Atrapada en la Venganza de un Millonario romance Capítulo 23

No puedo dejar de pensar en todo lo que Lucas me ha dicho ayer. No he podido dormir en casi toda la noche y aquí sigo dando vueltas en mi cama tomando el valor para ponerme de pie e ir a la oficina sabiendo que lo veré allí.

Un golpe en la puerta irrumpe mi caos mental y al dejar que entre allí está mi padre con su traje gris listo para ir a trabajar —buenos días, hija, ¿aún no te levantas? — me pregunta con una tímida sonrisa.

—Buenos días, padre, se me ha hecho tarde, pero te encuentro en la empresa, ¿sí? — explico y asiente levemente.

—Te veo allí, por favor recuerda que tenemos una junta directiva a las 11 y que debes estar presente — me deja saber y tan sólo asiento.

Desde ayer que mi padre ha insistido que debía estar presente en esa junta ya que se informarían algunos cambios en la empresa.

—Estaré allí — afirmo y le lanzo un beso tal como hacía cuando era niña.

[...]

Acomodo mi vestido negro largo hasta la rodilla al bajar del auto, y tomo el valor para entrar al edificio. Debería estar más segura de mi misma y mentalizarme para no dejar que su presencia me afecte, pero es muy difícil. Son tantos los sentimientos encontrados que tengo hacia él que ni siquiera sé exactamente lo que siento. Por una parte, lo detesto por lo que me ha hecho, por haberme no sólo obligado a casarme con él sino la manera que ha poseído a la fuerza. Por alguna razón cuando estábamos en Italia tenía la esperanza que las cosas entre nosotros mejorarían un poco, pero es evidente que no ha sido así. Miro el reloj y decido ir a dejar mis cosas a mi oficina para luego ir a la sala de junta; sólo faltan 20 minutos para que la junta comience.

Entro pretendiendo ser la mujer más segura del mundo a la sala de juntas y allí está mi padre y Lucas sentado alrededor de la larga mesa de cristal. —Buenos días — me limito a decirles a los dos y tomo asiento en el sitio más alejado a donde está el. No quiero siquiera cruzar una mirada. Tomo mi celular y pretendo estar muy ocupada respondiendo correos electrónicos hasta que de a poco los socios van llegando y cada uno es presentado a Lucas por mi padre.

Es la primera vez que me atrevo a mirarlo y es increíble el poder de convencimiento que tiene con todos ellos. Les sonríe y les habla de esa manera tan particular que tiene que le hacen ver como un gran hombre de negocios que es capaz de ser la salvación de todos. Es imposible no creerle no sentirse convencida por todo lo que dice.

Hacía mucho que no me sentaba en una de estas juntas; tanto que había olvidado lo aburridas que podían llegar a ser. La explicación de los reportes financieros, de los números de venta, y de proyecciones es presentada por mi padre y yo tan sólo escucho atentamente hasta que termina y luego le pide a Lucas que se ponga de pie.

—Señores, quiero informarles que a partir del día de hoy mi hija Sienna, y Lucas estarán trabajando juntos en crear una mejor imagen para la empresa y en incrementar el número de ventas. Mi hija pondrá en práctica el conocimiento que posee en el mercado del país, y Lucas el suyo en la industria — informa y no comprendo porque no me ha dicho nada de todo esto.

«¿Acaso mi padre se ha vuelto loco? ¿No ha entendido que Lucas y yo nos hemos divorciado por algún motivo?»

Este debe de ser un maldito plan hecho por Lucas; de otra manera no comprendo lo que está sucediendo. Tengo ganas de quejarme, de gritarle que no me puede hacer esto, pero, no puedo empeorar la imagen de mi padre ni de la empresa. Decido morderme la lengua y simplemente salir huyendo de aquí hacia mi oficina.

Recorro los pasillos a toda prisa y sin mirar o detenerme a saludar a nadie sólo me quiero encerrar y esperar a que se me pase esta rabia que llevo por dentro. Al entrar a mi oficina encuentro a dos señores del área de mantenimiento colocado otro escritorio en el lado opuesto al mío—¿Pero qué hacen? — pregunto totalmente confundida.

—Señorita Di Marco, su padre ha dado órdenes para que el escritorio del señor Sandonini sea ubicado aquí en su oficina— me explica uno de ellos y definitivamente esto debe ser una broma.

Me dispongo a salir de la oficina cuando choco con él — disculpa, no te he visto— me dice sujetándome de los brazos.

—¿Te has vuelto loco? ¿No entiendes que no quiero verte? — le reclamo y el tan solo encoge los hombros.

—Lo siento Sienna, pero han sido órdenes de tu padre. A partir de hoy, trabajaremos juntos— me dice con una estúpida sonrisa dibujada en su rostro, una que quisiera quitarle de un golpe.

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