(COMPLETA) Cuéntale que me Amas romance Capítulo 30

Emma se soltó de sus brazos y se acomodó sobre él. Tomó su rostro entre sus manos y lo besó con ardiente deseo. 

-Yo intentaré borrar todas las marcas de tu pasado. Y si no lo logro al menos quiero que no duelan tanto.-

Kevin no pudo emitir sonido, estaba embriagado por el aroma de Emma. Se excitaba fácilmente y más aún,  porque ella estaba encima de su miembro erecto. Los movimientos lentos e involuntarios se apoderaron de Emma. Kevin trató de no tocarla porque sabía que perdería el control. A penas acarició sus piernas, mientras la besaba y cuando su lengua se introdujo más adentro, no pudo contenerse más. Con agilidad la puso de espaldas, y sobre ella con su pierna, instó a Emma para que abriera las piernas y él pudiera amoldarse a su cuerpo.

-Emma, No debo hacer esto, pero estoy muriendo de ganas por hacerte el amor. Si no me voy en este momento, te voy a hacer mía.- Dijo Kevin excitado al cien por ciento.

-Quédate. Por favor,  no te vayas. Ya no quiero seguir esperando. Te deseo.-

Eso bastó para que Kevin se deshiciera lentamente de la ropa de Emma. Primero de su pequeña remera, dejando expuesto un delicado sostén rosado. Besó su cuello, y recorrió el largo de su clavícula hasta los hombros. Siguió bajando con besos dulces y cálidos por su estómago. Se detuvo un minuto para mirarla. Emma ya no controlaba su pulso,  su cuerpo estaba abierto para él. Con suavidad bajó su pantalón corto y siguió con besos húmedos por él interior de sus muslos. Emma estaba desesperada, sentía la entrada de su cuerpo caliente e hinchada,  palpitando de deseo por tenerlo dentro suyo. Involuntariamente se abría más y alzaba sus caderas. Sintió sus poderosos dedos acariciando su carne ardiente. Introdujo dos dedos dentro suyo empujando lento hacía el interior de su cuerpo. Emma conocía los efectos de esa maniobra y busco fuerzas para tomar su rostro entre sus manos y dijo.

-Quiero que me hagas tuya. Quiero sentirte dentro mío.-

-No puedo amor. Estoy a toda potencia y tengo miedo de hacerte daño-

-No tengo miedo. Tu no me lastimarías-

-Por supuesto que no, Nunca. Te haré la mujer más feliz del mundo.-

Con esas palabras, se despojó de toda su ropa. Lentamente desabrochó su sostén, dejando a la vista sus pequeños senos. Los besó con sensualidad. Con mano experta bajo sus bragas y siguió con cálidos besos hasta llegar al triángulo de su pelvis. Sin hacer caso a la fuerza que Emma ponía en sus mano para evitar que besara su parte más íntima, siguió el camino hacia su carne palpitante dejando un rastro húmedo. Emma estaba perdiendo la noción de todo. Sólo existían ella y él.  Kevin se acomodó encima de Emma, ella ya estaba débil. Lo único que quería era tenerlo dentro suyo y terminar con la tortura.

Kevin respiró hondo y cuando sintió a Emma alzar las caderas. Introdujo su miembro tan excitado, tan duro, que tenía miedo de hacerle daño. Se hundió lentamente en su interior pidiéndole disculpas y preguntándole a cada rato si se encontraba bien. Emma sintió un ardor insoportable. Besó con poderosa fuerza sus labios, mordió el hombro de Kevin y apretó su espalda. El dolor fue desapareciendo, sentía una molestia pero estaba colmada de pasión y felicidad. Kevin se movía lentamente y cada vez lo sentía más duro dentro de ella. Emma comenzó a sentir los espasmos del clímax. Kevin también comenzó a sentir que su cuerpo temblaba, un cosquilleo placentero comenzó a recorrer por su estómago  indicando que estaba a punto de llegar al clímax. Siguió empujando con más fuerza lo más adentro que pudo, cegado por la satisfacción del éxtasis, sin darse cuenta, se derramó dentro de Emma. 

Emma todavía no terminaba de entender. Cuando terminó de bañarse, se vistió cómoda y se acostó. Kevin sólo la miraba,  como perdido en sus pensamientos. 

-Ven a la cama. Quiero dormir en tus brazos.-

Kevin asintió, y se acomodó a su lado. Paso un brazo por su cintura y le dijo.

-Emma, si llegarás a quedar embarazada, que harías?-

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