-¿Cómo es que estás allí?-
Apoyados el uno del otro, regresaron a casa. Ella abrió la puerta y entró.
En este momento, reaccionó eficazmente, se dio la vuelta de repente y miró al hombre con severidad.
“¿Cómo es que aparece allí con tanta coincidencia?”
El otro no pareció notar el cambio en su estado de ánimo y señaló inocentemente al balcón, -Todos los días, me quedo allí mirando cuando el coche de Denisita sale a trabajar. Por eso, sé cuándo no trabajas.-
Eso implicaba que todos los días cuando terminaba de trabajar, la estaba esperando con ansia en el balcón.
Ella estaba atónita, porque había pensado todas las posibilidades, incluso… Pero, nunca había pensado que fuera la respuesta así.
Denis pensó de nuevo y preguntó, -El piso es muy alto, ¿consigues verlo?-
Joaquín cogió su mano y alegremente se fueron al balcón, -Regalo de Telmo.-
Denis miró a las novedades en el balcón y se sorprendió nuevamente.
El hombre murmuró, -Me he esforzado mucho para montarlos.-
Ella bajó la mirada.
“¿Mucho tiempo para montar?”
Ella acababa de descubrir que había tal cosa en el balcón de su casa.
Esos prismáticos no era el mismo tipo que se compró en el supermercado.
Denis no sabía mucho sobre los prismáticos, pero sentía que los suyos eran profesionales.
“Entonces, ¿me observa todos los días en el balcón cuando entro y salgo del trabajo?”
No sabía qué decir en ese momento.
-Denisita, me mareo.-
El hombre tiró de su manga poniendo carita de pena.
Ella miró fijamente su rostro bajo la luz, descubrió que tenía heridas por todas partes y, además estaba totalmente pálido, incluso sus labios perdieron el color.
Ella no dijo nada más, cogió la mano del hombre y caminó apresurada hacia el salón. Empujó al hombre hacia el sofá y rompió su ropa sin previo aviso.
¡Impactante! Su cuerpo estaba lleno de hematomas y congestión.
Ordenó al hombre, -Date la vuelta.-
El hombre obedeció y ella respiró hondo al ver todo el cuerpo herido.
-¡No te muevas, llamo a Telmo ahora!-
Denis parecía seria y rápidamente buscó el móvil en su bolso.
Su mano fue agarrada por Joaquín, -Denisita, no me duele. No llames a Telmo.-
-No, tu herida es grave.-
-No, ya no estoy mareado.-
Joaquín se negó obstinadamente y no quería soltar su mano con el móvil. Denis perdió la paciencia y sacudió su mano para hacer la llamada, pero le quitó el móvil.
Puso mala cara y extendió la mano, -Dámelo.-
-No.-
-Joaquín, no me hagas repetir. Devuélvemelo, tu lesión es muy grave.-
-No.-
Quería echarle la broca, pero vio el rostro del hombre lleno de terquedad. Se contuvo la ira, respiró feroz y hondo y le preguntó con paciencia, -¿Por qué no?-
-No quiero que Telmo sepa que estoy herido. De lo contrario, Telmo se enfadará conmigo.-
Denis se sorprendió, luego miró al hombre de frente.
Telmo se enfadaría. Pero no con Joaquín, sino con ella.
-Telmo no se enfadará contigo.-
-Sé.-
-Si sabes por qué...- Denis dijo ansiosa, de repente, su voz se detuvo abruptamente, y miró silenciosamente al hombre, -Telmo tampoco se enfadará conmigo.-
El hombre no quería hablar más.
No le dijo lo contrario, pero simplemente se negó a devolverle el móvil.
Ella sólo pudo suspirar y quitarle la camisa por completo. Miró al hombre de arriba abajo y acarició cuidadosamente. No estudió medicina, pero tenía algo de sentido común.
-¿Hay alguna molestia?-
-No…-
¡Ardor!¡No sería la hemorragia interna!
Ella se levantó rápidamente y le dijo, -¡Vamos al hospital ahora!- Denis no se atrevió a demorar más. Aunque pidiera a Telmo que viniera con el médico, iba a tardar mucho. Si realmente era la hemorragia interna, tenía que ir al hospital de inmediato.
Pero no podían ir directamente al hospital, ¿qué pasaría si alguien reconociera a Joaquín?
Estaba dudosa, y necesitaba pedir ayuda a Telmo. Y también necesitaba llamar a Lázaro, al fin y al cabo, Lázaro era médico y conocía a muchos médicos.
Había que tener mucho cuidado al hacer las cosas bajo la vista del viejo astuto de la familia García.
-Yo no voy.-
-Joaquín, no seas caprichoso en este momento.-
Ella puso mala cara.
-Entonces, dime, ¿dónde te arde?- Denis pensó que los palos habían golpeado en la espalda, era posible tener congestión pero no debería padecer hemorragia interna.
-En donde me estás tocando, Denisita.-
-¿Qué?- Denis se quedó confusa.
-Denisita, donde tocas arde. Luego, donde no has tocado también está caliente.- Joaquín dijo inocentemente, -Denisita, ahora me arde por todos lados.-
¿Donde tocaba ardía y donde no tocaba también ardía? ¿La propagación de hemorragia interna?
Su aspecto cambió en un instante.
¡Era muy grave! ¡Era normal que sufrió mareos!”
-¡Vámonos ahora al hospital!- Denis no se atrevió a demorar más, aunque Alejandro se diese cuenta.
Cogió de su mano y se iba.
-Denisita, me arde mucho, pero también estoy muy cómodo. Acaríciame otra vez, por favor.-
-Voy a coger la ropa, cambíate.- Denis se paró en el salón, hizo una pausa, giró lentamente la cabeza hacia un lado y miró a la persona que estaba a su espaldad agarrando su mano.
-¿Muy cómodo?- su voz se elevó, inexplicablemente extraña.
-Bueno, resulta que las manos de Denisita son tiernas. Donde tocas está cálido y cómodo.-
Denis podía oír el sonido de sus dientes al apretarlos, -Joaquín, ven aquí, te pongo la crema de medicina.-
Se deshizo de su mano y caminó tranquilamente al sofá.
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