Bebé por Contrato (COMPLETO) romance Capítulo 59

KELLY

Las palabras de esa persona me hacen eco en la cabeza, Rease puede morir si no pueden reanimarlo, su hija puede quedar sin padre y yo sin él. El remordimiento me está picando el alma, ¿cómo es que pude ser así con él? Miro a la bellísima Julieta, se le nota en los ojos su arrepentimiento, es mayor que el mío y debe ser, Rease a sufrido por ella y su hija.

—Dios mío, esperemos que esté bien—William solloza.

Por favor, que Rease salga de esta, necesito ver sus bellos ojos de nuevo. Quiero escucharlo reír de nuevo como aquella vez en mi casa cuando estábamos haciéndonos cosquillas como unos niños, quiero volver a estar con él, aunque no lo merezca por haberlo engañado y jugado con él.

Los ojos me arden, me estoy muriendo de la ganas de llorar. Tengo ganas de tirarme al suelo y suplicar que él esté bien.

—Kelly, él va a estar bien—me siento la persona más hipócrita después de escuchar las palabras de Barry, él también me ha mentido pero no significa que yo también tenga que ser así, pero tampoco me atrevo a admitir que me besé con Rease cuando estábamos separados.

—Lo sé, es muy capaz de lograr lo que quiere— se me viene a la mente lo que un día me contó, el día del parto de Julieta, no tenía dinero para pagar el hospital hasta que trabajó día y noche para poder reunir el dinero sin tener que pedir prestado. Mi Rease, yo sé que es tan fuerte como un roble pero también sé que puede ser derribado...

—Kelly... Hay que irnos a casa, deberías de comer algo, ya llevamos más de 5 horas esperando, por favor. Ya nos hubieran dicho las malas noticias, hazlo por los bebés.

—¿Bebés?—interrumpe Julieta.

—Sí, bebés —afirma William.

—Vamos a tener mellizos, están sanos y ya no falta mucho para tenerlos aquí —dice Barry entusiasmado.

—Enhorabuena—le da un abrazo y me mira sonriente. —También para ti.—No entiendo su deje de sarcasmo. ¿Hay algo malo que ella sepa de mí? Definitivamente sí.

—Bien, Barry—me levanto de la silla y me acerco a él.—Vámonos— de ninguna manera quiero que Julieta piense que me estoy marchando por miedo pero realmente ha hecho presión en mí y no quiero que me vaya a decir algo.

El tiempo de se descompuesto cuando salimos del hospital, no tarda en llover.

—Abrocha tu cinturón de seguridad—me recuerda Barry. Yo solamente asiento y lo obedezco, no quiero que llueva, por más loco que parezca me gusta más cuando hace calor. Me gusta el calor, puedes estar en vestido, sandalias, ir por la vida sin abrigo y sin sombrilla y sobre todo eso... Los animalitos de la calle no sufren frío, lo malo es que durante la época de calor no tiene de donde tomar agua, todo es contradictorio, carajo.—¿En qué piensas?

—En los animalitos de la calle, no me gusta que llueva.

—Ay mujer, cuando des a luz podemos ir a las calles a dar comida y agua a los que nos encontremos por ahí, ¿te parece?

—Me parece bien—sonrío con melancolía.

No tardamos mucho en llegar a casa, lo que me gusta de aquí, es que la calle termina en nuestra casa, las demás casas de la residencia adordan nuestro camino y la gran casa de Barry es la que lo culmina. La mayoría de las casas están ocupadas pero jamás he visto a las personas que las ocupan.

—¿Sabes quienes son tus vecinos?—pregunto mientras dibujo una varita en el vidrio de la ventana.

—En una de las primeras casas vivía un señora de la tercera edad, la conocí porque venía bajando sus cosas del supermercado de un taxi, una de las bolsas se le rompió y todo lo que traía quedó en el suelo, la verdad es que el alquiler o la venta de esas casas no están caras, así que cualquier persona con un salaria mínimo podría pagarlo. Me deslinde del tema, el caso es que la señora no se miraba con mucho dinero como para dejar pasar la pérdida que había sufrido, así que me sentí muy mal cuando vi que empezó a lamentarse, le di dinero. Los siguientes días la tenía en el portón de la casa tratando de entrar para dejarme un plato con comida. Fue el mejor gesto que pude haber recibido.

—¿Qué pasó con ella?

—Enfermó y su hija la llevó a un asilo, yo jamás me enteré y hasta ahora no sé donde es que está, creo que ella si compró la casa y su hija la vendió. —El portón eléctrico de la casa se abre.

—Que mal—bostezo, quiero dormir un rato, la lloradera me agotó.

—Vamos,—Barry baja del auto y lo rodea para abrirme la puerta, a veces me gustas este tipo de detalles—¿quieres que te lleve en brazos?

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