Era imposible coger un taxi en la zona de la mansión García.
Caminando por la carretera, tenías que seguir caminando hasta la bifurcación para tomar el taxi.
Denis, arrastrando su cuerpo cansado, caminó paso a paso hacia adelante. Alejandro ni siquiera se molestó la cortesía superficial, despedirse de ella era una cosa muy común en la mayoría familia decente.
Alejandro simplemente la dejó sola, sin pedir a alguien que la llevase a casa.
Denis salió de la mansión García y caminó lentamente por este camino bastante escondido hacia la bifurcación.
-Espera.-
Alguien la llamó desde atrás para que se detuviera, se dio la vuelta y miró.
Un coche se estaba acercando lentamente, se detuvo a su lado, se bajó la ventanilla y la cabeza de Manrique se asomó, -Te llevo yo.-
¿Manrique era tan bondadoso? Denis le miró en silencio durante un rato y mostró una leve sonrisa, -Muchas gracias entonces.-
Silenciosamente abrió la puerta del coche y se subió al auto.
Manrique arrancó el coche y tranquilamente salió de la bifurcación y entró en la carretera.
Cuando el coche subió a la carretera, el tráfico se redujo cada vez más. En el asiento trasero, Denis se frotó la cintura adolorida y dijo, -Adelante.-
Las manos del conductor en el volante se volvieron tiesas durante unos segundos, -¿Qué?-
Denis se rio en bajo, -Pensé que debería tener otra razón por la que evitaste a Alejandro, me alcanzaste con el coche y me ofreciste a llevarme a casa.-
-¿Qué otra razón tendría? ¿Incluso sospechaste de mí por llevarte a casa? Denis, ¿siempre piensas tanto?-
-¿En serio? ¿Solamente quieres llevarme a casa?- ella no le creyó en absoluto.
Hubo un momento de silencio en el coche.
Denis miró la farola que se estaba alejando a toda velocidad por la ventanilla, si Manrique no dijo nada, ¿por qué iba a insistir?
Si lo quisiera decir, lo diría por sí mismo.
Pasando un largo tiempo.
-¿Cómo está el jefe últimamente?-
Denis lo sabía desde el principio... No era tan bondadoso.
-Deberías preguntarle tú. De todas maneras, tú trabajas para la familia García.-
Manrique se quedó en silencio durante un rato y dijo, -Denis, debo admitir que eres muy inteligente.
Te alcancé no sólo para llevarte a casa.
Tengo muchas preguntas que quiero preguntarte a solas. Desafortunadamente, nunca había tenido la oportunidad.-
-Dime.-
-¿Recuerda a la señorita Jimena?-
El dedo índice de Denis tembló, -Por supuesto.- levantó lentamente la cabeza y miró hacia la nuca del conductor.
Las luces neón del exterior reflejaban una sombra temblorosa en su rostro, bajo la tenue luz de la farola, su expresión era tranquila, casi inerte.
-La señorita Jimena está muerta.-
-Sí.-
Ella respondió débilmente.
Los hombros de Manrique temblaron levemente.
Denis estaba indiferente.
-La señorita Jimena fue humillada cuando murió.-
-Sí.-
Dándole la espalda a Denis, los ojos de Manrique se enrojecieron.
Denis seguía tranquila.
-Una persona tan buena como la señorita Jimena.-
Denis bajó la mirada, ¿buena persona?
¡Bua!
-La señorita Jimena habría tenido una vida muy feliz.-
-Sí.- Jimena habría tenido una vida muy feliz.
Denis volvió la cabeza y miró por la ventana, sólo había hileras de farolas que retrocedían rápidamente. Su mirada gradualmente se volvió perdida.
-Manrique, estaba equivocada hace un momento, no eres lamentable. Eres patético.- Después de decir esto, no volvió a hablar. Sin importarle que Manrique le estuviera insultando desde el asiento del conductor.
Ella simplemente giró la cabeza hacia la ventanilla y miró el colorido cielo nocturno.
Sabía la verdad, pero no se atrevía a admitirlo... ¡Qué ironía!
De repente el coche frenó bruscamente y con un giro aparcó al lado de la acera.
-Denis, me temo que solo pueda llevarte hasta aquí.- dijo Manrique con frialdad.
Denis tampoco se enfadó, abrió la puerta del coche y salió.
Miró a su alrededor y vio que solo le llevaría quince minutos caminar desde aquí hasta donde vive. Manrique no podía entrar al edificio donde vivía, según Joaquín la seguridad de ese edificio era una de las mejores de la Ciudad S.
Un cuarto de hora... Bajó la cabeza y miró hacia sus piernas cansadas... Se temía que ese cuarto de hora fuera a ser media hora para ella, además...
Hoy ya había caminado demasiado.
Desde el principio del trayecto, estuvo frotándose la cintura y las piernas.
Antes de que Manrique se fuera, bajó la ventanilla del coche y le dijo con cara de póker a Denis,
-Denis, a donde más deberías ir en este momento es la tumba de la señorita Jimena y suplicarle que te perdone.-
Justo al terminar de hablar, el coche se alejó, quedando solo en el aire el humo del gas de escape. Denis miró al cielo... ¿Ir al cementerio en la medianoche?
Negó con la cabeza burlonamente, sin pensar demasiado.
Se dirigió de camino a casa.
Había pasado la medianoche y había poca gente en la calle, y el lugar donde vivía nunca había sido de grandes afluencias de personas.
Al pasar por una esquina, fue tirado hacia un lado de repente por una gran fuerza.
No había farolas en el callejón, y estaba muy oscuro. Después de unos segundos, vio a unos jóvenes a su alrededor, que no parecían que tenían buena intención. Tenían aspectos de gánster, y llevaban un bate de béisbol en la mano.
Ella se alertó de inmediato y se pegó a la pared, -¿Qué queréis hacer?-
Los gánsteres se miraron entre ellos y empezaron a reír, no le hacía caso.
-¿Quién os ha mandado?-
-Jajajaja, ¿no creéis que esta mujer está tonta?- dijo el gánster líder con arrogancia.
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