Vanesa no hizo caso a Orlando, pero éste siguió preguntando sin cesar.
—Trabajando —respondió Vanesa, impaciente.
—¿Trabajando? Vaya, Vanesa, ¿ya no quieres ni pensar antes de mentir? Si solo estás diseñando ropas, ¿cómo vas a estar hasta la medianoche? —interrogó Orlando, frunciéndose el ceño.
—Si no me crees, ¿por qué me preguntas? —Vanesa estaba cansada de sus sospechas y le refutó.
—Orlando, ¿no te parece aburrido? Estoy cansada, no quiero pelear más contigo y mucho menos ser interrogada por ti como una esclava todos los días. Divorciémonos, que será un alivio para ambos, ¿no?
—¡Ni pensar!
—¿Por qué diablos te niegas a divorciar? ¡Si eres tú quien me odia y ha convertido este matrimonio en una pesadilla! ¿Te parece muy divertido?
—¡No te liberaré! Vanesa, ¡nunca podrás estar con otros hombres a la luz del día!
—¡Orlando, estás loco!
«¡Qué ridículo! Resulta que, Orlando piensa que me quiero divorciar para estar con otro.»
Vanesa se burló de sí misma y subió las escaleras.
Orlando no quería darse por vencido, se puso muy frustrado pensando que Vanesa pidió el divorcio una y otra vez para irse con su amante. Además, regresaba tarde últimamente casi todos los días.
No obstante, Orlando no iba a permitir el divorcio.
¡Aunque muriera ella, siempre sería su esposa!
—¡Vanesa, párate!
—No tenemos nada que hablar.
—Vanesa, como eres mi legítima esposa, tienes la obligación de realizar tus deberes como esposa —dijo Orlando con una sonrisa retorcida y agarró su muñeca con fuerza.
—¿Mi obligación? Orlando, si quieres sexo busca a Melina, que estará encantada de complacerte.
—¿Estás celosa?
En ese momento, la alegría de Orlando estalló, porque creía que Vanesa había mencionado a Melina por celos y que le seguía amando.
—Eres demasiado engreído.
«¿Celosa? ¡Dios mío, prefiero que Orlando y Melina estén juntos por toda la vida para que no me moleste más!»
—Melina es mi herramienta de venganza contra ti.
En aquellos tiempos, Orlando se había alegrado por las súplicas de Vanesa ante su venganza de estar con Melina y su humillación. Por ese placer que le había traído la venganza, decidió estar más tiempo enredado con Melina.
Sin embargo, Orlando cambió de idea, porque se había dado cuenta que seguía amando a Vanesa al tiempo que la odiaba. De modo que, le surgió un nuevo plan de venganza, iba a convertir a Vanesa en una marioneta que se moriría de amor por él y así podría hacer todo lo que quisiera con ella.
—Eres tú quien está soñando.
Vanesa sacó su muñeca con fuerza y subió directamente a su habitación sin echar mera mirada a Orlando.
El rostro de Orlando estaba sombrío, pero tenía que controlar su ira para no fastidiar su plan. Podría hacer todo lo que quisiera con ella cuando lograse su objetivo.
Por otro lado, Vanesa no sabía nada sobre los pensamientos oscuros de Orlando y cerró la puerta al entrar a la habitación. Luego, se fue a dormir sin secarse el pelo tras la ducha, porque estaba exhausta del intenso trabajo en la empresa.
Al día siguiente, Vanesa tenía un dolor de cabeza horrible y estaba pálida como consecuencia de dormirse con el cabello mojado.
Pero había una reunión importante en el Grupo Cazalla y Vanesa no se quería perder esta gran oportunidad de aprendizaje, por lo que, aguantó el dolor de la cabeza y fue conduciendo a la empresa tras un desayuno rápido.
Después de la reunión, el dolor de cabeza de Vanesa intensificó tanto que quería descansar, pero tenía mucho trabajo que hacer y aguantó su dolor después de tomar unas pastillas.
También fue una casualidad que Felipe no estuviera en la compañía, que sino obligaría a su hija a descansar guardando cama.
Después de hacer su trabajo, Vanesa empezó a marearse y se dio cuenta de que había cogido el resfriado, porque le dolía la garganta y sentía escalofríos.
—Maldita sea —Vanesa maldijo.
Vanesa tenía mucha sed y cuando se levantó para servirse un vaso de agua, se cayó de nuevo en su asiento y perdió la conciencia.
Tras un aviso, se abrió la puerta del ascensor y Felipe salió con Dylan.
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