Amor profundo: insaciable amante romance Capítulo 74

—¡Ah! ¡Señor Orlando!

La muchacha no sabía lo que había hecho mal y le dolía mucho tanto el cuero cabelludo, como por el golpe que sufrió al ser tirada. Ella miraba a Orlando con los ojos llorosos para dar pena, pero Orlando solo tenía en mente la cara de Vanesa y la siguió regañando ferozmente:

—¡Fuera! ¡Vete!

De modo que, la muchacha salió corriendo del temor. La sala privada volvió a estar en silencio y Orlando empezó a beber de una botella con la cara sombría.

De repente, se abrió la puerta, pero Orlando no se enteró de ese leve sonido y entró una figura delgada, era Melina.

Ella había investigado a Orlando y sabía que estaba bebiendo aquí. De modo que, se vistió como Vanesa y vino a buscarlo.

—Orlando, ¿por qué bebes tanto? —Melina preguntó preocupada, cogió el brazo de Orlando y lo miró con el ceño fruncido.

—¿Vanesa?

Orlando estaba tan borracho que confundió a Melina, quien se había vestido a propósito como Vanesa, con Vanesa.

—Vanesa, has venido. Aún me amas, ¿verdad?

Al estar borracho, los sentimientos ocultos de Orlando hacia Vanesa se descontrolaron, haciéndolo más débil y gentil. De modo que, tomó la mano de Melina, la dejó sentarse encima y abrazó suavemente su cintura.

—Vanesa, Vanesa...No te vayas...

—Estoy aquí.

Melina sonrió suavemente, pero su mirada mostraba odio y locura.

No le importaba ser una sustituta de Vanesa. Mientras que Orlando quiera estar con ella y ella se quedara embarazada lo antes posible, seguía teniendo esperanza de derrotar a Vanesa.

Aunque a Orlando no le gustaran los niños, a Gerardo sí le gustarían.

Orlando solía obligarla a tomar anticonceptivos cuando tenía relaciones íntimas con ella, por eso después de tanto tiempo, Melina no pudo quedarse embarazada.

Melina amaba profundamente a Orlando y había confiado que él no la dejaría, aunque no pudiera divorciarse de Vanesa. Sin embargo, ella había sido demasiado creída. Ahora tenía que atrapar a Orlando a su manera.

—Orlando, no me culpes —dijo Melina y miró a Orlando con ternura.

—Vanesa, te amo.

Orlando desconocía del plan de Melina y estaba muy emocionado, porque pensaba realmente vino Vanesa y se apresuró para besarla profundamente.

—Ah, Vanesa.

—Sí —respondió Melina con un tono suave.

Melina levantó la cabeza mostrando su cuello delgado, luego abrazó el cuello de Orlando y provocaba más entusiasmo devolviéndole el beso más ferozmente con su lengua.

Melina mostraba una cara de disfrute, pero su mirada estaba indiferente.

—¡Ah, Orlando, eres genial!

—¡Orlando, te amo, te amo mucho!

Los labios rojizos de Melina estaban diciendo frases amorosas, pero su mirada era muy horrible.

Como Orlando ya estaba acostumbrado a torturar sexualmente a Melina, él empezó haciendo el amor de forma salvaje como antes y a Melina se le escapó un grito de dolor.

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