Capítulo 26: Quieres que nos divorciemos
-Por supuesto que es de mi marido- Sonreía levemente y le preguntaba de nuevo, -¿Y tú? ¿de quién es? ¿vas a tener un bebé esta vez?-
Sabía que Jimena había tenido dos fetos en la universidad.
En ese momento, no se atrevió a pedirle a los demás que la acompañaran, solo podía llamarme.
Jimena temblaba de excitación, -¡Julieta, eres la puta! ¡no te dejaré dar a luz al bebé!-
Después de terminar, tomaba la hoja de prueba y se iba enojada.
También estaba un poco preocupada, después de todo, Jimena nunca era una buena persona, si ella había abortada, pero yo no.
Entonces era posible que podía casarse con Hector.
Empezaba a preguntarme si debería contarle a Hector sobre mi embarazo.
Se retrasaba el asunto porque estaba ocupada.
Dos semanas después, un fin de semana, Rayan me pedía que le visitaba con Hector.
Cuando veía a Hector en el auto, estaba aturdida.
Después de todo, no nos encontrábamos en casi un mes.
Las estaciones de la Ciudad Yiela eran obvias, apenas septiembre llegaba, evidentemente el clima se estaba poniendo más frío, yo vestía una camiseta holgada para cubrir mi barriga de embarazada.
Rayan me veía vestido suelto e inmediatamente se ponía feliz, -¿Qué pasa? ¿estás embarazada?-
Sonreía, -Abuelo, cómo puede ser tan rápido, si estoy embarazada, se lo diremos en seguida-
Pero Rayan se negaba a rendirse y decía como un niño mayor, -¿Este hombre está demasiado ocupado en el trabajo y no te cuida bien? si es así, ¡dímelo y yo lo disciplinaré!-
Inmediatamente yo negaba y sostenía el brazo del hombre que estaba a mi lado, -No, Hector me trataba bien y se preocupa por mí, el bebé, depende del destino, ¿no?-
-Sí,sí- Rayan sentía que yo tenía razón, así que no hacía más preguntas.
Ahora yo aprendía a divertirme a veces cuando me presentaba a Rayan.
Giraba la cabeza y miraba a Hector, nos mirábamos mutuamente, su expresión era un poco complicada.
Dudaba un poco, me subía al auto.
-Jimena está embarazada-
Hector mencionaba esto tan pronto como subía al auto.
Me dolía el corazón por un tiempo.
Pensaba que era amable, pero quería decirme esto.
-Bueno, ¿entonces?- fingía estar tranquila y le preguntaba, -¿Quieres que nos divorciemos o qué?-
Tal vez fuera mi comportamiento lo que superaba su imaginación, Hector me miraba con curiosidad durante un buen rato antes de decía, -Hablemos de eso después del nacimiento del bebé-
Silencio...
Hector quería enviarme a la villa que me daba, pero le decía al conductor la dirección de Alicia.
Estaba a punto de llegar a la casa de Alicia, tocaba mi vientre bastante plano y no podía contenerme, le preguntaba, -Hector, ¿si también estoy embarazada?-
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Amor desgarrado