Atrapada en la Venganza de un Millonario romance Capítulo 15

No voy a negarlo, el yate es extremadamente lujoso y de tal tamaño que me hace pensar que podría vivir aquí, pero también admito que en estos momentos su cercanía me da más asco que nunca. Lo evado por completo y voy hacia la proa para quedarme parada frente a la barandilla y observar como la ciudad se va haciendo más pequeña a medida que nos adentramos al océano.

Todo esto debería de estar viviéndolo con el hombre de mis sueños. El debería estar parado detrás de mi abrazándome por la cintura y dejando besos exquisitos de esos que te quitan el aire en mi cuello, pero no. Estoy en este yate con un hombre que dice que un hijo es un negocio que nos conviene a los dos.

Cierro mis ojos intentando olvidarme de todo y dejo que el aire pegue en mi rostro. Puedo sentir como el pareo color negro que llevo puesto se mueve a causa del viento y también en partes de piel que el bikini que llevo puesto no cubre. Es una sensación de libertad exquisita, una que no tengo pero que amaría tener.

No sé cuánto tiempo llevo aquí, pero el roce de una mano en mi espalda me sobresalta, y al abrir mis ojos veo como esa misma mano se coloca sobre mi abdomen. Su otra mano no tarda mucho en rodearme, y apoya su barbilla sobre mi hombro.

—¿Qué haces? — pregunto con un hilo de voz.

«Maldita sea, ¿Por qué tiene que acercarse así con ese intoxicante aroma que tanto me gusta?»

—Abrazo a mi bellísima esposa. — comenta con ese acento y niego.

—No me convencerás de tener un hijo contigo así me trates como una reina. — le advierto.

—Sienna, creo que tú y yo hemos comenzado con el pie izquierdo. — dice y debo darme la vuelta para poder verle a los ojos.

—¿Qué? ¿Acaso eres imbécil? Ya sé lo que buscas de mí, y créeme que no lo obtendrás. — le explico firme. —No intentes venir ahora y hacerte el romántico conmigo. —continúo diciendo e intento zafarme de sus brazos, pero él me detiene.

—No seas tonta Sienna, esto te conviene a ti también. — me vuelve a decir y niego.

—Olvídate de esa estúpida idea. Yo no tendré nada contigo. — le informo y cuando intento alejarme una vez más, el me jala del brazo y me acorrala entre su cuerpo y la barandilla del yate.

—¿No te has dado cuenta que podríamos disfrutarlo mucho? — me pregunta de manera prepotente.

—Has jugado mal tus cartas Lucas, yo contigo no tendré nada. — digo firme y me muevo de tal manera que pueda zafarme de él, pero toma mi rostro entre sus manos con fuerza.

—Mis cartas las he jugado bien; pretendía que mis padres olvidaran esa estúpida cláusula del testamento, pero como veras no lo han hecho... —confiesa y rio de manera sarcástica.

—¿Qué te hace pensar que te creeré? — pregunto con rabia.

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