—¿Y qué si lo es? Ella es más importante para mí que la familia Rasgado que yo mismo. ¿Y qué si la familia Dávalos? ¿Y tú? No eres más importante que un pelo de la cabeza de Vanisa.
Graciela, que había sido mimada desde niña, siempre se había sentido orgullosa de sí misma, excepto cuando le había fallado a Alonso una y otra vez.
¿Cómo podría Graciela alegrarse al escuchar las propias palabras de Alonso de que ella e incluso su propia familia juntas no eran rivales para una zorra a sus ojos?
Torció la cara y miró a Alonso con indignación.
—Bueno, bueno, Alonso, prefieres ir contra la familia Dávalos por una mujer. Muy bien, si eso es lo que quieres hacer, pues adelante, inténtalo. Veré si la familia Rasgado y tu padre, el señor Rasgado, están de tu lado.
Dijo Graciela con los dientes apretados.
—No te molestes.
dijo Alonso con frialdad, lleno de asco mientras ordenaba.
—Dile a tu guardaespaldas que se vaya a la mierda.
—No.
Graciela se burló, levantando la barbilla y mirando provocativamente a Alonso.
En ese momento, los hombres de Alonso se abalanzaron sobre él. Al ver lo que ocurría en el salón, se adelantaron inmediatamente.
—Arréstenlos.
Alonso ordenó con voz fría, y sus hombres se adelantaron inmediatamente y rodearon a los dos guardaespaldas. Sólo eran dos hombres y se trataba de la familia Rasgado, así que no se atrevieron a actuar precipitadamente.
—Lo siento, te llevaré a la herida más tarde.
Alonso miró la cara de Vanesa, que había dejado de sangrar, y dijo con cara de disculpa.
Incluso quiso dar un abrazo a Vanesa, pero temió asustarla y tuvo que contenerse.
—Trae a Graciela también.
ordenó Alonso fríamente, con los ojos afilados en la pavoneante Graciela.
Estaba segura de que Alonso no se atrevería a hacerle nada, al fin y al cabo tenía a toda la familia Dávalos detrás, y Alonso seguía siendo una familia Rasgado, con su padre encima, y no se atrevería a hacerle nada.
Así que, aunque la habían atrapado, no tenía miedo.
—Vanisa, ve a esperar al lado, el médico llegará pronto.
Alonso giró la cabeza hacia Vanesa y le dijo suavemente.
Vanesa estaba un poco indecisa, le preocupaba lo que Alonso pudiera hacerle a Graciela.
No es que fuera una santa, sino porque Alonso estaba ahora en un ataque de ira y a ella le preocupaba que perdiera el control y golpeara demasiado a Graciela. Si ofendiera a la familia Dávalos, la familia Rasgado también tendría problemas.
—Alonso...
—Está bien, no te preocupes.
Alonso sonrió, no pudo resistirse después de todo y se acercó a Vanesa y le dio un suave abrazo.
Resistiendo el impulso de besarla, soltó rápidamente su mano.
—Vamos, primero hazte ese corte en la cara.
—De acuerdo.
Vanesa sabía que no tenía sentido decir nada, así que asintió y se fue.
De todos modos, esto era un asunto de Alonso con Graciela, y no era conveniente que ella se entrometiera.
En cuanto Vanesa se fue, los ojos de Alonso se volvieron afilados y fríos. Miró a Graciela con una mueca de desprecio y una mirada de asco que de repente la hizo sentirse insegura de su anterior certeza.
—Alonso... ¡ah!
Graciela acababa de gritar el nombre de Alonso cuando éste se abalanzó sobre ella y le acuchilló la cara con la daga limpia. El agudo dolor hizo que Graciela soltara un grito ahogado y al segundo siguiente estaba cubierta por el guardaespaldas que estaba a su lado ante la mirada de Alonso.
Los dos guardaespaldas que había traído con ella también se esforzaron rápidamente por acercarse a protegerla, pero fueron inmovilizados sin poder liberarse.
—¿Aún te duele?
Alonso frunció el ceño al ver las heridas en la cara de Vanesa, queriendo acercarse a ellas y tocarlas, pero preocupado por poder herir a Vanesa.
—Está bien, hace tiempo que dejó de doler. Es sólo un pequeño corte, se curará en unos días.
Vanesa sonrió y negó con la cabeza.
Realmente no sintió ningún dolor, sólo que Alonso estaba muy nervioso.
—Es bueno que no duela.
Aunque Vanesa había dicho que no le dolía, los ojos de Alonso seguían llenos de culpa. Fue su incapacidad para proteger a Vanesa lo que le dio a Graciela la oportunidad de hacerle daño.
—Estoy muy bien, no tienes que culparte de nada. Es que no hay manera de que la fiesta de compromiso tenga lugar así. ¿Qué hacer? Los invitados están casi aquí y va a ser duro para la familia Rasgado y para ti si no tenemos una fiesta de compromiso en este momento, ¿verdad?
—No te preocupes, me encargaré de ello.
Naturalmente, Alonso lamentó que estuviera tan cerca de celebrar una fiesta de compromiso con Vanesa.
En definitiva, la culpa fue de Graciela.
Lo que ella se había hecho antes, Alonso lo había soportado por su relación con la familia Dávalos. Pero esta vez ella había cruzado su línea y Alonso no quería dejarla pasar más tiempo.
Era el momento de hablar con su padre.
No hay amigos para siempre, ¿verdad?
La Familia Dávalos iba ahora cuesta abajo, y no era imposible que se tragara.
A mi padre le interesaría.
—Muy bien, descansa un poco, yo iré a buscar a papá. Llama a los criados si tienes hambre y no te lo pienses mucho. Este asunto fue causado por Graciela y me encargaré de él.
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