Atrapada en la Venganza de un Millonario romance Capítulo 30

La copa de champagne está vacía, y él con su mirada me pregunta si quiero otra. Asiento y observo la manera en que vuelve a llenar la copa. Estamos esperando el postre y aún no le he respondido a su pregunta. Hemos hablado de muchas cosas, pero no exactamente acerca de lo que creía que sucedería entre nosotros si él no hubiese sido un imbécil.

Lo he pensado lo suficiente—estoy preparada para responder a la pregunta que me has hecho y que quedó pendiente entre los dos— confieso y me mira expectante.

—Te escucho— me dice firme.

Antes de responderle, espero a que el mesero deje los platos con el postre sobre la mesa y una vez que se retira, respiro profundo e intento tomar valor para decir la verdad.

—La noche que te conocí, yo aún estaba muy lastimada por lo de Ramiro; tú conoces bien esa historia. Fue tu plan— le digo firme.

—Sienna, yo...— intenta decir, pero levanto mi mano como pidiéndole que se calle.

— No hables más de eso. Ya hemos tenido esa conversación y no pretendo revivirla— digo firme y el asiente.

—Lo siento. — dice bajito mientras yo bebo un sorbo de champagne.

—La noche que te vi llegar a mi casa, yo no sabía quién eras... lo único que sé, es que te vi y pensé que tú y yo podíamos pasarla de maravilla juntos. Mi padre me advirtió que no volviera a involucrarme con alguien con quien él tenía negocios porque eso es lo que él creyó que había sucedido con Ramiro y la razón por la cual él había perdido dinero... Tú y yo sabemos lo que sucedió en aquella fiesta. Yo creí que ambos estábamos buscando lo mismo. —

—¿Sexo? — me interrumpe y asiento.

—Sí, Lucas yo no soy una santa. Eso es claro, pero tampoco merecía lo que tú me has hecho— digo recordándoselo una vez más.

—Sienna— dice agitado e inclina su cuerpo hacia la mesa para acortar la distancia entre los dos.

—¿Tú crees que yo esa noche no me di cuenta de la manera en que me mirabas? ¿Crees que me ha resultado fácil ser frío y calculador contigo? — me pregunta firme y tan sólo puedo inclinar mi cuerpo hacia él para que la distancia sea mucho menos.

—Pues no se ha notado— replico firme.

—Tuve que morderme los labios para no dejar salir las palabras que en realidad quería decirte la noche que te conocí. Tuve que recordarme una y mil veces el motivo por el cual buscaba vengarme para no caer como un idiota a tus pies. Sentí ganas de besarte demasiadas veces, muchas más de las que podía llegar a imaginar. Sienna, no sé cómo he hecho para tratarte tan mal durante todo aquel tiempo cuando de lo único que sentía ganas era de pedirte que olvidáramos todo y viviéramos todo lo que estábamos sintiendo—me dice y yo creo que se me ha cortado la respiración.

—¿Y porque has hecho lo que hiciste? ¿Por qué no te acercaste a mí de otra manera e intentaste que lo nuestro funcionara? —le pregunto intentando que las lágrimas que amenazan por salir de mis ojos no me traicionen.

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