Aventura Amorosa romance Capítulo 86

Deivid explicó los orígenes de Gloria y luego pasó a hablar.

—La familia Sanhueza no es para menos, pero no se ha desarrollado sino que ha retrocedido en los últimos años. Así que es una buena oportunidad para Romeo. En este momento no va a dejar que le pase nada a Gloria pase lo que pase.

Con el análisis de Deivid, Fionna recordó su conversación con Romeo. No era de extrañar que temiera que se entrometiera y que tuviera que ocuparse él mismo del asunto. Parecía que todo tenía que esperar a que se cumplieran sus ambiciones para poder ponerlas en marcha.

—Debería ser por eso…

Fionna se detuvo al oír el ruido del estómago de Deivid.

—¿No has cenado todavía? —preguntó Fionna con preocupación.

—Sí —Deivid respondió con cierta vergüenza.

—Deja que te prepare la cena —dijo Fionna y se dirigió a la cocina.

Después de rebuscar no había más que unos fideos.

—Tendré que cocinar fideos.

Fionna se puso manos a la obra, moviéndose con rapidez y fluidez.

—Llámame si te quedas sin comida en casa en el futuro y te llevaré comida.

Al pensar en la nevera vacía de Deivid, Fionna no estaba contenta. Los hombres no sabían ni cuidar de sí mismos.

En ese momento pensó en Eric, que no había cenado cuando ella había salido. Se preguntó si Yunuen le había pedido comida.

Eric había sido tan cruel con ella, no debería preocuparse por él.

«Recuerda, Eric no tiene nada que ver conmigo. »

—Fionna.

—¿Hmm?

Los pensamientos de Fionna volvieron a cambiar y miró a Deivid confundida.

—Los fideos deben estar listos, ¿verdad?

Deivid seguía siendo cálido y acogedor, siempre con una sonrisa, aunque estaba un poco triste por el deambular de Fionna.

—Sí, es verdad,

Fionna reaccionó y se apresuró a sacar los fideos.

—Deivid come tú primero, tengo cosas que hacer.

Fionna dejó los fideos en la mesa y se fue corriendo. Por alguna razón, Eric la seguía tranquilizando.

Fionna volvió a casa con sólo los dos niños en el salón y sin rastro de Eric.

—Lucas, ¿dónde está papá? —preguntó Fionna.

—Papi dijo que estaba cansado y se fue a descansar en su habitación —Lucas respondió en voz baja.

—¿Ha comido papi?

—No, dijo que no se sentía bien y que esperaba la cena más tarde.

Las palabras de Lucas hicieron que Fionna se pusiera repentinamente tensa y corriera hacia el dormitorio de Eric.

Al entrar en el dormitorio Eric no estaba, Fionna fue al guardarropa y finalmente encontró a Eric en el baño, acurrucado en el suelo sujetándose la cabeza.

—¿Qué pasa? ¿Te duele la cabeza otra vez?

Fionna estaba alterada por la dolorosa apariencia de Eric.

—Dónde está la medicina, te la traeré.

Fionna recordó la última vez que Eric tuvo un dolor de cabeza se alivió tomando esa medicina.

—En el... en el cajón junto a la cama.

Fionna se apresuró a salir y trajo la medicina lo más rápido posible.

—Come y estarás bien.

Eric se lo tragó de un trago, pero el dolor de cabeza continuó.

—Te ayudaré a volver a la cama.

Fionna empujó con fuerza para ayudar a Eric a levantarse. Fue una lucha, pero su voluntad la mantuvo en pie y finalmente consiguió subirle a la cama.

—Toma un poco de agua primero.

Fionna le pasó agua, pero éste tenía tanto dolor que no pudo beberla. Fionna devolvió el agua y volvió al lado de Eric.

Levantó la cabeza de Eric y luego colocó su mano en la cabeza de Eric y comenzó a frotarla con suavidad.

Sus manos parecían tener poderes mágicos y era extraordinariamente suaves y reconfortantes. El dolor de la cabeza de Eric se fue aliviando poco a poco.

—¿Mejor o no?

Después de frotar un rato, a Fionna le dolían las manos, pero siguió frotando.

—Sí.

Eric sudaba por el dolor y además estaba débil y sin fuerzas.

—Entonces te restregaré un rato.

Fionna continuó. Mientras funcionara, valía la pena.

Al cabo de unos instantes más, las manos de Fionna se habían entumecido y las frotaba con un mal agarre, a veces más profundo y a veces más superficial. Eric podía sentirlo y cogió la mano de Fionna y comenzó a masajearla.

—No lo presiones, es mejor.

Eric, que acababa de abrir la boca, se detuvo porque no sabía cómo seguir. Si pedir disculpas o continuar la discusión.

Fionna se quedó atónita ante el tono de Eric.

—¿Por qué? ¿Quieres que me disculpe con Lorena?

Fionna no podía evitar sentirse agraviada cuando habló de ello.

¿Estuvo mal que dijera la verdad?

¿Por qué debía cargar con las consecuencias cuando no era su culpa?

—Estás pensando demasiado otra vez, ¿he dicho eso?

Eric admitía que su actitud fue un poco exagerada, pero que no podía hacer nada al respecto.

—Lo digas o no, no te hagas ilusiones. He dicho que no me voy a disculpar por algo que no he hecho mal.

Fionna seguía manteniendo su convicción de que no se disculpará, pasara lo que pasase.

—A Lorena le gustas, tú mismo deberías saberlo. Su actitud hacia mí ha cambiado desde tu último dolor de cabeza cuando salí en tu salón. Soy una mujer, no soy tan estúpida como para no ver eso. Puedo ignorar todo eso, y ella puede mirarme con desdén, pero no puedo aceptar que no sepa distinguir entre lo personal y profesional y se meta conmigo deliberadamente.

Fionna se limitó a decir la verdad, y al ver el rostro tranquilo de Eric, estuvo segura de que éste conocía los pensamientos de Lorena. Si él lo sabía y la protegía, lo único que podía decir era que ambos tenían una relación íntima.

—¿Cómo no distinguió su vida personal y profesional?

Eric sólo escuchó a Fionna reprendiendo a Lorena, sin saber la causa.

—Ella... Olvídalo, ya pasó todo. He advertido lo que debería, me han regañado lo que debería haber regañado, puede que no me creas aunque te diga la verdad, y aunque diga que fue culpa de ella, no cambiará el hecho de que me reprendiste por ella.

—He asumido la culpa de tantas cosas que son más graves que ésta, así que piensa lo que quieras.

Fionna no podía seguir, si hablaba más revelaría la verdad.

—¿Es realmente tan agravante?

A Eric le dolió el corazón al escuchar las palabras de Fionna. Al oír la desesperanza en sus palabras, al oír que estaba llena de agravios que no tenía más remedio que soportar.

Fionna guardó silencio por un momento.

—Sí, muchísimo. Ni una sola vez me creíste en lo que te dije desde que te conocí. Unilateralmente pensaste que era una mentirosa, por lo que todo lo mío era falso. ¿Quién no se sentiría agraviada al pasar por eso? Si mi familia no hubiera insistido en que me quedará, habría dimitido y me habría ido hace mucho tiempo.

En este momento, Fionna no estaba ni ansiosa, molesta o enfadada. Aunque parecía tranquila, su corazón ya estaba desesperada.

Había contactado bastante con Eric y no la había aprobado en nada. Incluso hoy todo el mundo la apreciaba por su trabajo, excepto Eric que decía que estaba limitada en sus capacidades. Todo esto sólo podía demostrar una cosa, ella era un cáncer a sus ojos, desconfía de ella en todo momento. Ella era la mosca que se tragaba en la garganta, incapaz de tragar y de escupir, que sólo le producía náuseas.

Tumbado en el regazo de Fionna, miró su rostro desesperado, escuchando su tono calmado, pero viendo una mirada de desesperación en sus ojos.

A Eric le dolió de repente el corazón. ¿Se debía su desesperación a lo que él había hecho?

Al pensar en sus últimas palabras, “Habría dimitido hace tiempo”, el corazón de Eric se sintió vacío, y sintió el pánico de perder lo más preciado.

Eric cerró los ojos y dejó de frotar sus manos, pero siguió sujetando la mano de Fionna. Temiendo que si lo hacía, se iría de verdad.

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