La voz áspera, suplicaba con miseria, con humillación.
Joaquín se paró y tensó el cuerpo, -¡De qué tonterías estás hablando!- la regañó.
La mujer debajo de él volvió la cabeza, mostró agravio y obstinación en sus ojos.
-Humillarme, siempre ha sido un placer tuyo, ¿no?-
Tenía lágrimas en los ojos, -Si quieres una “yo” humilde, pues te la diré.-
¿No era eso lo que quería?
-No.-
La voz del hombre era ronca, sus ojos mostraban dolor, y miró a la mujer, -Yo... lo siento.-
La abrazó con fuerza por detrás, sostuvo a la delgada mujer con fuerza en sus brazos y sintió como si hubiera nudo en la garganta ¿Cómo podía decir palabras tan vulgares?
¡Cómo podía decir algo con tanta humildad!
¡No!
¡Estaba mal!
¡Era él!
¡Era su culpa!
¡La forzó de nuevo, la forzó de nuevo!
Su pelo largo envolvió su cuerpo mojado. La mujer en sus brazos era demasiado delgada para sostenerla, la mujer en sus brazos no podía ver el dolor en los ojos oscuros del hombre.
La amargura llenó su mente.
Qué, ¿qué sería él?
¿Solo quería demostrar que Joaquín era diferente a los demás a sus ojos?
¿Solo quería que esta se enfrentara todo el pasado y a él?
Al mirar a la mujer, había lástima en sus ojos. Estaba equivocado, completamente equivocado, nunca la forzaría más de esa manera.
Abrazándola, sus besos caían uno detrás de otro sobre sus hombros cubiertos de pelo. Besó su cabeza, su coronilla, de uno a uno y de poco a poco. No podía esperar, no podía esperar más para darle todo.
De uno a uno, los besos delicados y apreciados, cayeron piadosamente.
Si Denis no hubiera hundido en el sentimiento de humillación y dolor, o en los recuerdos de los pasados insoportables, podría sentir los besos, que, aunque parecían ser dominantes, eran humildes y piadosos. Ella, ya había sido apreciada por este hombre.
Ese comportamiento aparentemente dominante, en realidad, estaba lleno de pena e inseguridad. Sí, el hombre que siempre era como un emperador, Joaquín, ¡también tenía el momento de inseguridad!
En este momento, la persona que realmente era el más humilde entre ellos dos, no era Denis, sino el hombre rudo que aprisionaba a la mujer en sus brazos. Todo el dominio era falso, todo era para ocultar su inseguridad.
Aparentemente humilde, aparentemente duro.
Parecía ser humillado, parecía ejercer el dominio.
¡El que era arrastrado y humilde era el que parecía dominante y duro!
Joaquín besó a Denis, nunca le diría "perdón" a esta mujer, aunque en ese momento, en el interior, cada beso que le dio era un "lo siento".
Sin embargo, ¡él nunca le diría esto directamente!
-Nunca vuelvas a decir nada como esto, ¿de acuerdo Denis?-
En su garganta seca, una voz de lástima se desbordó. Joaquín disimuló su humildad bajo su actitud dura.
-¡Vete! ¡Vete!-
Le golpeaba salvajemente. Sus manos ya estaban libres, ni siquiera lo miró, cogió las cosas de su lado y le tiró la almohada.
-¡Vete! ¡No quiero verte ahora!-
-¡Denis, cálmate!-
Sus ojos estaban rojos y extremadamente emocionados, todavía tenía la sensación de angustia cuando sus labios tocaron su espalda. Era más doloroso que nunca.
-¿Te vas a ir?- los ojos se enrojecieron y le miró, -¡Está bien! ¡No te vas! ¡Yo me iré!-
-Denis, deja de armar escándalo.-
¿Escándalo?
¿Quién estaba armando el escándalo?
-¡Me lo prometiste, me lo prometiste!-
La mujer gritó, -¡Joaquín, ya no lo quiero! ¡Ya no quiero nada más! No quiero el Grupo Alonso, no quiero el “Amor Único”, tú...- hizo una pausa.
El corazón del hombre de su frente se puso tenso.
-¡Denis!- ocultó el miedo y le detuvo apresuradamente.
-Tú…- los ojos enrojecidos se llenaron de autocrítica, y las largas pestañas bajaban suavemente, -No te quería desde hace mucho tiempo.-
¡Pum!
¿Lo seguiría soñando?
¿Lo seguiría amando?
Se preguntó una y otra vez.
Pero no pudo encontrar la repuesta para sí misma.
“Toc toc”
La puerta de la tranquila habitación de invitados sonó abruptamente. La mujer, que estaba en el suelo, miró a la puerta con horror como un ciervo asustado.
-Señora, soy yo.-
Sonó la voz suave de Guillermo fuera de la puerta, -Por favor abre la puerta. El señor dijo que deberías tener hambre, y le prepararé algo para comer.-
-No, no hace falta.-
-Señora, por favor, no me lo pongas difícil. El señor ha dicho, si no le haga terminar la cena, me despedirá. Todavía tengo a una familia que mantener. Señora, hazlo por mi bien, ayúdeme.-
Denis mostró duda en sus ojos.
-¿Dónde está?- se dijo a un rato.
-¿Quién? ¿El señor? El señor ha regresado al dormitorio principal para descansar.-
Así que afuera, solo estaba Guillermo.
Denis se sintió tranquila y se puso de pie, -Espera un minuto.-
Sacó un camisón y se lo puso. Luego, tiró el camisón sucio a la basura, cerró la tapa con disgusto y fue a abrir la puerta.
Fuera de la puerta, Guillermo entró y puso la bandeja en el tocador, -Señora, ha dicho el señor que me tengo que asegurar de que usted haya terminado de comer todo.-
Mientras encendía el spray de aromaterapia de la bandeja, -Esto es un humidificador, el aire de la habitación es muy seca, utilícelo para mejorar el aire y le ayuda a dormir mejor.-
Denis se sentó y terminó en silencio la sopa de hongos blancos del cuenco.
Guillermo ya se había marchado en silencio.
Un cuarto de hora después.
La puerta se abrió suavemente. Una figura alta entró y se puso de pie silenciosamente detrás de la mujer. Miró a esta que se había dormido apoyada en el tocador, suspiró, se inclinó para levantarla y la puso suavemente sobre la cama.
-¿Qué debo hacer contigo?-
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