Besos de un infiel romance Capítulo 11

Mi mirada está perdida en el techo, tengo las manos entrelazadas en mi abdomen y tengo los ojos empañados.

Lo extraño tanto y me duele por igual su traición.

Han sido años junto a su lado, despertando abrazados y mientras cada día pasa me siento más sola, triste, desolada...

— Mami. — la voz soñolienta de mi pequeña llena el cuarto cuando entra saltando directo a mi cama.

Hoy es sábado y no me sorprende su rostro llenó de confusión cuándo busca con la mirada a su padre.

Se que han pasado algunos días y aún no le décimos la verdad.

Pero joder no quiero verla triste porque por más que quiera hacerla entender le va a doler porque es una niña además es muy apegada a sus padres, creció con la imagen de una familia unida y llena de amor, dónde su padre jamás faltó a dormir.

La veo saltar de la cama directo al baño y pregunta si estamos jugando a las escondidas, se asoma llamándolo y el mentón me tiembla porque su cara se torna triste.

— Mami, ¿Dónde está papá? — frunce el ceño y me mira desde el umbral de la puerta.

Su pijama de coronas doradas la hace ver tan pequeña, dulce y tan bebé...

— Ven aquí, mi amor. — la voz me sale rasposa y palmeo mi cama para que suba.

Lo hace de inmediato y cuándo la tengo a mi lado tomo un poco de su cabello observandola, sus ojos me brillan y me miran a través de sus largas pestañas con una sonrisa de boca cerrada.

Tiene un gran parecido a Sebastián, me hace recordar cuando me enteré de mi embarazo, fue un momento tan feliz, ella es sin duda la Luz de mi vida.

Exhaló antes de hablar.

— Bebé. — me arde la boca del estómago. — Papá no está. — afirmo, su sonrisa se borra de inmediato y me duele seguir. — Hay una cosa que debes saber y luego te contaremos. ¿Vale?

Asiente no muy convencida.

— Pero... ¿Dónde está papá? — vuelve a preguntar. — Acaso ¿se olvidó qué hoy es nuestro día de familia? — se molesta y la veo fruncir las cejas.

— No, mi amor. — niego. — Hoy iremos a comer una rica pizza con papá y te diremos eso importante qué debes saber, pero antes prométeme que pase lo que pase tú sabes que nosotros te amamos mucho y eres lo más importante para papá y para mí.

— Lo sé, mami. — dice con una sonrisa regalona y me abraza. — Te quiero mucho, muchito.

Muerdo mi labio con fuerza y la envuelvo fuerte entre mis brazos, ella no sabe la fuerza que me dan sus abrazos.

— Te amo mi princesa.

— Y yo a ti mami.

Sin impedirlo suelto un sollozo.

— ¿Mami? — se asusta e intenta mirarme, pero no la dejó. — No llores. - pide angustiada entre mis brazos. — ¿Te dio pena que te dijera que te amo?

— Claro que no mi amor. —suelto una risa— Me encanta que lo digas.

Ella se aleja un poco y toma mi rostro mirándome con preocupación mientras limpia mis lágrimas con sus pequeños dedos.

Le vuelvo a recordar lo mucho que la amo y terminamos la mañana viendo una película. Mientras ella la observa yo le envió un mensaje a Sebastián para juntarnos en el restaurante favorito de Luz.

Pasamos la mañana juntas en la cama viendo una película, mientras tengo un nudo en la garganta porque hace unos minutos le mandé un mensaje a

Sebastián y no responde.

" Hola Sebastián, espero que te encuentres bien. Luz pregunto por ti hoy, ya sabes "el family day". No podemos prolongar más está situación, nos vemos en el restaurante favorito de Luz"

Cuando la película se da por finalizada Luz insiste en quedarnos en la cama toda la tarde, pero cuándo le digo que tenemos que ir con papá se alegra y corre al baño para darse una ducha.

La visto con una faldita blanca, polera negra y un chaqueta con diseños, su cabello lo dejó suelto.

— ¿Por qué papá no estaba en casa? Hoy es nuestro family day. — vuelve a hablar Luz una vez ya sentadas en el coche. — Lo extrañe mucho, casi ni lo veo mami.

Sus palabras me lastiman.

— Lo sé, mi amor, pero hoy lo verás mucho tiempo.

Al menos eso espero.

No quiero llegar y quitarle a la niña, ni restringirle horas, todo es por el bien de mi hija y a ella le gusta estar con su padre.

El camino se hace pesado, el corazón me late a mil y los nervios aumentan. Siento que el corazón se me va a salir, son tantas cosas para una semana que no sé cómo controlarlo, pero cuando el chófer se detiene frente al restaurante y ver a ese hombre en la entrada con unas gafas negras luciendo de infartó con pantalones sencillos y una camiseta roja me hace temblar.

Luz salta por encima de mí y corre hacia su padre llamando la atención de la gente que se encuentra presente, su padre la recibe llenándola de besos mientras yo pago el taxi.

Ambos esperan a que baje del auto y aliso mi vestido antes de empezar a caminar.

Sebastián me observa, sus ojos azules me determinan de mis ojos bajando por mis piernas, quiero llorar y golpearme por lo que me hace sentir ese desgraciado.

— Hola Jess. — su mano la lleva a mi cintura haciendo el amago de besarme los labios, pero me corro y lo hace en mi mejilla.

¡Si será imbécil!

Esos labios infieles no volverán a tocarme, no como la última vez que me pillo volando bajo.

— Entremos. — demandó.

Lo hace Luz seguido de mí, Sebastián viene atrás, el mesero nos indica una mesa para tres.

Este ambiente no me gusta para hablar algo tan personal y desde ya siento una mala vibra que debería hacer caso, pero ignoro tomando asiento frente al hombre que es mi marido y no deja de mirarme, lo siento ansioso por dirigirme la palabra pero mis ojos están fijos en mi pequeña.

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Besos de un infiel