Amor profundo: insaciable amante romance Capítulo 422

—¡Vanesa!

Los ojos de Dylan se abrieron de golpe y miró incrédulo a Vanesa.

Había una expectación y una alegría irrefrenables bajo sus ojos, y la mirada ardiente miraba a Vanesa con cierta incomodidad. Se dio cuenta de que su respuesta era básicamente la misma que dar esperanza a Dylan.

Al principio se había arrepentido de lo que había dicho después de soltarlo.

Pero al ver la mirada de Dylan en ese momento, de repente sintió que podría no ser una mala opción.

—Dame a tu hija, me acostaré con ella un rato.

—Está bien, te acompañaré al dormitorio.

Dylan recogió apresuradamente su expresión y llevó a su niña en brazos al dormitorio con Vanesa. En casa, por supuesto, su hija tenía que dormir con Vanesa en la cama grande.

Mirando a las dos mujeres tumbadas en la cama, la mente de Dylan estaba más contenta que nunca.

—Duerme un poco, llámame si tu hija necesita algo, estaré fuera.

Iba a buscar en el diccionario y pensar en un nombre para su hija.

Era lo más importante por ahora, más importante que un proyecto de cientos de millones.

Vanesa no dijo nada, sólo asintió.

Dylan salió con cuidado a la habitación y cerró la puerta tras de sí.

Dylan se había pasado toda la tarde luchando por decidirse por una palabra que creía que encontraría en el diccionario, sólo para verse abrumado por la gran cantidad de opciones.

Si Mateo hubiera sabido que Dylan se pasaría toda la tarde intentando pensar en un nombre y no se le ocurriría ninguno, se habría quedado sin palabras.

Por suerte, Dylan era el único que lo sabía.

Para asegurar la recuperación y la nutrición de Vanesa tras el parto, Dylan pidió a la nutricionista que se ocupara de su dieta diaria.

Cuando llegó la hora, devolvió su grueso diccionario y se levantó para abrir la puerta a la dietista.

Sólo había pasado una tarde desde que vio a su hija, pero Dylan la había echado mucho de menos.

Empujó suavemente la puerta del dormitorio para ver a Vanesa amamantándola. El bebé estaba tumbado en los brazos de su madre, con las mejillas blancas hinchadas. Dicen que los niños cambian de un día para otro, y con casi medio mes de vida, la piel del bebé ya se había estirado, haciendo que su aspecto fuera cada vez más adorable.

Dylan descubrió que su amor por su hija crecía día a día, incluso cuando tomaba leche se veía tan linda.

Vanesa miró el rostro sonriente de Dylan con asombro, como si la niña que tenía delante fuera el tesoro más preciado de su vida.

—Dylan, hablemos cuando tengamos tiempo.

Las palabras salieron de la boca de Vanesa.

Sabía que su propio corazón ya había tomado la decisión en lugar de la suya.

Dylan no tenía ni idea de lo que pasaba por la mente de Vanesa, salvo que el primer pensamiento que le pasó por la cabeza cuando la oyó decir en tono serio que quería hablar era que quería separarse de sí misma.

¿Era posible que todos sus esfuerzos no hubieran servido de nada?

El corazón de Dylan estaba amargo y agrio.

Pero a pesar de la amargura de su corazón, su rostro apenas mostraba una sonrisa.

—Bien.

La respuesta salió de su boca, pero en su mente intentaba ganar tiempo.

Lo volvería a intentar, seguiría intentándolo hasta que se acabara por completo. ¿Y si... y si Vanesa estuviera dispuesta a darle otra oportunidad?

Vanesa no notó la diferencia de Dylan y suspiró aliviada por su repentina decisión.

Era bueno no tener que pasar más vergüenza.

Los dos tenían pensamientos diferentes y ninguno habló durante un rato.

Hasta que un suave gruñido del pequeño rompió el ambiente entre ellos.

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