.

Cualquier huésped que se registrara tenía que haber aceptado primero este acuerdo.

El hombre tomó el acuerdo con sus dedos delgados, un poco desconcertado.. reglas bastante extrañas, pero nunca ha oído que cualquier hotel tenía una concordancia de pre registro.

Pero no hay daño, lo miró en general, vagamente comprendió un poco cómo antes la joven pareja de la noticia en el Internet fue expulsada por la mujer de este hotel.

Regina miró con un poco de nerviosismo al hombre que tenía delante, ¡y la verdad es que era demasiado guapo! Todavía le preocupaba qué pasaría si el gran hombre guapo no accedía a esa concordancia.

A los ojos de Regina, esta es la versión de la vida real de un director general dominante de un programa de televisión romántico.

Justo cuando estaba preocupada y desgarrada, sonó una voz susurrada.

-¿Tienes un bolígrafo?-

-¿Eh?tengo uno-. Regina se apresuró a entregarle un bolígrafo, con la felicidad escrita en su rostro.

Sobre papel blanco, el nombre fue firmado rápidamente.

La chica enterró la cabeza para comprobarlo antes de que el hombre mirara de reojo, la tumbona en el porche del frontón del patio, balanceándose de un lado a otro por el viento, en su rostro apuesto emergió una sonrisa indescifrables.

-¿Qué está mirando, señor?-

-Bonito paisaje desde aquí. Esa tumbona es muy interesante, ¿puedo usarla también? Es muy interesante-.

-Ah, esa sillón reclinable, no, no, no, este no. Es la exclusiva de nuestra posadera. La posadera tiene que acostarse en esta esa sillón reclinable todos los días para tomar el sol y hacer la siesta-. El sencillo Regina, por el contrario, lo dijo todo sin ningún tipo de indecisión.

Los ojos negros del hombre tenían una luz brillante en ellos, pero no pudo expresar la emoción, -Oh, así que-, en su apuesto rostro, había un indicio de lástima, -Así que ese es el sillón de tu posadera, entonces no hay salida-. Dicho esto, y con el pequeño ayudante de pelo al rape detrás de él, se dirigió a las escaleras con sus regalos de viaje.

Ya era tarde cuando se registraron, y junto a la ventana del segundo piso, el hombre se duchó, se puso un traje casual limpio y se quedó junto a la ventana, mirando tranquilamente la tumbona bajo el porche del frontón.

-Jefe-

-Lucho Campos, lo he dicho, aquí, no me llames jefe-.

-Entonces, ¿cómo te llamo?-

-Simplemente llámame por mi nombre-.

Aunque el hombre a la ventana estaba hablando con los hombres bajo su mando detrás de él, pero sus ojos nunca dejaron el sillón reclinable, y desde su ángulo, podía ver vagamente medio cuerpo en el sillón.

De repente, vio que la persona en el sillón se revolvía y se levantaba poco a poco. El hombre de la ventana retrocedió tras las cortinas y levantó el brazo para mirar su reloj, -Lucho, ve a buscar comida, no voy a bajar a cenar-. No bajó, naturalmente tenía otros planes.

La tumbona de abajo estaba vacía en ese momento.

El cielo se estaba oscureciendo.

La mujer a la que Regina llamaba “posadera” terminó de cenar y regresó lentamente al patio, como de costumbre, cuando llegó a la puerta de cristal, sus pasos se detuvieron y hubo un atisbo de confusión en sus ojos mientras miraba la tumbona del porche del frontón que se balanceaba de un lado a otro.

Adelantó los pies con incredulidad, más cerca, y esta vez, el desconcierto de sus ojos se convirtió en una cara llena de consternación.

Había un hombre en lo que debía ser un sillón vacío.

¡Y él tenía su taza de té en la mano, sorbiendo lentamente ... pero!

Lentamente, el hombre giró la cara, rostro esbelto y apuesto, los labios finos engancharon. -¡Hola!- La curva de la boca era perfecta, y se anunció, -Me llamo Mario Soler.-

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