El ayudante Edmundo Martínez, que se encontraba a un lado, vio que Ernesto llevaba mucho tiempo sin hablar y que su rostro era bastante sombrío, así que Edmundo tomó la iniciativa para decir:
—No esperaba que la señora Ruiz estuviera...
Pero pronto se dio cuenta de su error y se corrigió rápidamente:
—La señorita Saelices resultó ser la guionista Escarcha Invernal. Si no quiere contratarla, me pondré en contacto con el Sr. Cabal inmediatamente.
Edmundo lleva muchos años con Ernesto, y sabe muy bien lo harto que estaba Ernesto de Amelia.
Aunque Edmundo pensaba que era mucho más fácil llevarse bien con Amelia que con Isabella, no le preocupa la relación entre las tres.
Pero no esperaba que Ernesto lo detuviera:
—No es necesario.
Edmundo se detuvo sorprendido. Pensó que Ernesto no quería ver a Amelia en absoluto. Si Amelia se convertía en su guionista, tendrían que reunirse con ella más a menudo.
Ernesto explicó:
—Dado que el Sr. Cabal la recomendó encarecidamente, por supuesto que tenemos que creer en su capacidad. Además, los negocios eran los negocios, no hay nada personal.
La implicación era que él estaba al tanto de las cosas personales y de los negocios. No la echaría de este proyecto por sus prejuicios personales contra Amelia.
Edmundo asintió:
—Vale, lo entiendo.
Entonces dijo:
—Mañana es la primera reunión plenaria de este proyecto, ¿quieres asistir?
—Sí —Ernesto tenía una agenda muy apretada. Al escuchar esto, Edmundo lo anotó y se fue a hacer los arreglos.
Un rastro de diferentes emociones pasó por los ojos de Ernesto. Mañana vería por sí mismo qué tipo de guión había escrito ella.
Poco después de que Ernesto empezara a trabajar, Isabella llamó.
Isabella protestó suavemente al otro lado del teléfono:
—Ernesto, hace tiempo que no me acompañas.
Al contrario, le pareció desagradable. Fue ella la que insistió en romper con él para demostrar que era capaz de hacerse un hueco en el mundo del espectáculo. Pero también fue ella la que dijo que quería dejarlo.
Las decisiones contradictorias de Isabella molestaron a Ernesto, porque su decisión egoísta del principio hizo que se reescribiera el destino de muchas personas.
A Isabella se le atragantó la palabra de Ernesto, pero entonces cambió inteligentemente de tema:
—Venga, cariño, dime si puedo participar o no.
Un rastro de aburrimiento apareció en los ojos de Ernesto. Cuándo empezó Isabella a ocultar sus emociones y a tentarle?
No es que no pudiera oír la tentación en las palabras de Isabella. También creía que, como Viviana sabía que Amelia había vuelto, Isabella debía saberlo también.
Isabella quería seguirle a la reunión de mañana. Su propósito era conocer a Amelia, o ver si había algo entre él y Amelia.
Sin embargo, Ernesto acabó accediendo:
—De acuerdo.
En cuanto a por qué lo haría, por supuesto era porque quería estimular a Amelia, para ver si realmente lo había superado.
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