Besos de un infiel romance Capítulo 24

|Sebastián|

Un dolor punzante en mi cabeza me desarma, pero más la música que me hace explotar los oídos.

Joder, pareciera que la pusieron en cien.

Intentó levantarme, pero me duele todo y es cuando abro los ojos que reconozco el cuarto, el aroma dulce me llena las fosas nasales erizándome la piel.

¿Qué hago aquí

¿Dónde está Jessy?

¿Dormí con ella?

Joder, la cabeza me retumba y vuelvo a tumbarme protegiendo mis ojos de los rayos solares que entran por la ventana que está claramente con la persiana arriba.

Jessy me está castigando.

¿Qué hice anoche?

Recuerdo haber ido con Marcos al bar, beber unos tragos, me subió en mi auto y después todo es borroso, no tengo nada claro después de que se fue a follar a la morena al bañ...

— ¡Papi! ¡Papi! ¡Despertaste!

Luz llega a la cama saltando aún en pijama, tiene el cabello revuelto y los pies descalzos.

¿Qué hora es?

— Mi amor, no grites. — le suplicó. — Luz no saltes.

Se detiene un segundo frunciendo las cejas.

— ¿Quieres te me quedé como momila? — coloca las manos en su cintura levemente enojada.

— No es momila, se dice momia y no cariño, pero te suplico que no saltes. Papi no se siente bien.

Ladea su cabeza intentado procesar lo que dije.

— Tu papá es un bromista, si se siente de maravilla. ¿Cierto?

Jessy llega al cuarto con el cabello húmedo, las ondas están volviendo a su lugar y verla con unos vaqueros negros ajustados a las piernas y camiseta del mismo color con apertura en los pechos me seca la garganta...

¿Por qué es tan hermosa? Joder.

— ¿Cierto? — vuelve a preguntar.

— Eh, sí.

Luz nos mira a ambos intercalando la mirada en uno y luego en el otro.

— ¿Por qué estás aquí, papi? Mami dijo que no volverías jamás con nosotras. ¿Ya nos extrañaste? — sonríe haciendo que ojitos se achiquen.

Sé que Luz dice esas palabras con mucha ingenuidad, pero la verdad es que me dolieron, me dolieron como la mierda.

Jessy carraspea tensa y antes de que ella hable me adelanto.

— Si, cariño. ¿Tú me extrañas?

— ¡Todos los días papi!

Se lanza a mis brazos y con buenos reflejos la sostengo besando se cabeza un montón de veces.

Luz se ríe y eso me llena el pecho de algo inexplicable.

— Cariño, hay que ir a vestirnos. — carraspea Jessy luego de unos minutos notablemente incómoda. — Se nos hará tarde.

Insiste y a Luz no le queda más remedio que marcharse.

— Voy enseguida, espérame en tu baño. — dice su madre cerrando la puerta.

— Jessy...

— No. — alza su mano haciéndome callar. —No me vengas con estupideces, lo que hiciste ayer fue... fue ¡una terrible idea! ¿Crees que soy tu niñera? Vomitaste, dijiste un millón de locuras, tuve que bañarte como un bebe...

Estaba realmente enfadada y eso me ponía... demasiado. La parada sexi que sostenía con las manos en las caderas, la mirada fría y los labios fruncido, me tenía vuelto loco, me gustaría voltearla, tumbarla en la cama y arrancarle la ropa para tener sexo, sexo rudo, fogoso...

— ¿Me estas escuchando? — la mirada se le volvió sombría y dura.

Dura como mi....

— Claro.

— Mentira. — acuso. — No me estas prestando atención. ¿Qué te pasa?

— Jess... — arranco las sábanas y me pongo de pie. —

Me duele horrible la cabeza, no tengo espacio para dirigir toda esa información en estos momentos, disculpa ¿Sí? No quería molestar, pero Marcos insistió...

— Pues deberías informarle a tu a-m-i-g-o que no estamos juntos. — remarcó demasiado la palabra amigo.

— Lo sé, lo sé. — me sacudí el pelo que lo tenía bastante desordenado haciendo la polera que traía puesta se elevará dejando expuesta parte de mi abdomen. — ¿Dije muchas... ¿Qué?

— ¡Ay por Dios, eres un cerdo! — exclamó de pronto llevándose las manos a los ojos.

Dirigí mi mirada hacia abajo y joder, mi amigo había despertado sin darme cuenta, estaba demasiado absorto admirando a mi mujer.

Pensé en marcharme, pero porque no arriesgarme.

Jessy había estado demasiado seca y distante estás semanas, la terapia la estaba ayudando a seguir adelante y dejar los ataques de pánico que estaba teniendo a diario.

Quería que se recuperase, pero también quería recuperarla.

— Sabes que no puedo controlarlo, Jess. — murmuré dándole una sonrisa ladeada, sabía que ella estaba mirando entremedio de los dedos.

— Shhh... ¿Qué haces aquí? ¡Ve al baño a darte una ducha, sucio! — me apunto la puerta manteniendo los ojos cerrados.

— ¿Me quieres acompañar?

Abrió los ojos dándome una mirada matadora, quizás fue mucho o quizás no.

— ¿Qué insinúas? ¡Vete al baño Sebastián y date una ducha fría! ¡Tienes quince minutos para estar listo o me iré sola con Luz!

Se dio me día vuelta no sin antes lanzarme un cojín que pillo en el camino dándome en la cara.

Solté una risa, sabía que su enfadó se había esfumado.

Mire la hora.

Joder eran pasado las once de la mañna.

Cogí una toalla de su armario y me fui directo al baño, la hora pasaba volando y debíamos estar a la una de la tarde en la escuela de Luz para la presentación que tendría el día de hoy.

Recibí un mensaje de Marcos preguntándome cómo estaba.

¿Cómo podría estar?

Excitado por mi mujer.

Respondí mentalmente.

— Vamos a ver qué hago por ti amigo, porque claramente esa mala mujer no quiere ayudarnos. — susurré enterando al baño.

Me di una ducha con agua tibia, la cabeza me seguía doliendo y ya no hablaba de la de abajo.

Al salir del baño mi ropa del día anterior estaba limpia y seca.

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