Me quedé dormida por un momento en aquella habitación después de tanto llorar, si bien traté realmente de conciliar sueño, desperté en la madrugada por un ruido próximo a la puerta. Luego de un instante, me acerqué como mi curiosidad me dictó, no fue hasta que estuve cerca que esta se abrió y apareció un Nicolas dañado y empapado en sangre, no tuve tienpo de asociar la situación cuando cayó seco contra el piso.
—Nicolas... ¿¿Estás bien??— por más enojo que haya de por medio, no podía ignorarlo en una situación así de grave.
—Perdóname, Alice, por favor... No supe como controlarme— mirándome a los ojos y sujetándose de mi brazo escupió esas, ahora, inútiles palabras.
—Esperame aquí, buscaré ayuda—me safé de su agarre y no dudé en salir corriendo en busca de Kevin, Amanda o cualquiera dispuesto a ayudar mas no hallé a nadie cerca.
Cuando crucé el primer piso en dirección a la cocina vi la puerta de la entrada abierta, seguro Nicolas debió haberla dejado así al entrar en ese estado, era un momento perfecto para salir de esta infernal casa pero aún sabiendo eso, corrí a la cocina en busca de alguien y así pasó.
—Kevin, Nicolas... herido en la... habitación, se ve realmente...—había corrido tan rápido que, en consecuencia, perdí el aliento pero, gracias a Dios, Kevin logró entenderme porque se levantó con prisas a tomar un botiquín que se encontraba en la cocina y traté de seguirle el paso hasta la habitación donde se encontraba Nicolas.
Cuando finalmente llegamos, Kevin entró para curarlo ágilmenteme, sorprendió ver la cara de indiferencia que tenía, como si el verlo así no fuera nada nuevo para él.
—¿Estará bien?— pregunté ansiosa por una respuesta.
—Disculpe, ¿Tiene idea de dónde y cómo está Nicolas?— le pregunté a la ocupada Amanda, cual cargaba junto a ella las bandejas del desayuno.
—Buenos días, señorita Alice. El señor Augier se encuentra en su habitación, ¿Desea que lo llame por usted?
—No, está bien, yo iré hacia él. Muchas gracias.
Me dirigí hacia su habitación y cuando llegué a la puerta titube un poco, no sabía si era correcto entrar y molestarlo después de la noche que tuvo. Aún así, calmé mis pensamientos y golpeé, esperé unos segundos pero no contestaron, quizás le había pasado algo mientras descansaba, así que decidí abrir la puerta y entrar sin aviso. Acción de la que me arrepiento, porque Nicolas no reposaba en su cama cómo lo había pensado sino que estaba apoyado sobre el marco del baño, libre de prendas para ser detallistas.
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