A las nueve de la mañana siguiente, en la sala de reuniones de Tymers Entertainment.
Esta es la primera reunión formal del proyecto de drama de época Princesa Leilania. Era lógico que asistieran todas las personas importantes, desde inversores hasta directores y guionistas.
Especialmente la guionista. Ella era la protagonista hoy. Tenía que presentar el esquema y la dirección general del guión a todos los grandes.
Cuando Ernesto e Isabella aparecieron juntos, Lautaro Cabal enarcó las cejas y se levantó para darles la bienvenida.
Expresó especialmente su bienvenida a Isabella. Las palabras de Lautaro parecían insinuar algo:
—La señorita Carita también está interesada en este espectáculo, ¿verdad?
Isabella sostuvo el brazo de Ernesto, su exquisita sonrisa floreció:
—Estoy semi-retirada, y no habrá ninguna oportunidad para mí. Sólo estoy aquí para acompañar a Ernesto.
Isabella miró alrededor de la sala de reuniones mientras hablaba, tratando de encontrar a Amelia.
Lautaro miró a Isabella sin decir nada. Luego se dio la vuelta e invitó a los dos a sentarse.
Cuando Ernesto se sentó, miró el reloj que llevaba en la muñeca. Estaba a punto de comenzar la reunión, pero allí el guionista estaba ausente.
Diez minutos más tarde, la reunión comenzó oficialmente, y Amelia aún no había llegado.
Lautaro se levantó y anunció a todos disculpándose:
—Todos, siento que nuestro guionista no haya podido venir hoy. Os presentaré el guión.
La cara de Ernesto se ensombreció un poco. ¿Creía que estaba trabajando en un mercado de verduras? ¿Cómo podía dejarlos aquí como ella quería?
La cara de Ernesto no tenía buena pinta, y los demás también expresaron su descontento.
Isabella, que estaba sentada al lado de Ernesto, también dijo con una sonrisa:
—Vamos, señor Cabal, esta es la primera reunión oficial de este proyecto. ¿Su guionista nos acaba de dejar plantados a todos?
Lautaro explicó con una sonrisa:
—¿No explicó tu guionista el accidente que había sufrido?
La mano de Isabella bajo la mesa se apretó con fuerza. Aunque la pregunta de Ernesto sonaba ceremoniosa, ella tenía la impresión de que Ernesto estaba preocupado por Amelia.
Isabella no sabía por qué se sentía así. Aunque tenía claro que Ernesto despreciaba a Amelia, el sexto sentido de la mujer era muy preciso.
Lautaro se puso delante y le contestó formalmente:
—No he preguntado. Al fin y al cabo se trata de la intimidad de la empleada. Decido respetarla y creerla.
De hecho, Lautaro sabía por qué Amelia no asistió a la reunión.
Hoy era el día de la muerte de la madre de Amelia. La madre de Amelia estaba enterrada en el campo. Anoche se apresuró a ir al campo a visitar su tumba, pensando que podría volver esta mañana.
Inesperadamente, era la temporada de lluvias. En el camino de vuelta, el autobús que tomaba Amelia resbaló y volcó.
Aunque Amelia no creía estar herida, la ambulancia envió a todos los del autobús al hospital para un examen colectivo, por lo que no pudo regresar a tiempo.
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