—¿Vas a divorciarte? —preguntó Dylan.
«Vaya, se me olvidó que este hombre estaba.»
Vanesa estaba tan irritada que ignoró directamente la existencia de Dylan.
«Bueno, no pasa nada, porque si no me divorcio, mis padres se morirían por la ira.»
—Se lo he dicho en varias ocasiones, pero como Orlando no lo aceptaba y me preocupaba la salud de mis padres, lo he aguantado tanto. Pero, ya no voy a seguir estando con él.
—La familia Moya no te aceptará el divorcio.
—Lo demandaré directamente por el juicio, como las evidencias de traición de Orlando vuelan por todas partes, ¡confío que podré divorciarme con éxito!
A Dylan le gustaba que Vanesa tuviera confianza en sí misma, pero su gatita salvaje lo había pensado demasiado simple, porque si Orlando no quisiera divorciarse, el divorcio no tendría éxito de ninguna manera.
Principalmente, Gerardo no dejaría que ocurriera eso, porque a ese hipócrita le importaba bastante la reputación de la familia Moya.
¡Ja!
Vanesa estaba inmersa en sus pensamientos y no notó la burla de Dylan o no le importaba.
—Se está haciendo tarde, tengo que volver. Vuelve a casa y no vengas más—dijo Vanesa y se puso de pie.
Dylan no la refutó, simplemente la estaba mirando llevando una sonrisa en la cara.
Por alguna razón, Vanesa se sentía incómoda al cruzar con su mirada. Luego, tosió para disimular la vergüenza y miró hacia un lado de manera errática.
—Me voy ya —dijo Vanesa y se escapó corriendo.
Dylan se rio al verla huir.
«Esta gatita salvaje parece estar tímida. Vaya, entonces, puede ser que sienta algo por mí. ¿Tal vez puedo esperar ese día?»
***
Vanesa estaba fuera de la habitación y su corazón latía incontrolablemente rápido. Ella frunció el ceño mientras cubría su corazón con la mano.
«No será por Dylan, ¿no? ¡No puede ser! Lo nuestro es una aventura a escondidas y encima es el tío de Orlando.»
Justo cuando Vanesa trataba de convencerse a sí misma, la puerta se abrió desde adentro.
—¿Vanesa? ¿Por qué no entras? ¿Qué te pasa, que tu cara está muy sonrojada? ¿Tienes fiebre? —Mercedes dijo preocupada y tocó la frente de Vanesa.
—Nada, es por el calor, que anduve con demasiado rápido.
—Anda, ¿qué haces con tanta prisa? —Mercedes dijo angustiada y le dio un abrazo a su hija—. Vuelve y descansa bien, acompañaré a papá en el hospital.
—No, me quedaré. No te encuentras bien y debes descansar bien por la noche.
—Estoy bien, regresa a casa, ¿vale?
—No.
—Pues llamo a Samara para que venga al hospital y se quede conmigo esta noche —cedió Mercedes.
—Vale.
Samara Ocasa llevaba más de diez años trabajando en la familia Cazalla, era la persona más fiable y cuidadosa, por lo que, se tranquilizaría Vanesa si viniera ella a cuidar de sus padres.
—Entonces, esperaré a que venga Samara, justo os puede traer la ropa de cambio y cosas por el estilo.
Mercedes no se opuso esta vez y mientras esperaba la llegada de Samara, Felipe recuperó inesperadamente la conciencia y se despertó.
—¡Papá! —Vanesa lloró de alegría, tomándolo del brazo a Felipe.
Luego, éste se acercó como si hubiera notado la mirada de Vanesa y la miró de frente, de modo que, Vanesa sintió que fue atravesada por la mirada afilada de Dylan. Ella se quedó mirándole hasta que el hombre se acercó a la ventanilla.
—¿Te has despertado?
—¿Qué hora es? ¿Por qué no me despiertas?
Estaban en el jardín de la Villa Cazalla y eran pocos pasos hasta el salón, pero Dylan la había dejado dormir en el coche.
—Estabas demasiada linda cuando te dormías y no fui capaz de despertarte.
Vanesa le echó un mal de ojo ante su elogio, luego se quitó la chaqueta y se bajó del coche.
—Me voy a descansar, así que vete a casa también.
—¿Mañana irás al hospital o a la empresa?
—Primero al hospital y luego a la empresa —Vanesa contestó sin pensar y luego se dio cuenta de que era demasiado obediente al responder.
Vanesa miró a Dylan enfadada, pero éste sonrió y la besó suavemente antes de subir al coche.
Era un beso tan suave, parecía como si se tocara con el agua, pero el corazón de Vanesa latía incontrolablemente.
«¡Qué loca estoy! ¡¿Por qué siento que su beso es tierno?!»
Vanesa sonrió amargamente y se giró.
Al día siguiente, Vanesa no se sorprendió en absoluto al ver a Dylan fuera de la puerta del hospital.
—No tienes que llegar tan pronto para traerme especialmente el desayuno, Samara lo comprará a mis padres.
—Venga, date prisa y llévaselos a ellos. ¿No tienes que ir a trabajar?
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Amor profundo: insaciable amante