Capítulo 2: Abrazaba a Jimena que estaba llorando
Por la mañana, me despertó por el dolor de rasgar de mi parte inferior, las escenas de anoche como una pesadilla en mi mente surgieron de repente ...
Mi primera vez que tenía sexo, mi noche de bodas, fue tratada como una enemiga por Hector.
Había roto todas mis fantasías anteriores.
No había nada temperatura a mi alrededor.
Un poco de sangre en las sábanas blancas era particularmente llamativo.
Me levanté y me bañé con dolor, me cambié de ropa y me cambié las sábanas.
Cuando salí, me paré en la escalera del segundo piso y vi a Hector sentado en una mesa cuadrada, leyendo periódicos y desayunando.
Por la mañana, el sol dorado brillaba a través de la ventana del lado del hombre, parecía ser cálido y sagrado.
Lo amaba en secreto durante doce años, me casé con él, y viví bajo el mismo techo con él para desayunar, esto no me atrevía a esperar nunca, pero era mi ensueño.
Ahora se había hecho realidad, pero tenía miedo de dar un paso adelante.
Anoche era como una bestia, recordándome todo el tiempo que nunca conocí a este hombre.
-Señorita Jimena, está despierta-
Mientras miraba a Hector, la criada me había visto y me saludó cortésmente.
No me llamaba “Doña Jimena” como me llamó ayer.
Sin embargo, me llamaba “Señorita Jimena”.
Mi corazón temblaba, aunque estaba un poco descontenta, debido a mi identidad, no me atrevía a cuestionarlo, sólo escondía mi miedo de anoche bien, bajó y sentaba frente a Hector.
La criada me trajo la comida, y yo no tenía apetito, solamente comía un poco.
Al levantar mi cabeza, descubrí que Hector, como yo, apenas había comido la comida frente a él.
Pero al entrar con él, vi a Jimena Sandoval, quien había sido entregada ayer en el aeropuerto, se ponía de pie en la sala de estar con mis padres.
Un par de ojos hinchados, era obvio que había llorado durante mucho tiempo.
Mis padres que estaban a su lado estaban enojados.
Miré a Hector y su primera reacción fue que se había enterado de todo, así que agarraba a Jimena Sandoval a volver.
Estaba muy preocupada.
Hector casi podía hacer todo lo que quiera en esta ciudad, si quería llevarse mal, era muy fácil.
Si fuera yo sola, era más sencillo, pero ahora se trataba de mis padres y mi hermana...
Sentía muy culpable, estaba dudando cómo explicarlo, pero vio a Hector adelantar unos pasos, abrazaba a Jimena que estaba llorando, inclinó la cabeza para consolar, -¿Estás bien?-
Las miradas del hombre estaban llenas de cariños que nunca lo había visto.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Amor desgarrado