Apenas terminó de hablar, Vivian la llamó.
Cogió el teléfono,
—Cristina, envié al rescate de los hombres en el Parque de Atracciones del Oeste, y ahora voy allí también. Por cierto, dile a Claude, por si lo ves, que la mujer y su hijo saldrán intactos.
—Vivian, no vayas allí, es más, retira a tus hombres.
—¿Cómo? ¿Por qué?
—No es Claude la que está en la línea de fuego, sino nosotros.
Tomás inició el secuestro y se mostró inocente, esperando a que estuvieran presentes para luego tomar las pruebas que le servirían contra Alexander y Mateo.
Ese travieso de Brice había ido desarrollando su astucia en los últimos años, así que probablemente adivinó que habían manipulado la pelea.
En ese momento, Tomás los llevó a los tres al Parque de Atracciones del Oeste.
Ha caído la noche, no hay rastros humanos en el vasto parque.
—Aquí estamos, ¿y dónde está mi hija?
Sentado en el coche, Claude estaba irritado.
Apagando el cigarrillo que acababa de apagar y tirar al suelo, Tomás dijo:
—No tengas prisa, seguimos esperando cifras.
—¿Qué quiere exactamente?
—Pruebas de que estás en una conspiración con Florencia y la chica Graciani. Cuando lleguen, di lo que quiero.
—¡Qué historia! ¿Qué trama? ¿Dónde está mi hija? —gritó Claude presa del pánico.
—Parece que no te importa mucho la chica. Si tuviéramos que cuidar de ella en vez de ti...
Tomás le pasó a Claude un teléfono móvil del que salían carcajadas, y en la pantalla aparecía la chica del paseo en caballo de madera de esta tarde.
Al ver esto, el padre se puso muy nervioso,
—Colette.
Tomás recuperó el teléfono móvil,
—¿Quieres decir algo ahora?
—Sí —articuló Claude entre dientes apretados.
—Florencia te dio la orden, ¿no? ¿Qué te pidió que hicieras?
—Sí, fue ella quien me obligó a rechazar categóricamente el traslado, luego a crear conflictos con el equipo de demolición y a rechazar la conciliación fuera de los tribunales...
Todas las palabras se grabaron con el bolígrafo de Tomás.
—Perfecto, una vez que lleguen, repetirás todo sin ningún cambio, ¿entendido? ¿Y quieres encontrar a tu hija?
Tomás echó un vistazo a la gran rueda iluminada,
—En la cabina más brillante, pero no hay manera de que baje ahora.
Claude palideció de terror al oír sus palabras.
—No te preocupes, no la dejaremos sola —gruñó Tomás.
Después de un largo rato, se oyó el ruido de los coches rodando fuera.
—Sr. Tomás, hay gente.
—Han persistido durante mucho tiempo. Ya es de noche.
Tomás miró hacia la puerta con aire triunfante.
Aterrorizado, Claude no se dignó levantar la cabeza.
Se acercaban pasos desordenados.
—¡Allí!
Sin tiempo para reaccionar, toda la zona se iluminó con flashes y una multitud de periodistas los rodeó.
—El Sr. Tomás del Grupo Nores, y también el Sr. Claude.
Asombrado, Tomás preguntó en secreto,
—¿De qué se trata? ¿Por qué han venido los periodistas?
Tomás se puso muy nervioso cuando oyó «llamad a la policía» y empezó a golpear los aparatos a gritos:
—¡Deja de filmar!
Pero nadie le hizo caso.
Para estos periodistas, no era cuestión de renunciar a estas portadas para mañana.
Momentos después, la policía y la ambulancia llegaron casi al mismo tiempo.
Claude y su hija fueron enviados al hospital.
A la salida del parque, Claude seguía aterrorizado. En la ambulancia reconoció a Vivian, disfrazada de periodista, lo que le tranquilizó un poco.
No es de extrañar que el Grupo Nores estuviera en el punto de mira.
En la entrevista, Claude, con su hija en brazos, nos dijo enfadado,
—Tomás secuestró a mi hija, luego vino al hospital y me obligó a ir con él. Y en el parque, me hizo mentir que estaba en una conspiración con alguien.
—La policía tiene una grabación de audio ofrecida por el Sr. Tomás.
—En el que dije todo lo que Tomás quería. Con mi hija en su mano, no se me permitió hacer nada.
En cuanto a las relaciones públicas, la entrevista se emitió en directo por televisión.
En el amplio despacho reinaba un silencio sofocante.
La opinión pública se enfadó una vez más antes de apaciguarse, era como la nariz en la cara.
Preguntó Alexander con cara de frío:
—Dónde está Tomás
—El Sr. Brice le consiguió la fianza. Probablemente esté con él.
—Ante tal catástrofe, huyó.
Los demás se miraron sin saber qué decir.
¡Qué irresponsable!
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Amor Silencioso: Mi muda mujer
actualiza por favor...
Buenos días: espero esté bien, cuando suben más capítulos. Gracias...