Amor profundo: insaciable amante romance Capítulo 109

—Orlando, ¿qué otra cosa puedes hacer salvo amenazarme con el Grupo Cazalla?

Vanesa apretó los dientes y miró indignada al hombre que más odiaba en su vida con el corazón roto y dolorido, ¿por qué se había enamorado de tal gilipollas?

—Vanesa, me lo obligaste.

Si no fuera por su culpa, ¿cómo podría odiarla? ¿Cómo podrían haber llegado hasta tal punto? Orlando miró fijamente a Vanesa, si ella no le hubiera dado pena a él y él no quisiera avergonzarla en ese momento, le habría enseñado esas fotos.

Orlando sintió que ya había hecho lo suficiente, que ya se había contenido lo suficiente. Después de todo, ningún otro hombre habría sido tan generoso como él y lo que le molestaba aún más era que Vanesa no lo apreciaba.

Vanesa se mofó:

—Entonces haz lo que quieras, ¡finge ser un hijo filial o actúa como quieras!

Con eso, se dio la vuelta y se fue. Al ver a Orlando le dio ganas de vomitar, no pudo controlar la ira y el odio en su corazón, así que se fue y no quería verlo.

Orlando, sin embargo, se negó a dejarla salirse con la suya.

Avanzó a grandes pasos y agarró la mano de Vanesa, obligándola a quedarse quieta y preguntó:

—¿A dónde vas?

—¡Orlando, no te sobrepases! He aceptado que te quedes aquí, ¿qué más quieres de mí?

—Quédate conmigo y no te vayas a ninguna parte.

—¿Por?

—¡Porque soy tu marido! Vanesa, no me hagas enfadar o no te garantizo lo que voy a hacer.

«Maldita mujer, ¿tienes que hacer que yo saque las fotos y me enfrente contigo cara a cara antes de que te rindas?»

El hecho de tener en cuenta de su dignidad y considerar su estado de ánimo y sus sentimientos no significaba que él pudiera dejar que Vanesa fuera tan arrogante y altiva frente a él.

—¡Orlando, estás yendo demasiado lejos!

—¿Ir demasiado lejos? Haré cosas aún más escandalosas —Orlando se burló, levantando de repente la barbilla de Vanesa y obligándola a mirarle—. Hablando de esto, después de tanto tiempo, no has cumplido con tus deberes como mi esposa. Tal vez podamos hacerlo ahora.

—¡Vete a la mierda! —Vanesa miró a Orlando con frialdad y gritó con los ojos llenos de asco.

—Compórtate si no quieres que te haga nada aquí.

Orlando se burló, la sensación de amenazar a Vanesa para que no pudiera resistirse le hacía sentir genial y quería utilizar todas las amenazas que pudiera para verla rendir irritada.

—Suéltame.

—¿Todavía quieres irte?

Vanesa no dijo nada, pero miró a Orlando con los dientes apretados y cuanto más odio había en sus ojos, mejor se sentía él.

—Buena chica.

Sabiendo que la persona que tenía delante tuvo que rendirse, Orlando sonrió más orgulloso.

El funeral de Felipe sería mañana y ahora estaban presentes sus amigos de todas las clases sociales los que venían a expresar su sincera condolencia. Vanesa había seguido los deseos de Felipe, manteniendo el funeral reducido sólo para los familiares, luego los amigos terminarían de presentar sus respetos un día antes.

Estaba destinado a ser un día ajetreado.

Con Orlando cerca, Vanesa no estuvo de buen humor en todo el día y sintió dolor de cabeza después. Pensaba que Orlando había estado fingiendo todo el día y que debería haberse ido cuando no hubiera nadie por la noche, pero se quedó.

—¿No te vas todavía?

—El velatorio.

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