Luego de esa tóxica escena de celos, pasé casi toda la noche asustada, pensando en que Nicolas pudiera entrar en cualquier momento y me tomaría a la fuerza en venganza a mis errores de la adolescencia; en lugar de eso, lo encontré dormido a mi lado con una de sus manos rodeando mi cintura en la mañana.
—¡Oye! ¿Qué haces aquí? — pregunté exaltada por esa no esperada situación.
—Jugando ajedrez, Alice...— me respondió irónicamente entre sueños— ¿Qué acaso no es obvio que estoy durmiendo?
—Eso ya lo sé, me refiero en mi habitación, ¿Qué haces en mi habitación?— Tuve que ser especifica para tratar de obtener respuestas concretas. Me quedé en un extremo de la cama y abracé mis piernas mientras él me miraba fijamente.
—Sabes que no voy a comerte, ¿verdad?— ¿Cómo me atrevería a confiar en sus palabras?
—Con lo que hiciste ayer, ya no sé qué pensar de ti— Dicho eso fue como de repente un fuerte olor a alcohol emanó de su piel pero no solo eso, gracias mi sensibilidad a los aromas, fui capaz de percibir un intenso perfume de mujer.
—Hueles horrible— encaré sus acciones indirectamente.
—Resulta, querida esposa, que ayer me enojé bastante contigo y tuve que salir a botar el estrés de una manera u otra— Vaya facilidad con la que lidias con tus problemas.
—Con una mujer— Le repliqué incómoda.
—No... con dos— y todavía tiene el descaro de aclarármelo.
—Que asco me das— no pude expresar mis sentimientos de otra manera mas directa y concisa, las palabras exactas salieron de mi boca.
—¿Sientes celos?— obvias fueron sus intenciones al hacer esto y anunciármelo de esta manera pero no conseguirás lo quieres de mi.
—Siento muchas cosas, pero celos no es una de ellas.
—Se que no es cierto— quiere confundirme de nuevo, pero la realidad si me molesta un poco el hecho de que estuviera con una mujer pero no sé por qué, ya que no no siento nada por él.
—Vayamos a desayunar al jardín, has estado encerrada muchos días, necesitas renovar aires y absorber vitaminas del sol— propuso gentilmente.
—!SI!—Dije con demasiada emoción, la verdad es que mi interés por salir al jardín era sólo por la oportunidad de escaparme que no me brindaba esta habitación.
Mientras nos dirigíamos hacia el jardín, traté de ser lo más amable posible con Nicolas, para que no sospechara de ninguna de mis próximas posibles jugadas.
—Bien, si es lo que mi esposa desea eso deberé de hacer— Así fue como muy dispuesto a sorprenderme y alegrarme, se levantó de su asiento y se dirigió junto al mayordomo dentro de la casa, dejándome a solas, como deseaba.
Después de que Nicolás quedó fuera de mi vista supe que era el momento de huir. La puerta principal estaba muy lejos y era muy probable que me vería uno de los sirvientes si intentaba acércame a ella, por lo que opté por utilizar una de las sillas del comedor exterior y trepar la pared como se me permitiera. Poniendo todo mi esfuerzo y energía en ellos logré llegar a la cima, la verdad es que no quería mirar qué tan alto estaría del otro lado, así que sólo salté y esperé aquello que el destino deparaba para mi, pero cuando caí sentí un gran dolor en uno de mis tobillos, aún así no tenía tiempo para revisarlo, debía dedicarme a correr lo más lejos posible de esta casa y buscar ayuda.
Aunque el dolor era más fuerte que mis acciones, logré encontrar la conexión con una carretera y, caminando con lentitud, comencé a hacer señas a los autos para que se detuvieran a socorrerme. Estaba por perder las esperanzas, nadie se detenía ante mi pedido de ayuda pero fue entonces que un auto se detuvo al lado mío.
—Gracias por detenerse, de verdad necesito su ayuda, un maniático me tenía secuestrada— rápidamente traté de explicarle mi situación aquella amable mujer que había detenido en mi auxilio.
—No se preocupe, señorita, suba, por favor— Fue con el apuro de huir de ese lugar que, al abrir la puerta trasera del auto no logré percatarme de aquella figura que estaba ya dentro del vehículo.
—Debo admitir que eres una gran actriz, Alice, por un momento lograste convencerme de que estás feliz conmigo. ¡SUBANLA DE INMEDIATO!—dada la orden de Nicolas, dos grandes hombres se aproximaron hacia mi por detrás, rápidamente me sujetaron y cargaron en el auto, no pude imponer resistencia alguna dada mi reciente lesión.
—Pu...puedo explicarlo— sabía que las palabras no iban a ser mi salvación pero por lo menos puedo intentar que lo sean.
—No me interesa. Cuando lleguemos a la casa conocerás las consecuencias por engañarme— lo que me esperaba en aquella casa era inimaginable pero debía de hacerme cargo de mis justificadas acciones.
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