Bebé por Contrato (COMPLETO) romance Capítulo 51

Sonrío al verme al espejo, hoy mi día torna mejor, sin embargo aún sigo sintiendo esa punzada en el corazón al pensar en ellos juntos de nuevo. No soy egoísta pero ya me había acostumbrado a él, tanto que ahora me siento hueca.

—Ésta es la última bolsa, ¿con eso es suficiente?—pregunta Rease.

—Sí, ¿trajiste la mermelada de melocotón que se le antojó?—camino hacia él con las brazos cruzados.

—Eeeh—dice nervioso.

—Rease, no me digas que se te olvidó —Lo empiezo a mirar mal.

—Aaay ya, perdón. Aquí está, mira—saca de una de las bolsas del súper un tarro de mermelada-tranquila.

—No sabes cuantas ganas tenía de unas tostadas con esta delicia. Te lo agradezco—miro el tarro con admiración, que rica se ve.

—Bueno, desde que tus antojos empezaron, Barry me ha pedido que así sean las tres de la mañana yo venga y te consiga lo que quieres.—Muy sínico su jefe. Muy idiota.

—Tan siquiera—digo inconforme.

—¿Ya mejor de todo esto?

—Pues mira, lloré cinco días más, lloré con The less the know better como tres días más, y bueno, hoy ya estoy mejor. Mi corazón sanará pronto, lo presiento.

—Gran avance para solo haber pasado dos semanas.-Se lleva una manzana a la boca de una manera muy sexy. Dios santo.

—Verdad que sí—suspiro.

—Mira, te aconsejo que empieces a salir de ésta choza—mira con desaprobación mi hogar.

—¿Choza? ¿Has dicho choza?—es una gran ofensa para mi mini departamento.

—Sí, he dicho choza. Deberías de aprender de mí, con lo que me está pagando Barry por cuidarte estoy pagando un departamento de lujo.—No creo que Barry le pague tanto por mí.

—No te creo, se ve que no tienes nada de gustos buenos —recrimino. Es un tipo alto y guapo, pero su sentido de la moda está un tanto atrofiada.

—¿Quieres ver que sí?

—¿Me estas retando?—Nadie me reta.

—No, es una invitación. Así que arreglate, te espero —toma asiento en uno de los sillones y ni siquiera me pregunta, me lo está ordenando.

—Eeeh pues está bien—murmuro inconforme.

—Apresurate, podemos ver una peli, y puedo demostrarte que no sólo tengo buen gusto si no que también sé cocinar y muy bien, te lo aseguro -me río al pensar a éste tipo tan rudo con un delantal puesto.—Te aseguro que la vas pasar bien.

—Sí tú lo dices—me voy al baño a tomar una mini ducha, salgo de ésta envuelta en una toalla, mi habitación está tan desordenada como mi puta cabeza, no sé ni donde están mis bragas.

Tomo las primeras que veo en el cajón, son unas tipo para abuelitas pero realmente son cómodos y un bra deportivo.

Estoy sonrosada y con una pequeña sonrisa en el rostro, ¿eso es un avance? ¿O solamente es un destello de felicidad? No lo sé, pero me gusta sentirme así sin lugar a dudas.

Tomo un leggin negro de mi armario y una camiseta blanca holgada, mi pancita ya está creciendo. Me visto tranquilamente, Rease sabe esperar. Mi outfit es básico con mis Converse, pero es tan cómodo para mí, espero que éste hombre no quiera que vaya con tacones y vestido, porque no es una cita. No, no lo es, solamente es una invitación a pasar un buen rato.

Salgo con mi cazadora verde militar en la mano, no me puse maquillaje ni me sequé el cabello con la secadora. Pero bueno, al natural.

—Al fin—suspira Rease—tardaste exactamente 18 minutos.

—Que maniático eres.—Me río.

—Callate mujer, y vámonos.

—Espera, debo de dejarle comida a Pinky. —Tomo el frasco con su comida y se la echo en su plato.

—Ya, tu ratita puede comer después —está en el marco de la puerta apoyado de una manera tan gutural.

—Ehhh, no le digas así, es mi vida—dejo el frasco en la isla y camino a la puerta.

—¿Ya?—pregunta irritado.

—Ya, Rease, ya.—Cierro la puerta con seguro y bajamos lentamente. Cuando llegamos al portón, hay alguien justo ahí mirándonos a los dos. Con un aspecto raro y extraño para mí. Tiene el cabello rubio hecho bolas y barba, que raro se ve pero que simple se ve. No hay ninguna emoción en su rostro.

—Kelly—dice.

—Barry... —digo con la voz temblorosa.

—¿No crees que se te hace tarde, Kelly? —interviene Rease.

—Oh sí, vámonos—reacciono, no Kelly, ese tipo de ahí te ha hecho trocitos el corazón.

—¿Kelly?

—Adiós, Barry—Rease abre la puerta para mí de la Jeep y me subo con cuidado, después él y enciende el motor.

—Huyamos de éste hombre -le sonrío nada más porque no sé que decir, bueno, realmente quiero llorar.

Todo el transcurso me quedo callada porque no puedo hablar.

—Llegamos —Rease se estaciona enfrente de un edificio con una fachada modernista. Bien, un punto para él.

—Buen lugar —guiña el ojo a modo de respuesta. El señor de recepción nos abre las puertas y puedo ver que la primera estancia está magnífica, pisos de mármol blanco y pulido, buen olor y ambiente. No cabe duda que sí, Rease no es menso y Barry si le paga bien.

—Subamos —llama al ascensor y el cual está ocupado, alguien está bajando, las puertas se abren y de él sale una chica de cabello café, alta y esbelta.

—Hola, Rease —lo saluda muy melosa, demasiado -subo el mañana-le guiña un ojo y se va, y la sínica ni siquiera se preocupa por mí.

—Claro, Natalie—le contesta Rease.

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