Amor profundo: insaciable amante romance Capítulo 47

Como era la primera vez que vio a Dylan tan malhumorado, su amigo no tardó en llamar al propietario del Hotel de la Paz y en breve vino el gerente del hotel para guiarlos a ver los videos de vigilancia.

—Pon todos los vídeos de la zona A desde hace una hora hasta el momento presente.

—¡Sí! —el gerente apresuró al guardia de seguridad para mostrar esos videos y Dylan se fijó fríamente en la pantalla.

El ambiente que rodeaba a Dylan era tan aterrador que ni su amigo se atrevió a preguntar demás y tuvo que acompañarle de manera confusa.

—¡Para! —Dylan vio una figura e inmediatamente gritó.

La pantalla se detuvo, el rostro de Dylan se volvió más sombrío y maldijo:

—¡Maldita sea!

—¿La conoces?

—Avanza para ver adónde fue.

Dylan no tenía tiempo de responder a su amigo, seguía mirando el vídeo. Poco después, vio que el camero subía con Vanesa al ascensor y tras verificar el número de la habitación, Dylan se marchó a grandes pasos.

—¡Oye! ¿A dónde vas?

—Gracias por lo de hoy, quedamos para otro día —dijo Dylan sin mirar hacia atrás.

Cuando su amigo fue a por él, Dylan ya se había subido por el ascensor.

«¡Maldita sea!»

Dylan miraba fríamente su figura reflejada en el ascensor, haría todo para que el tiempo volviera atrás para echar un vistazo cuando había descubierto que algo andaba mal en aquel momento.

Tras haber pasado tanto tiempo, no se sabía si a Vanesa le había ocurrido algo. Dylan apretó los puños, su rostro estaba tan sombrío como si fuera el demonio del infierno.

«Da igual quien sea, si se atreve a tocar mi pertenencia, lo que le espera será algo peor que la muerte.»

Al llegar a la puerta de la habitación, Dylan lo miró fríamente, luego levantó el pie y dio una patada para romper la puerta del hotel.

¡Boom!

Justo en ese momento, Vanesa ya estaba llegando cerca de la puerta y gracias que fue lenta, no fue golpeado por la puerta. No obstante, antes de sus temores, Vanesa levantó la vista para pedir ayuda a la persona que venía.

—¡Socorro!

Entre el efecto del medicamento y la dolorosa lucha para despertarse, Vanesa ya había llegado a su límite y estaba agotada. De modo que, no vio la cara de la persona que había entrado.

—¡Vanesa!

Dylan se asustó y sostuvo apresuradamente el cuerpo ardiente de Vanesa.

En ese momento, la puerta del baño se abrió y Lucho salió enojado, envuelto en una toalla.

—¿Quién eres? ¿Cómo te atreves a romper mi puerta? —maldijo Lucho.

Pero antes de que se acercara a Dylan, este le dio una patada tan fuerte que Lucho voló muy lejos hacia atrás y se chocó bruscamente contra la mesa.

—¡Ay! —gritó Lucho, que se hizo una gran herida al chocar su nuca con la mesa y cubría su cabeza.

Dylan abrazó a Vanesa de lado, pasó por delante de Lucho, quien no paraba de llorar por el dolor, y pisó fuertemente sobre su aparato genital.

—¡Ah!

La cara de Lucho estaba palidísima, no podía soportar más ese inmenso dolor y estaba dando vueltas en el suelo, poniendo sus manos en el pantalón.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Amor profundo: insaciable amante