Amor profundo: insaciable amante romance Capítulo 421

Mercedes y Josefina se sorprendieron al ver los hábiles movimientos de Dylan.

Obviamente, al igual que Vanesa, no esperaban que Dylan hiciera las tareas por sí mismo. Los dos no pudieron evitar mirar a Vanesa, y se encontraron con que Vanesa también miraba a Dylan.

Mercedes miró primero hacia atrás, se adelantó y dijo.

—¿Cómo se puede esperar que hagas algo así?

—Está bien, tengo que acostumbrarme a cuidarla.

Dylan se sintió especialmente satisfecho de poder cuidar a su niña.

Mercedes vio que era hábil y paciente, así que no dijo nada más.

Sólo que la impresión de Dylan en su mente había cambiado un poco, ciertamente en el buen sentido.

—Quedaos con Vanesa y hablad un rato, el bebé necesita un baño hoy, yo la llevaré.

—Yo iré.

Dijo Josefina apresurándose a levantarse.

¿Cómo podría Dylan ir él mismo por algo así.

—Iré yo mismo.

Dylan se negó y se fue con su hija en brazos.

Josefina se quedó con la boca abierta al sentir que debía volver a conocer a Dylan.

—Tiene corazón.

Dijo Mercedes mientras miraba a Vanesa.

Al parecer, Dylan sería tan hábil era de permanecer en el hospital durante los últimos dos días para aprender, lo suficiente como para ver lo mucho que le importaba y valoraba a su hija.

—Yo tampoco me lo esperaba.

Dijo Vanesa también con emoción.

Madre e hija se miraron y ninguna dijo nada más.

Dylan ya era bastante hábil en el cuidado de su hija, pero por supuesto tenía que dejar el baño a una enfermera profesional. Se quedó observando cada movimiento de la enfermera, con los ojos fijos en la niña que tenía en brazos.

Al ver al pequeño bebé revolcarse felizmente en la piscina, Dylan sintió como si su corazón se hubiera metido en agua de miel, volviéndose dulce y suave.

Esta era su niña.

La niña se comportó excepcionalmente bien, ni un solo llanto.

Si no fuera por el teléfono que vibra en su bolsillo, Dylan no habría podido apartar la mirada.

Con cautela, salió y se quedó en el pasillo antes de que Dylan sacara su teléfono.

Fue la llamada de Mateo.

—¿Qué pasa?

—¡Descubrimos el paradero de Orlando!

Al oír eso, los ojos de Dylan se volvieron inmediatamente severos, sus profundos ojos oscuros como una daga afilada.

—¿Y bien?

—Actualmente está en el extranjero, pero parece que tiene previsto volver.

—Dile que no vuelva nunca más.

Ahora que Dylan tenía una hija, le correspondía proteger a su mujer y a su hija. Lo mejor era que Orlando no volviera nunca y no estuviera en su presencia.

A Dylan nunca le había gustado la arrogancia y no creía que Vicente fuera realmente honesto una vez derrotado, así que los preparativos ya estaban en marcha también en el lado extranjero.

Aunque Vicente tuviera la intención de hacer algo más, se le atragantaría la idea de él en la cuna.

Lo mismo ocurre con Orlando.

—No se preocupe, señor, haremos lo que podamos.

—Definitivamente, no en la medida de nuestras posibilidades.

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