Amor profundo: insaciable amante romance Capítulo 46

—¿Qué estás mirando?

—Nada.

Dylan retiró su mirada pensando que estaría loca porque esa mujer borracha no podría ser Vanesa, además ella nunca se vestía así.

—Vamos, que ya hemos reservado bien la sala.

El amigo tiró de Dylan del brazo y éste apartó su mano disgustado.

—Anda más decente.

—¡Joe, qué tiquismiquis eres! ¿De qué tienes miedo si no soy gay?

Dylan miró fríamente a este amigo bromista en silencio.

—Vale, vale, que no te toco más —dijo el amigo impotentemente y susurró disgustado—. ¡Qué tiquismiquis! Si no pasa nada por tocar.

El móvil de Lucho vibró y sus ojos brillaron de inmediato.

«Ya lo tienes.»

Lucho estaba tan alegre que quería subir de inmediato para saborear a esa bella divina, solo con pensar en sus delicadas manos blanquecidas se sintió terriblemente emocionado.

No obstante, Lucho ocultó su deseo repugnante y fingió seriamente:

—La señorita Vanesa me acaba de enviar un mensaje diciendo que no se encontraba bien y tenía que regresar. Es una pena, pero damos por acabado la cena. Bueno, Nacho, acompañas a este asistente de vuelta.

—Sí, señor Lucho.

El asistente ya estaba borracho y subconscientemente miró al señor Lucho.

—¿Dónde… está la señorita Vanesa?

Luego, el asistente se puso de pie tambaleándose queriendo salir a buscarla. No obstante, Lucho le guiñó el ojo a su subordinado y éste se levantó para arrastrar disimuladamente al asistente afuera de la sala.

—La señorita… Vanesa aún no ha vuelto, suéltame, voy a buscarla —dijo el asistente mientras lo estaban echando afuera.

—¿No has oído que el señor Lucho dijo que la señorita Vanesa se encontraba mal y se marchó antes de tiempo? —persuadió Nacho Manzano.

—Pero las cosas de la señorita Vanesa... siguen ahí.

—Mocoso, ¿estás bromeado? ¿No sabes lo que va a hacer el señor Lucho? Pero, no te preocupes, que el señor Lucho es muy generoso. Si le complace esta noche, seguro que firmará de inmediato el contrato y recibiréis mucha bonificación después. ¡Ambas partes salís ganado! —dijo el hombre mientras recordaba lo hermosa que era Vanesa y se tragó la baba.

—Oye, pero esa señorita Vanesa es más guapa de lo normal, que me entra ganas de saborearla también. ¡Qué pena! —dijo Nacho, quien también estaba borracho.

Estaba claro que la gente que rodeaba a Lucho y que leía su mirada, no sería un buen tipo.

Cuando los dos salieron por tirones, nadie se dio cuenta de que se habían cruzado con Dylan.

—Oye, Dylan, ¿qué estás haciendo? —el amigo de Dylan lo miró con sospechas.

«¿Qué le pasa a Dylan que se ha vuelto a parar en medio del pasillo?»

Dylan no respondió, a sus oídos aún resonaba lo que dijo el hombre.

«¿Señorita Vanesa? Parece que están socializando, pero no creo que Felipe haya mandado a su queridísima hija a atender a los socios por parte del Grupo Cazalla. Tal vez sea una simple coincidencia de nombre.»

Dylan se relajó y fue caminando entre las prisas que le daba el amigo.

En una habitación de la planta superior, Lucho abrió apresuradamente la puerta y estaba el camarero que trajo a Vanesa.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Amor profundo: insaciable amante