Ha sido una semana ya, siete largos días desde que fui golpeada en la cara por David, durante su pelea con Nicolas. Tuve los días suficientes para reflexionar sobre mi vida y ahora sí estoy determinada de dejar fuera de mi vida a esos dos.
—Si no te sientes bien todavía, puedes quedarte en casa a descansar, Alice. No tienes que forzarte a ir a la fiesta— Así es como Sam intenta persuadirme para no asistir, pero sé que lo hace por mi bien pero aún así estoy decidida a ir, algo dentro de mi necesita esa distracción hoy, siento que sería una buena manera de despejarme, una divertida manera.
—No, está bien, no necesitas preocuparte, debo salir un poco a despejar mi mente. Ya no quiero estar más encerrada como si estuviese escondiéndome de esos dos desgraciados— Tal vez si estoy tratando de esconderme inconscientemente pero eso se acabará hoy, no soy ninguna cobarde.
—Si sabes que tan alta es la probabilidad de que ellos estén ahí, ¿no? Todos los magnates e importantes herederos asistirán al evento— Lo sé, pero aún así deben ver que cambié mi postura y me haré cargo de la empresa que fundaron mis padres. Y esa fiesta es la oportunidad perfecta para conocer futuros socios que me respalden en mi camino empresarial.
—Así se habla amiga, ahora vayamos arreglarte un poco, estás hecha un desastre— nuestra amistad es tal cosa que estos comentarios de su parte no me ofenden en lo absoluto, sé que pondrá lo mejor de ella para que destaque esta noche.
Cuando terminamos de arreglarnos nos dirigimos a la fiesta. Al llegar al lugar, como lo supuse, Sam se encargó de que todas las miradas se enfocaran en mi, la heredera de los hoteles Oslo, Alice Wilson.
Luego de presentarme ante varios invitados, nos tomamos un descanso y Sam salió en busca de unas bebidas, mientras que yo observaba mis alrededores.
—Que bien le sienta la noche, Señorita Wilson. Es un placer poder conocerla al fin— mientras me perdí mirando a estas aristocráticas personas fingiendo amabilidad unos con otros, un desconocido hombre alto y rubio me estaba dirigiendo la palabra.
—Mucho gusto, señor...— dije con la curiosidad de conocer su nombre.
—McQuoid, Edward McQuoid—
—Ahh, usted es el presidente de Macford Enterprise Holdings, ¿no es así?— no hace mucho que estoy tratando de familiarizarme con este mundo, por lo que aún no reconzco a todos. Cuando mis padres aún vivían, no tenía la necesidad de aprender esto pero ahora que pretendo hacerme cargo de la empresa debo mantenerme al tanto de todo lo que suceda.
—Así es, estoy muy agradecido de encontrarla aquí hoy, supe que venderá sus acciones de la empresa de sus padres— ahí está, por más desconocido mundo que sea, sé que estas cosas han de suceder, toda amabilidad tiene sus razones por detrás.
—De hecho, para su información, Señor McQuoid, cambié de postura después de reflexionarlo recientemente, yo asumiré el cargo como la heredera y presidenta de los hoteles Oslo— con la frente y el ego en alto le anuncié mi futuro al 'agradable' señor.
—Oh, eso es bueno— se notaba el cambió de actitud en él—espero que me tenga en cuenta a futuro, podríamos formar un gran equipo usted y yo. Aquí está mi tarjeta, no dude en contactarse conmigo si así lo desea— dándome su tarjeta de presentación, con su información en ella, se despidió de mi por esta noche.
—No se preocupe, lo llamaré de ser necesario— Edward terminó de marcharse mientras yo examinaba su tarjeta.
Sucedido eso, Sam llegó trayendo en sus manos dos copas de champagne.
—¿Quién era? Está super guapo— dijo mirando a la distancia a aquel hombre.
—Es el presidente del grupo Mcford— le comenté sin interés alguno.
—¿Y qué quería? si se puede saber...— Sam es una mujer de negocios pero no sé si estas curiosidades fueron con la finalidad indicada.
—Estoy segura que planeaba comprar mis acciones, pero como he dicho que tomaría mi lugar puso a predisposición su información por si en algún futuro quisiera asociarme con él.
—¿Y aceptaste?— preguntó dirigiendo su mirada hacia otro lugar.
—Le dije que lo llamaría de ser necesario pero la verdad...— no pude terminar de hablar a causa de Sam.
—Esto no puede ser posible— sus palabras denotaban gran negatividad.
—¿Qué? no te he dicho que lo haya considerarlo, tengo que pensarlo, aún ni siquiera he tomado mi puesto de manera oficial— no terminaba de comprender la emoción de sus palabras.
—No, de eso no estoy hablando— Sam me tomó de los hombros para que me diera la vuelta —A eso me refiero.
Lo esperado, sucedió, Sam estaba señalando la entrada por donde acababa de llegar Nicolas. Los murmullos se hicieron presentes en toda la fiesta. Se notaba como las mujeres presentes estaban babeando por él y hablando entre ellas.
"¡Es tan guapo!; ¡Aún no tiene novia!; ¡Creo que termino con su novia porque ella le fue infiel!" cosas como esas se escuchaban por toda la Sala.
—Siento que esta noche será muy larga.
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