En un cuarto de hora, Telmo llegó con un médico.
-Fiebre alta, 39 grados, cómo puedes no dar cuenta hasta ahora.- dijo el médico con un rastro de reproche mirando al hombre que estaba junto a la cama.
El hombre frunció los labios y sus ojos estaban preocupados.
-Era por la lluvia, ayer Denisita estuvo bajo la lluvia.-
¡Debería ser así!
Este médico era un médico privado de la familia de Telmo y ya era bastante mayor, había visto a Joaquín, Lázaro y Telmo crecer. También había oído de Joaquín, pero no hablaba mucho.
Miró al hombre que esperaba frente a la cama y sacudió la cabeza, -Llamaré para que preparen la medicina y que nos lo traigan.-
No mucho después, bajó personalmente para recoger la medicina, tomó la caja de medicina y se dirigió a la cama de Denis, le inyectó y le puso un suero.
El timbre sonó en la puerta y Telmo caminó para contestar, -¿Quién es?-
-Mantenimiento hogar, señor.-
Cuando escuchó que era servicio de limpieza, abrió la puerta.
El tiempo pasó poco a poco, el servicio de limpieza había terminado y se había ido.
Telmo se quedó y esperó a que Denis terminara el suero, luego se retiró las cosas con el médico y se fueron.
Antes de irse, Telmo miró a la que estaba acostada en la cama y al que estaba apoyado contra la cama.
-Volveremos mañana.-
Después de dar una orden, se fue apresuradamente.
El cielo oscureció al terminar todo.
Denis se despertó tranquilamente, se sentía débil y tenía mucho dolor de cabeza.
Tan pronto como ella se movió, el hombre, quien la cuidaba en frente de la cama, se despertó con este pequeño movimiento. Abrió sus ojos somnolientos y vio a la mujer en la cama despertada.
-¡Denisita, te has despertado!- gritó de inmediato con sorpresa.
Denis miró la expresión feliz del hombre frente de la cama y se sentía un poco triste, la ira de antes ya se había desaparecido.
-¿Qué me pasó?-
-Denisita te has desmayado. Joaquín llamó al Telmo. Telmo trajo a un abuelo médico para curar a Denis. El abuelo médico dijo que Denisita tenía fiebre alta. Todo fue por la culpa mía, porque Joaquín salió corriendo, por eso Denisita se mojó bajo la lluvia. Denisita tuvo fiebre porque estuviste bajo la lluvia.-
Diciendo eso, se podía notar culpa en su mirada inocente.
Al ver esto, Denis, inexplicablemente, suavizó su tono y le preguntó en voz baja, -¿Has comido?-
La persona gritó un segundo y luego exclamó, -Eso, Denisita aún no ha comido.-
Luego salió corriendo del dormitorio. Denis no le dio tiempo para detenerlo y la persona ya había desaparecido.
El aislamiento de esta habitación debería estar bastante bien. Después de un tiempo, escuchó unos sonidos en la sala de estar, y recordó el desastre de la mañana. De repente, tuvo una mala premonición. Se levantó apoyando con mucha fuerza contra la pared, bajó poco a poco hacia la sala de estar.
Se paró en la esquina de la sala y ya se había preparado para lo peor, “mañana tendré que ir de nuevo al supermercado” suspiró así en el interior.
Frente a ella, no había imágenes horribles que había imaginado. El hombre estaba muy ocupado en la cocina, pero no rompió nada.
En el pasillo, en la esquina de la sala de estar, la mujer permaneció débilmente apoyada contra la pared, mirando en silencio a la ocupada figura en la cocina, sin interrumpirle. Sólo se quedó tranquilamente mirándole a la figura alta y ocupada.
El hombre parecía haberse quemado, agarró las orejas saltando, -Quema, quema, quema…-
Su boca no paraba de gritar.
Un hombre con una figura tan alta y que ahora estaba tan torpe y ocupado en la cocina. Era la primera vez que Denis viera a Joaquín comportarse de esta manera.
En un trance, de pronto recordó el pasado, en cierto año, cierto mes y día, había imaginado una imagen tan acogedora como ésta, no solo la que tenía frente a ella, sino que también muchas otras.
En un fin de semana, se tumbaban en el sofá y miraban juntos una película en casa.
Se abrumaban con muchas bolsas de patatas fritas y no pensaban en nada, los dos estaban juntos para pasar un fin de semana decadente.
Y si tendrían un hijo...
-Qué listo soy. Denisita lo hizo una vez anoche y ya lo aprendí con sólo mirarlo. Lo aprendí de Denis, debe estar delicioso.-
Ella cerró la boca, bajó la cabeza y se comió los fideos del cuenco silenciosamente.
El hombre tomó sus palillos con entusiasmo y se llevó un mordisco a la boca.
-Los fideos aprendidos de Denisita deben ser los mejores del mundo...-
Antes de terminar de hablar, el hombre gritó, -¡Están dulces!-
Denis cerró los ojos.
El hombre todavía le gritó al oído, -¡Dulces, Denisita, están dulces!- y no paraba de preguntarle, -Denisita, ¿por qué los fideos que me enseñaste son dulces?-
Apretó con fuerza la mano que usaba los palillos. Los fideos que ella hizo eran salados.
Quién sabría cómo él hizo los fideos dulces.
Frente a ella, dos manos sostuvieron repentinamente su cuenco, -Denisita, yo lo haré de nuevo.-
Tomó dos bocados más, le miró y dijo en voz baja, -Ya estoy llena.-
-Pero…-
-¿La profesora no te ha enseñado que no puedes desperdiciar comida?- dijo.
-¿Profesora?- el hombre parecía tener dudas, -¿Quién es la profesora de Joaquín?-
Denis miró tranquilamente el rostro inocente y dijo como si nada, -Se me olvidó, nuestro Joaquín ha llegado a la edad de ir al colegio. Mañana te elegiré un colegio. ¿Vale?-
El hombre se cambió de expresión de inmediato, la miró con enojo y tomó el cuenco.
-Los fideos de Joaquín son los más deliciosos y los mejores.-
Lo que quería decir era que no iba al colegio en todo caso.
Sabiendo que lo que había entre él y ella era y sería sufrimiento, en el pasado, el presente y hasta el futuro. Pero ahora, la comisura de su boca se levantó levemente y mostró una sonrisa ligera.
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