Comenzó una guerra, conquistó el mundo romance Capítulo 18

¡Smac! ¡Smac! ¡Smac!...

Arnaldo, Tomás y Mateo, junto con más de un centenar de sus hombres, se pusieron de rodillas.

—Todo fue un malentendido. Solo un malentendido...

Ver a más de cien hombres arrodillados, inclinando sus cuerpos y golpeando sus cabezas contra el suelo pidiendo perdón fue bastante espectacular.

Zamira estaba tan muerta de miedo que casi se desmaya. «El giro de los acontecimientos no podía ser más teatral. ¿Cómo podían tantos matones convertirse en un montón de bebés llorones a la vez?».

—Zamira, ¿por qué no entras a la casa y dejas que se ocupen de sus asuntos? —sugirió Leandro.

La petrificada Zamira aceptó obediente su consejo y entró a toda prisa.

—Señor, por favor, en verdad no tengo nada que ver con esto. A mí me contrató el Señor Gutiérrez para actuar bajo sus órdenes...

—¡Sí, no tenemos nada que ver con esto!

...

Tomás y sus hombres estaban desesperados tratando de echarle toda la culpa a Arnaldo, quien estaba tan contraído por el miedo que escupió una bocanada de sangre.

—¡Déjenlos ir!

Arnaldo, Tomás y Mateo se sorprendieron al ver que fue Leandro quien dio la orden.

De inmediato, Dragón Azul hizo un gesto para que se retiraran.

—¡Saquen sus traseros de aquí y que no los vuelva a ver!

Estaba más claro que el agua que no era Dragón Azul, sino Leandro, quien mandaba. «¿Podría ser que Leandro...?». Todo apuntaba a una verdad aterradora que todos temían conocer.

Tomás y sus hombres daban tumbos y tropezaban mientras huían de la escena a toda velocidad, temiendo acabar con una bala en la cabeza.

—Por favor, déjame ir, Le… Leandro, yo también soy inocente. Fue Arnaldo quien... —Mateo trató de desvincularse también de él.

—Dime, Dragón Azul, ¿cómo castigamos a un traidor? —Leandro se volvió hacia él y sonrió de manera abrupta.

—¡Todos los traidores serán masacrados! —Dragón Azul lanzó un rugido ensordecedor.

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