Dylan le había cambiado cuidadosamente el vendaje a Vanesa, pero por la fuerza que hizo Orlando, las heridas se abrieron de nuevo.
Vanesa apartó la mano de Orlando con la cara pálida por el inmenso dolor, pero Orlando pensaba que ella lo odiaba tanto que ni quería tocarlo.
—Ja. Vaya, Vanesa, qué atrevida eres —regañó Orlando y la miraba con una postura dominante.
En la mirada de Orlando, solo se veía un odio retorcido, era terrible, parecía que se estaba planeando algo. Vanesa le devolvió otra mirada odiosa cuando sostenía sus manos doloridas sigilosamente.
—Nos estamos torturando mutuamente, Orlando. ¿No vas a dar fin a esta tragedia?
—Nunca —rechazó Orlando y salió disgustado.
La puerta se cerró de un golpe y Mercedes, que estaba charlando por teléfono en el salón, se asustó y miró hacia el segundo piso, tapando el teléfono.
Al ver que Orlando bajaba, sus palabras fueron bloqueadas por su rostro sombrío y Mercedes colgó el teléfono.
—Orlando, ¿qué te pasa? ¿Te has peleado con Vanesa? —preguntó Mercedes preocupada.
—Mamá, tengo que irme ya.
Orlando intentó controlar sus emociones al máximo frente a Mercedes, pero su expresión seguía siendo extraño y se marchó rápido tras saludarla.
—¿Qué les pasa? —murmuró Mercedes frunciendo el ceño, cuando vio alejarse a Orlando.
Mercedes llamó a su amiga para pedir disculpas y citar la próxima quedada. Luego, colgó la llamada y subió a buscar a Vanesa.
—Vanesa, entró, soy mamá —Mercedes llamó a la puerta y entró antes de recibir la contestación.
Vanesa escondió sus manos heridas y miró a Mercedes con una sonrisa algo rígida.
—Mamá, ¿qué ocurre?
—¿Qué os pasa a ti y a Orlando? ¿Os peleaste? —Mercedes se sentó junto a la cama y preguntó preocupada.
—Es solo una pelea simple. No te preocupes, estaremos bien en dos días.
—¿Es una simple pelea? Le veo muy enfadado a Orlando, ¿qué ha ocurrido?
En la impresión de Mercedes, Orlando siempre había sido un chico amable y ella pensaba que su yerno tenía muy buen temperamento y amaba a Vanesa. Habría ocurrido algo muy grave para que Orlando se pusiera así.
—Venga, mamá, que no es nada grave, es una simple pelea. Habría puesto mala cara porque se encontraba mal. No te preocupes, ya estaremos bien en unos días.
—Orlando es un buen muchacho y no os quiero ver peleando.
—Sí, sí, lo sé. Prometo no pelear más con él, ¿vale?
Al ver que Mercedes estaba descontenta, Vanesa se apresuró a consolarla e intentó mantener la sonrisa, mientras que le dolía un montón el corazón.
Cuando vio las preocupaciones de Mercedes, Vanesa quería confesarle todo, pero Mercedes empezó a toser muy fuerte y ella tenía que guardarse las palabras.
—Mamá...
—Cof, cof...
—Mamá, ¿qué te pasa?
—Cof, Cof… —Mercedes seguía tosiendo y se puso pálida.
—¿Y Lucho Pozo?
—Según sus instrucciones, ya no se podrá quedarse más en la Ciudad Pacífica. Además, también le contamos a su esposa que tenía un amante afuera y su esposa quería que quedarse con todo el dinero debido a su traición.
—¿Y la compañía de Lucho?
—Hace unos días, su presidente negoció personalmente un proyecto, pero es una trampa total y cualquiera perderá todo su dinero si participe en este proyecto.
Dylan sus dedos golpeaban la mesa en silencio y Mateo no se atrevió a decir nada, se quedó esperando a un lado respetuosamente.
—No es suficiente.
—¿Qué hacemos demás?
—Dile que vaya a buscar a Orlando y continúe cooperando con él —Dylan levantó una fría sonrisa.
Dylan no esperaba enfrentarse tan pronto con la familia Moya, pero eso no significaba que no hiciera nada para castigar a Orlando y era una buena oportunidad de tender una trampa a él.
—Entendido.
Mateo llevaba ya siete años con Dylan y lo conocía bastante bien. De sus palabras, podía analizar que quería aprovechar este incidente para castigar a Orlando.
Luego, estaba el problema del Grupo Cazalla. Dylan no esperaba que Felipe cometiera errores y era normal que esos dos golpes llevaran al Grupo Cazalla en un estado de crisis.
Finalmente, Dylan sabía por qué Vanesa había ido a acudir a la negociación por parte del Grupo Moya, pero no la iba a perdonar fácilmente, porque debería haber acudido a él y no al gilipollas de Orlando.
«La daré una buena lección.»
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Amor profundo: insaciable amante