Amor profundo: insaciable amante romance Capítulo 38

Cuando Felipe regresó a la oficina, quería ir a buscar a Vanesa para preguntarle lo que había aprendido en la reunión.

Además, como Dylan también estaba con él, Felipe quería pedir a este que enseñara a Vanesa en la administración empresarial.

—Últimamente, Vanesa está aprendiendo cómo administrar la empresa y está en la oficina de al lado. Mando a la secretaria llamarla y que nos informe de lo que ha aprendido hoy.

—Genial —replicó Dylan con una sonrisa.

Realmente, Dylan llevaba mucho tiempo si ver a su gatita salvaje y le alegraba al imaginar la cara asustada que pondría al verlo aparecer en su oficina de repente.

Poco después de la orden de Felipe, su secretaria llamó a la puerta apresuradamente y dijo nerviosa:

—¡Presidente Felipe, la señorita Vanesa se desmayó en su oficina!

—¡¿Qué?!

Felipe se asustó y salió corriendo, pero Dylan llegó primero a la oficina de Vanesa, donde la vio a primera vista y en seguida sostuvo su cuerpo ardiente en sus brazos.

—¡Vanesa, Vanesa! —Dylan la llamó por su nombre ansiosamente y frunció el ceño al ver que ella tenía la cara enrojecida, y no le respondió a sus llamadas.

—Dylan, ¿qué le pasa a Vanesa?

—Tiene fiebre y hay que enviarla al hospital de inmediato —dijo Dylan y salió a grandes zancadas abrazando a Vanesa.

—¡Rápido, llamad al conductor! —ordenó Felipe a su secretaria y siguió a Dylan, preocupado.

Felipe estaba muy preocupado por Vanesa, le dolía mucho el corazón al ver sus labios agrietados de la fiebre y rezaba que no le pasara nada a su buena niña.

Por otro lado, Dylan estaba inexplicablemente ansioso cuando abrazaba a Vanesa, que ardía tanto como un horno, y quería besar aquellos labios agrietados para mojarlos, que solían ser dulces y suaves.

Pero en ese momento, la ansiedad superó a la angustia y Dylan subió al coche con Vanesa.

Felipe quería acompañarlos, pero Dylan lo detuvo con calma y dijo:

—Felipe, ¿no dijiste que tenía que asistir por la tarde a la discusión de un plan de proyecto importante? Me llevaré a Vanesa al hospital y la cuidaré, no te preocupes.

—Sería mucha molestia.

—No hay de qué, soy tío de Vanesa de todos modos y es mi deber cuidarla.

—Pues, muchas gracias.

Felipe estaba preocupado por Vanesa, pero Dylan tenía razón. Tenía un plan de proyecto importante en la empresa y debía tener mucha precaución ante la situación actual del Grupo Cazalla o si no…

—Pues ayúdeme a cuidar bien a Vanesa, por favor.

—No te preocupes —le prometió Dylan.

El conductor puso en marcha el coche y fueron acelerando al hospital.

Con la presencia del conductor, Dylan no podía hacer nada más que abrazar a Vanesa tranquilamente y luego la llevó apresuradamente al departamento de la urgencia del hospital, mientras el conductor realizaba los tramites para hospitalizarse.

Después de un examen médico, se determinó que Vanesa tenía una fiebre causada por el resfriado y la fatiga, pero ya no era grave tras la asistencia médica.

Por fin, Dylan exhaló un suspiro de alivio.

—¿De verdad? No puede ser tan grave una fiebre, siempre he estado muy sana antes.

De repente, Dylan se acercó a Vanesa, que casi tocó su nariz, y ella tenía que desviar la mirada porque le ardía la cara por la intimidad repentina.

—Mírame —ordenó Dylan y Vanesa apretó nerviosa su mano debajo de la manta sin atreverse mover ni un poquito.

Cuando los dos estaban inmóviles, la puerta de la sala se abrió de repente.

Vanesa se puso asustadísima por si alguien los viera estar tan cercanos y provocara algún malentendido. De modo que, no se atrevió a levantar la cabeza.

Por otro lado, Dylan estaba mucho más tranquilo que esta, quien tocó su frente con el dorso de la mano y dijo en voz baja:

—Menos mal que la fiebre se te ha bajado. ¿Te encuentras mejor?

Los ojos de Vanesa se agrandaron pero se fue calmando poco a poco al ver la mirada calmada de Dylan.

—Ya estoy mejor. Gracias, Dylan —le musitó Vanesa.

Felipe se había sorprendido un poco al ver que ambas caras estaban tan juntas al abrir la puerta, pero se tranquilizó al ver que Dylan actuó con tanta naturalidad y dijo sonriendo:

—¡Qué niña! ¿Por qué vienes a trabajar si te encuentras mal? ¡Pues ahora te quedas en el hospital! —Felipe se quejó y se acercó preocupado a Vanesa.

Dylan le cedió su puesto y Felipe le dio las gracias antes de sentarse.

—Dylan, muchas gracias por tu ayuda esta vez.

—Felipe, llegas a tiempo. Voy a comprar algo de comer para Vanesa, que debe de tener mucha hambre.

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