Besos de un infiel romance Capítulo 9

Jessy

Dejándolo atrás sigo con mi día, pero eso no quiere decir que me sienta bien, al contrario me quema el alma, me duele como nunca pero trato de seguir adelante evitando ahogarme, olvidando ese mal momento que me dejó con un sabor amargo el resto de la tarde llevándome varios retos por parte de mi jefa.

Saber que lo volveré a ver por la tarde no disminuye mi preocupación, sumándole que tendremos que decirle a Luz de nuestra separación y hablar con él de la decisión más difícil de mi vida.

***

Salgo del trabajo cansadísima despidiéndome de Tracy que múltiples veces me preguntó si me pasaba algo y yo negaba tratando de darle una sonrisa forzada.

Voy a la parada de bus y este no tarda en llegar, en poco tiempo entro a mi hogar, dejo mis cosas y lo primero que hago es ir a buscar a mi hija que estaba lista con su mochila colgando en su espalda.

— Hoy estuvo muy ansiosa de irse a su casa. — sonríe la señora Pilar saliendo de su casa junto a mi hija que corre a mis brazos y besa mi mejilla.

— ¿Me extrañaste princesa?

— Mucho, mucho. — dice con voz mimada dejando su cabeza entre mi cuello.

— Yo también. — la apego más a mi pecho cerrando mis ojos por unos segundos disfrutando del cariño de mi hija.

— Vamos a casa mamita, quiero esperar a papi cuando llegue y jugar mucho con él. — murmura Luz en mi oído y ahora entiendo su urgencia de irse a casa. — Los extrañe mucho.

Es increíble la necesidad de Luz por querer jugar con su papá, no lo ha visto un día y ya está ansiosa de estar con él.

No quiero imaginar cuando sepa que Sebastián no vivirá con nosotras y sus tiempos juntos serán un poco cortos.

— Adiós señora Pilar y en serio muchas gracias por todo. — me despido de ella y le aviso que este fin de semana le daremos el pago que recibe por cuidar a Luz.

Entramos a casa y le indico a Luz que se quité su uniforme y lave sus manos mientras yo lavo los potes de su lonchera y preparo la cena.

Arroz pilaf y pollo al horno serán nuestra cena de hoy y almuerzo para mañana.

Coloco la mesa y me golpeó la frente cuando pongo tres puestos.

¿Sebastián se quedará a cenar?

En ese instante la puerta se abre y mis ojos se cruzan con los suyos, se ve agotado y me da una sonrisa ladeada con los labios cerrado. Trato de no darle mucha importancia y sigo con lo mío.

— Hola Jessy. — saluda entrando a casa. — ¿Y Luz?

— Hola, se está cambiando. — respondo y sigo ordenando la mesa, sus ojos me observan poniendo nerviosa.

— ¿Qué tal tu día? — pregunta dudoso luego de unos segundos.

— Bien.

— Ahh.

Vuelvo a la cocina dejando a Sebastián en la sala.

Luz baja unos minutos después y la escucho gritar de la emoción, me asomó un poco y veo como Sebastián la sostiene en sus brazos besando su cabeza repetidas veces.

— Hola mi amor ¿Cómo te fue hoy? ¿Hiciste muchas tareas? ¿Jugaste a algo? —Sebastián habla rápido y eso quiere decir que está nervioso.

— ¡Si ¡Pintamos unos dibujos, también lo recorte y bailamos y cantamos juntos a las profesoras! - responde Luz emocionada.

— Me alegró mucho bebé. — la deja en el piso y se pone de cuclillas observándola.

— ¿Por qué me miras así papi? — dice curiosa mi hija.

Sebastián le sigue mirando con ojos de padre idiotizado y le regala una sonrisa triste que me hace temblar el corazón.

Frunzo las cejas y lo miró incrédula.

¿Qué está haciendo?

— Es que estoy muy cansada. — Luz hace un bostezo falso.

— Nada de peros, vamos que te bañare yo. — Sebastián se pone de pie. — Vamos, vamos, date prisa que debes ir a dormirte.

Luz le hace caso rechinando y antes de que él se vaya lo jalo de su mano aun estando sentada y el toque de nuestras manos rozando me pone el corazón a mil.

— ¿Qué haces? — pregunté en un susurro mirándolo sin entender. — Te dije que le diríamos hoy, ella debe saberlo porque tú ya no vives aquí. — miz voz sonó más dura de lo que esperaba.

Su rostro se contrajo y veo el dolor que le causaron mis palabras.

— Lo sé Jessy... solo déjame pasar un momento con ella antes de que no pueda volver a verla a diario por las mañanas y noches. — sus palabras me causan sorpresa y notaba el mar de melancolía en sus ojos.

— Sabes muy bien que podrás verla a diario, solo que no dormirás aquí. — intente sonar tranquila, pero en realidad estaba hecha un manojo de nervios.

— A ella le dolerá. — susurra con ojos tristes.

— Solo será en el momento, pero para eso estamos nosotros, para estar siempre con ella. — intente convencerlo tanto a él como a mí.

— Dame este momento, por favor, solo esto Jess. — pidió y acepte soltándolo, no me había percatado que aún lo tenía retenido.

Sus labios se curvaron hacia arriba mirando nuestras manos que se habían separado, aún usaba nuestro anillo de matrimonio y maldije por no habérmelo quitado porque vi la ilusión en sus ojos.

— Mañana será y no esperaremos un día más. — sentencie girándome y dejándolo subir por nuestra hija que ya lo estaba llamando.

Mis manos se juntaron y mi índice toque la sortija de oro que yacía en mi dedo anular, recordé mi propuesta de matrimonio, mi primer beso con Sebastián, sus ojos cuando le dije que estaba embarazada y lo único que obtuve fue ese cosquilleo que desde que lo conocí se producía en mi estómago, si bien la gente decía que el matrimonio con el pasar de los años el amor se desvanecía o ya no se sentía igual, pero ese no era mi caso porque mi corazón seguía desbocándose cuando miraba a Sebastián, seguía muy enamorada de él y me aterraba que él tiempo no me sanará las heridas.

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Besos de un infiel