Amor profundo: insaciable amante romance Capítulo 52

Melina se vistió aguantando el dolor y mordió su labio mientras tenía la cabeza agachada, de manera que, sus labios estaban más hinchados y rojizos. La hermosa sonrisa que mostraba a propósito en su rostro pálido presentaba una belleza particularmente trágica y abusiva. Ella era una experta en mostrar su belleza como una hermosa frágil y débil.

—Me voy —dijo Melina y se detuvo un momento antes de pasar por Orlando.

Luego, ella se acercó cuidadosamente a él y le dio un suave y tierno beso en la comisura de sus labios.

Cuando Melina estaba a punto de levantarse, Orlando la agarró bruscamente por la cintura, la apretó contra el sofá y la besó con mucha fiereza hasta que sus labios se pusieron más rojos e hinchados. Luego, la soltó y frotó sus labios con fuerza.

—Bueno, ve a descansar al lado.

—Sí —dijo Melina sonriendo alegremente tras haber estado desconsolada en el instante anterior.

Realmente, a Orlando le gustaba mucho estas tácticas discretas que usaba Melina para complacerlo. Éste pellizcó su culo regordete eróticamente, luego le dio unas palmaditas y levantó la barbilla para indicar a Melina que saliera.

Melina sonrió y se fue a la habitación de al lado. Entró directamente al baño y dejó que corriera el agua fría sobre su palma herida. Le dolía tanto, pero Melina apretó los labios para no hacer ningún ruido.

Sus ojos estaban llenos de odio, porque ella ya no tenía vuelta hacia atrás y decidió ser más cruel para que Vanesa y Orlando rompieran por completo, así ella sería la única mujer de Orlando.

«Da igual que me trate como una sustituta de Vanesa, un instrumento para desahogarse o de abuso, porque ya no tengo vuelta atrás y tengo que seguir este camino.»

Orlando no llamó a Vanesa de inmediato, sino que tardó una hora en devolver la llamada, porque él estaba seguro de que Vanesa le tendría que pedir ayuda.

—¿Quieres suplicarme de nuevo? —preguntó Orlando con un tono lleno de sarcasmo y triunfo sin esperar a que hablara Vanesa.

—No te preocupes, no te lo volveré a suplicar —Vanesa refutó, mientras se seguía encontrando mal tras haber vomitado.

Realmente, Vanesa no quería dejarlo demasiado mal por la relación entre las dos familias, pero ya no tenía ganas de ser gentil.

—Vanesa, ¿a qué te refieres? ¿Me estás tomando el pelo? —el triunfo de Orlando desapareció al instante y su mirada se volvió feroz.

—Solo te he llamado para decirte que no seas demasiado despiadado, ya que un despiadado no se acabaría bien. Por otra parte, tanto estés con Melina como si vayáis a tener hijos, te pido que no te pases demasiado, porque no querrás avergonzar al abuelo, ¿no?

—¿Me vuelves a amenazar con el abuelo? —Orlando se mofó burlonamente, con un tono despectivo—. Vanesa, ¿no crees que eres demasiado hipócrita? Si realmente temes que te abandone por Melina, ¿no?

—Si te divorcias de mí de una vez, te haré una fiesta de agradecimiento —se burló Vanesa y colgó la llamada por el asco que tenía hacia Orlando.

Orlando esperaba que Vanesa iba a suplicarlo, pero ella se había burlado de él.

«¡Sigue queriendo divorciarse! ¿Es que no he hecho suficiente por ella?»

Orlando se rio sarcásticamente, tiró el teléfono y fue casi desnudo a la habitación donde estaba Melina, que acababa de terminar de ducharse. Luego, Orlando la presionó bruscamente contra la pared antes de que se vistiera y entró a un interior sin tener en cuenta los sentimientos de Melina...

—Orlando, por favor, ve más lento, me duele… —Melina suplicó agraviada con los ojos llorosos.

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