Capítulo 5: Es sólo una perra salvaje criada por la familia Sandoval
Mi madre y Jimena no parecían pensar que estaba despierta, las luces del piso eran tenues, y pude ver que no se veían muy bien.
Mamá se convirtió por primera vez en esa sonrisa hipócrita, me preguntó, -Julieta, ¿cómo está tu lesión? ¿No tienes que ir al hospital? -
Si era antes, me conmovía mucho por sus palabras, pero ahora no tenía nada sentimiento.
Jimena miró mi expresión indiferente y, por supuesto, sabía que los había escuchado a todos e interrumpió directamente a mi madre, -Mamá, no lo hagas, ya sabes, esta perra salvaje ya sabe lo que está pasando -
Perra.
Escuché a Jimena llamarme de costumbre, y sabía que debía llamarme así por muchas veces.
-Perra salvaje?- aguantaba el dolor y fui al sofá vacío y me senté, diciendo deliberadamente, -Los perros salvajes también tienen 4% de participaciones -
Por supuesto, tan pronto como dije, mi madre entendió lo que quise decir, regañando, -Julieta, te criamos durante tres años, esas acciones, ¡deberías ser nuestras! -
Me senté allí, pensando que se estaban esforzando tanto, sólo por estas participaciones, pensé que era ridículo, no podía evitar reírme.
-¿De qué te ríes?- Mamá me preguntó.
No, no era apropiado llamarla madre ahora.
Su verdadero nombre era Marina Duque y el de padre es Mauro Sandoval.
Miré a Marina, dejé de reír y dije -En realidad, si fuera hoy antes de esto, habría visto este amor de familia más que nada, me preguntaste, estoy segura de que no diré nada, te daré todas esas acciones, pero ahora que esto ha pasado, todo será diferente -
Le gustaba más beneficio, pensaban que yo haría lo mismo.
Pero no sabía en mi corazón, lo más importante era este amor.
Pero ahora, todo se había desaparecido.
-Tú...-, ¡Marina no lo esperaba!
-Jeje, ¡nunca más tienes esta oportunidad! ¡Hector es mi marido, y tú, eres nada!- Jimena no tenía nada miedo.
La miré y por un momento pensé que no valía nada para Hector.
Era un hombre excelente, se casaba con Jimena, era una verdadera pérdida.
Tal vez estuviera loca, y le dije, -Hay algo que tengo que aclarar, el acuerdo de matrimonio, presioné mis huellas dactilares, mientras lo indico, ese acuerdo será un montón de papel inútil -
Jimena se sorprendía.
Ella aún no había hablado, y yo continué, -Así que tú y Hector aún no están casados, somos iguales, estamos en la misma posición-
Después de hablar esto, como ella se ponía atónica, soltaba mi mano, y yo rápidamente corría afuera.
Aguantando el dolor y corriendo, dejó que Jimena en la espalda me regañara, “Puta” “Sinvergüenza”, no miré hacia atrás.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Amor desgarrado