Besos de un infiel romance Capítulo 23

|Jessy|

Jodido Sebastián.

¿Cómo se le ocurre venir borracho?

— Lo siento Jessy, fui al baño y cuando regresé ya se había bebido media botella. — dice Marcos mientras lo deja tirado en el sofá.

Sebastián cae como saco de papa y sigue durmiendo, ni se inmuta.

— Dile que no vaya temprano a la empresa, yo lo reemplazo. — asiento mientras mantengo los brazos cruzados tratando de combatir el frío y el sueño. — Dijo que te aviso. ¿No lo castigaras, cierto? Solo salió con su viejo amigo.

— No, tranquilo. — trato de evidenciar mi incomodidad.

Si hablo con Sebastián son cosas de Luz, su vida ya no es de mi incumbencia.

— Ahora me trasladaron al nuevo edificio. ¿Te lo dijo?

Asiento sin saber de qué está hablando.

— Claro.

— Vale, bueno Jessy aquí está sano y salvo tu hombre, no te preocupes por las hembras que ninguna se le acercó.

En otra ocasión hubiera bromeado con Marcos, pero solo me causa incomodidad y él parece notarlo.

— Buenas noches, Jessy.

— Buenas noches, Marcos.

Se va dejándome con Sebastián que está como cuba en el sofá, no reacciona cuando lo llamo y al sacar sus zapatos noto sus pies helados.

Está tiritando de frío y apretó los dientes controlando las ganas de tirarle un balde de agua fría y sacarlo de mi casa.

— Sebastián. — muevo su cuerpo— Sebastián.

Desisto al cuarto llamado, es imposible.

Voy por un té a la cocina para mí y a Sebastián le preparó un café para al menos despertarlo y mandarlo a donde sea que se esté quedando, no me pondré a cuidar borrachos.

— Sebastián, despierta. —muevo su hombro sosteniendo la tasa de café con mi otra mano. — ¡Sebastián!

Despierta exaltado, se pasa las manos por los ojos tratando de aclarar la vista y cuando lo veo un poco más "lúcido" me sorprende aferrándose a mi cuerpo.

La tasa se me tambalea y logro sujetarla antes de quemarnos.

— ¡Sebastián ten más cuidado!

Tomo una exhalación antes de continuar, pero...

— Te extraño.

Sus palabras me congelan.

— Estás borracho, vamos toma esto para que puedas irte a tu casa. — me suelto de su agarré y tomo asiento al lado de él tendiéndole el café.

— No tengo casa. — murmura mirando el piso mientras trata de sostener la taza.

— Ya hablaremos de eso cuando estés en tus cinco sentidos.

— ¿Cinco qué...? — se queda procesando las palabras.

— Nada, nada, tomate el café. — le tiendo la taza.

Se voltea quedando a centímetros de mi rostro y me quedo sin aire.

— Extraño hacerte mía.... — su aliento a licor choca con mis labios y los entre abro intentado darle aire a mis pulmones.

Siento un tirón en el vientre, pero la barrera que ido construyendo estás semanas me dice que es más fuerte que un par de palabras.

— Basta, tomate el café. — me levanto y camino directo hacia el ventanal tomando aire.

La calle está desalojada, las luces de todas las casas están apagadas y solo brilla la luna, como no, si son pasada las una de la madrugada.

Mi hija debe estar en su quinto sueño mientras su madre tiene que cuidar al niñato de su padre.

Me sobre salto cuando sus manos se posan en mi cintura y me sujetan fuerte, la bata se me sube e intentó alejarlo, pero me atrapa con sus manos.

— Sebastián, basta. — gruño entre dientes mientras siento su torso pegado a mi espalda.

No voy a caer en su jueguito y tampoco voy a enfadarme, me recuerdo que está borracho cada segundo porque conociéndolo, consiente jamás se comportaría así.

— Que bien hueles. — su nariz roza mi cuello.

— Sebastián me voy a enojar y te voy a echar de mi casa. — siseo apretando la bata para que no vaya a soltarse el nudo mientras me volteo quedando frente a su perfecto rostro.

La barba de varios días lo hace lucir varonil y sus labios carnosos son estúpidamente sensuales.

— Me gusta mucho tu cabello así. — ignora mis palabras y toma entre sus dedos un mechón ondulado de mi cabello suelto. — ¿Te acuerdas cuando te lo jalaba fuerte?

Sus palabras tienen cierta influencia en mí, pero lo ignoró.

— No, no lo recuerdo. — respondo sería mientras el frunce el ceño.

Su altura resalta demasiado entre los dos, tensa la mandíbula y los ojos azules se ponen como un frio hielo, está molesto.

Rio por mis adentró.

Siempre me gustó que fuera más grande, es corpulento, que emanara rudeza...

— ¿Quieres que te lo recuerde, Jess? — su voz ronca, joder.

Niego, me escabullo por el lado y lo noto suspirar mientras apoya una mano en la muralla.

Se nota tenso, sus músculos resaltan en la camiseta blanca que trae puesta, la espalda grande y musculosa me hace pasar saliva y apretar las piernas.

Jodido hombre que está como quiere.

— Tomate el café y duérmete. — demandó.

Ordenó los juguetes de Luz que están tirados en el tapete de la sala, hay algunos lápices y los guardo en su lapicera de frozen, terminó de sacudir el sofá de plumas cuando escuchó los pasos en la escalera, la espalda se me endereza enseguida buscando al borracho de mi marido.

«Que raro suena eso»

Lo veo tambalearse con cada peldaño escalado.

¡Jodeer, se va a matar!

Dejo tirado el plumero para subir las escaleras a toda prisa, Sebastián ya llegó arriba.

Con el miedo de que vaya a despertar a Luz avanzo hasta que veo mi cuarto iluminado.

— ¿Qué carajos estás haciendo? ¡Sebastián!

— Voy a tomar una ducha. — se quita la camisa exhibiendo los músculos, pecho y brazos.

Maldita sea.

— Ni se te ocurra. — amenazó cuando lo veo bajar las manos a su bragueta.

— Upss.

El pantalón se le cae y al mismo tiempo se quita el bóxer con algo de dificultad porque se tambalea.

Avanza desnudo dándome una vista de su culo y miro el techo tomando aire, pidiéndole paciencia a Dios y a todos los santos.

Un fuerte ruido me hace avanzar al baño.

Sebastián está de rodillas vomitando en el retrete.

— No me veas, sal. — comienza a agitarse y me da miedo que le vaya a dar un infarto. — Jessy, sal.

Insiste, pero lo ignoro avanzando a su lado, otra arcada lo invade.

— Sebastián ¿qué fue lo que bebiste?

Me pongo a su lado pasando una mano por su espalda, está helado.

— No lo sé, todo me da vueltas. — se toca la cabeza y lo noto desorientado.

— ¿Vas a volver a vomitar? — niega.

Se ve más despejado, la ducha, el vómito y el haber dormido un poco lo pusieron más lúcido.

— Ven a dormir. — le hago una señal que me siga, pero no lo hace. — ¿Qué pasa?

— Estoy mareado, si doy un paso me caigo. — confiesa y suspiró.

— Vamos. — lo ayudo a avanzar hasta la cama. — Duerme, mañana vamos a hablar de esto y otra cosa.

Lo arropó, pero me detiene cuando estoy por irme.

— ¿Dónde dormirás tú? — frunce el ceño.

— Con Luz.

Asiente y me suelta, apagó la luz y cierro la puerta del baño.

— Buenas noches, Sebastián. — digo sin saber si ya se durmió o no.

— ¿Jessy? — su voz me detiene antes de salir del cuarto.

— ¿Sí?

— ¿Puedes quedarte un momento? — la voz le sale ronca y me aclaro la garganta antes de hablar.

— ¿Para qué?

— Solo un momento Jess...

— Sebastián no voy a dormir contigo. — le aclaro.

— Hasta que me duerma, por favor. — súplica y se inclina mirándome, los ojos azules le brillan entre tanta oscuridad.

— Dime ¿por qué? — insisto.

Se queda en silencio y se deja caer de espalda.

— Porque hace tres semanas no puedo dormir y solo quiero sentirte, solo un momento... — confiesa.

Me debato, no debo, no debo, no de...

— Bien, solo un momento.

Camino tratando de no pensar tanto y me acuesto a su lado sin mover un músculo.

— Gracias, Jess.

¿Por qué me hago esto?

«Porque lo amas»

Cierro los ojos un momento, su olor me atrapa, mis sábanas quedarán llenas de su aroma...

Sus brazos me envuelven la cintura.

— Solo un momento... — susurra escondiendo su cara en mi cuello y retengo el aire.

«El hombre hace lo que la mujer le permite»

Eran las palabras que siempre me repetía mamá en la secundaria.

¿Hasta dónde voy a permitir que llegue esto?

Me desahogo de sus brazos, no es difícil porque ya está dormido.

Abandonó el cuarto a flor de piel con todos los sentimientos cruzados.

Borrón y cuenta nueva.

Borrón y cuenta nueva.

Me repito una y otra vez.

No voy a volver a lo que era semanas atrás, solo fue un momento de debilidad...

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Besos de un infiel