Amor Silencioso: Mi muda mujer romance Capítulo 121

Tras visitar a su cliente, Alexander fue al hospital.

Zoe estaba comiendo su comida.

—Hoy llegas temprano. ¿Has comido? Si no, comamos juntos.

—Acabo de comer con el cliente.

—Ah, eso es bueno. Si vinieras antes podrías conocer a Florencia. Mira, la sopa de pollo hecha por Florencia. Ayer fue una sopa de pescado.

Alexander se sorprendió:

—¿Viene todos los días?

—Sí, ha venido todos los días desde el día en que me hospitalizaron. Me envía los distintos platos, porque piensa que los platos del restaurante son muy grasos.

—No lo he visto.

—En mi opinión, te está evitando a propósito.

Zoe observó la cara de Alexander:

—Ya has hecho demasiado. Si yo fuera ella, tampoco te perdonaría. Le sugiero que aproveche esta oportunidad para explicarse...

—No tengo nada que explicarme.

—No dices nada a los demás. Eres un hombre frío.

—Come, voy a comprar algo de fruta.

Tras decir estas palabras, Alexander se marchó.

Zoe miró a la esquina de la pared donde ya había un montón de fruta empaquetada. Suspiró.

Florencia estaba preparando verduras en la cocina, mientras su abuela veía la televisión en el salón.

El timbre de la puerta sonó.

—Luz ha vuelto a olvidar su llave.

La abuela abrió la puerta y susurró.

Florencia temía que su abuela corriera peligro sola, así que le había dado a Luz una llave de repuesto de la casa.

—Tú eres...

—¿Lo has olvidado? Soy Max, vine una vez.

La voz era familiar, Florencia se sorprendió. Se limpió las manos y salió de la cocina. A primera vista, era Max con muchas bolsas en las manos.

—Señora Florencia.

La abuela seguía asombrada, Max ya había pedido a los trabajadores que estaban detrás de él que movieran los objetos del salón.

—El Señor Alexander se ha enterado de que tu abuela está herida, así que me ha pedido que traiga algunos complementos alimenticios.

—Muchas gracias, las cosas que trajeron la última vez, todavía quedan muchas.

—Es una muestra de afecto del Señor Alexander hacia ti, no es mucho. Déjalo, por favor, ten cuidado.

Las cuatro personas llevaban un sillón de masaje al salón.

Florencia despejó el pasillo para facilitar el movimiento.

Preguntó la abuela a Max,

—¿Dónde está el Señor Alexander? Estuvo casado con Florencia durante mucho tiempo, pero nunca lo he visto.

Dijo Max:

—Está ahí abajo, todavía hay cosas ahí.

¿Abajo?

Florencia se sorprendió y detuvo a su abuela.

—Quédate en casa, yo bajaré.

Lea no se dio cuenta de su pánico, gritó a su espalda:

—Pídele que cene con nosotras.

Florencia se apresuró a bajar las escaleras. Vio a Alexander salir del coche y observar los alrededores con las manos en los bolsillos.

—¿Por qué estás aquí?

Florencia estaba atenta.

Alexander miró en dirección a la casa de su abuela:

—¿Estás satisfecha con lo que te traigo?

—No te he disgustado en los últimos días.

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