Casualidad Destinada romance Capítulo 39

El público estaba conmocionado.

Aunque ya habían visto a Isaías innumerables veces, y la Familia Graciani había crecido viéndola.

Pero cuando la volvió a ver hoy, no podía evitar sorprenderse de la chica que tenían delante.

El vestido que llevaba era elegante, sin ningún diseño intrincado, pero con la cantidad justa de esbeltez y rectitud, con un aire de competencia y generosidad.

El pelo debía estar cuidadosamente permanentado, ligeramente rizado y esponjoso, colgado sobre los hombros, balanceándose suavemente con el movimiento de la marcha.

Su piel blanca como la nieve era tan blanca a la luz que parecía brillar, y en todo su cuerpo se notaba un aire brillante y noble.

Selena no pudo evitar apretar los puños en secreto.

Sabiendo que hoy iba a reunirse con la prensa, se había vestido por la mañana antes de salir de casa.

Quería eclipsar a Isaías para tener el protagonismo.

Pero para su sorpresa, se había pasado horas disfrazándose y pensaba que había ganado, pero ahora estaba delante de Isaías como un payaso.

Cuanto más tiempo pasaba vistiéndose, más ridícula se veía.

El corazón de Selena se hinchó de odio, la cara de Doña Graciani era igualmente desagradable.

No era tanto el hecho de que Isaías estuviera disfrazado, sino que su belleza le había hecho a ella pensar en otra persona. Era una mujer que había sido una sombra en su mente durante casi veinte años.

Si no hubiera sido por su nobleza de nacimiento, la familia Graciani no habría tenido la oportunidad de llegar a donde está hoy.

Pero también era por su origen noble que parecía poder dominarla en todo lo que hacía o decía, ignorándola por completo como suegra.

Odiaba tanto a Lila González, pero tenía que complacerla.

Fue por este tormento que aceptó que Valentino mantuviera a Sophie y a su hija en secreto y que, inmediatamente después de la muerte de Lila, las llevara de vuelta a la familia Graciani.

Porque quería que todo el mundo supiera que ella, Doña Graciani, era la que mandaba en la familia Graciani.

Puede apoyar a quien quiera, sin tener que preocuparse por nadie ni mirar a la cara a nadie.

Ahora ya no tenía que mirar la cara solitaria y arrogante de Lila, pero sí la de Isaías, que se parecía a la suya siete u ocho veces, todos los días.

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