Después de intercambiar unas pocas palabras de cortesía, ambos se marcharon rápidamente. En el instante en que la silueta de Cecilia desapareció, Ander entrecerró los ojos, su mirada cayó casualmente sobre la cintura esbelta y curvilínea de ella, recordando aún la sensación de no poder abarcarla con una sola mano. Sin haberse recuperado del todo, Roger de repente dijo: "¿Qué piensas de la doctora Ramos?"
Ander giró lentamente la cabeza, sorprendido de que Roger comenzara a hablar de Cecilia de repente.
"¿Qué?" Preguntó Ander.
Roger parecía indeciso cuando le dijo: "Ella quiere salir conmigo."
Los ojos de Ander se entrecerraron a medias: "¿Ella te lo dijo?" Cuestionó.
Entonces Roger contestó: "Ella es demasiado tímida, me lo contó su mejor amiga."
Ander todavía llevaba encima el aroma a alcohol de la noche anterior, así como un tenue perfume, el de la fragancia en el cabello de Cecilia. No le gustaba ese olor, era demasiado intenso para su gusto y se sentía incómodo llevándolo encima.
"Decídelo tú mismo." Sugirió Ander.
"Es piloto, además no está mal, creo que está bien." Roger se detuvo, dudoso: "Pero de repente recordé, hace dos años, en una reunión social, ella te fue asignada, ¿y tú la llevaste a casa?"
Ander respondió con desinterés: "¿Ah, sí? No lo recuerdo."
Roger dedujo: "Si ni lo recuerdas, supongo que no te importará, ¿verdad?"
Ander solo emitió: "Sí."
La voz de Ander no transmitía ninguna emoción.
Roger se quedó asombrado: "Si solo tienes ojos para Alicia, entonces deberías reconciliarte con ella pronto, no nos metas en tus asuntos."
...
Cecilia tampoco sabía por qué había buscado una excusa para mirar hacia atrás, y por casualidad vio a Roger hablando de ella. Escuchó cada palabra con suma claridad. Siempre supo que él nunca la había tomado en serio, pero aun así se sumergió en ese sentimiento, dos años en su propio abismo.
Cecilia no sabía de dónde sacó el coraje, pero después del trabajo, tomó la iniciativa de buscar a Ander. Ambos se sentaron en su auto, con las ventanas cerradas, el interior estaba en silencio, ninguno de los dos hablaba, un silencio muerto como un desierto sin viento. Cecilia bajó la vista hacia sus dedos, sintiéndose desesperada, tocó un tema que no debería haber tocado.
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