Selena se giró y vio entrar a una chica guapa y exquisitamente vestida.
Sus pupilas se estremecieron.
Reconoció a esta persona. Se había presentado como la nieta de Don Ordóñez, Jimena, cuando le había presentado sus respetos anteriormente.
«¿Qué hace ella aquí?»
Selena se levantó, y Jimena entró y la miró de arriba abajo, con ojos llenos de desdén y desprecio.
Después de un momento, Jimena preguntó:
—¿Eres Selena?
Selena puso una sonrisa amistosa:
—Sí, ¿vienes a verme para algo?
Aunque se sentía incómoda con la mirada de Jimena, al fin y al cabo su estatus estaba ahí, y si podían llevarse bien, mejor.
Jimena sintió la mirada congraciada y aduladora en los ojos de Selena, y su corazón se volvió aún más despectivo.
Pero en su cara no se veía nada.
Miró el piano al lado, y preguntó.
—¿Vas a tocar el piano esta noche?
—Sí.
Doña Graciani se había empeñado desde joven en educarla para que fuera una dama de la casa, así que, naturalmente, talentos como el piano no se le escapaban.
Jimena ladeó la cabeza y sonrió con maldad.
—Debes ser muy buena con el piano, ¿verdad?
Selena no sabía por qué lo preguntaba, así que sólo pudo responder con sinceridad:
—No está mal, de nivel intermio
—¡Oh! Así que, esa hermana barata tuya, debe saber tocarlo también.
Selena se quedó helada.
Entonces escuchó a Jimena decir:
—Es una ocasión tan bonita esta noche, tú eres la única que actúa, pero no tu hermana, ¿la gente pensará que es injusto si se corre la voz?
Pronto comenzó el espectáculo.
Isaías se sentó en su asiento, algo desinteresado al escuchar que Selena era la siguiente artista.
Milagros se preocupó aún menos por el escenario, se volvió hacia ella y le susurró:
—¿Estás cansada de estar sentada aquí? ¿Quieres que te acompañe a la salida?
Isaías miró a los invitados sentados al fondo, y a Don Ordóñez, que observaba con gran interés.
Finalmente, hubo un movimiento de cabeza.
Estaba bien que se fuera, pero si Milagros también lo hacía, habría mucho revuelo.
No sólo estropearía la diversión de todos, sino que también interrumpiría el disfrute de Don Ordóñez, lo cual era innecesario.
Al ver esto, Milagros no dijo nada más.
En ese momento, una luz blanca y brillante se encendió en el escenario y Selena subió con estilo.
—Hola a todos, soy Selena y esta noche presento al Abuelo Ordóñez con una canción que se llama «Tres Historias de Pistas de Invierno', deseándole al Abuelo Ordóñez mucha salud y una larga vida.
Cuando terminó, ella se dirigió al piano y se sentó.
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