No dejes que el miedo sea tan grande que te impida seguir adelante.
Cristóbal Manckenzie
Que Natalia esté de vuelta es una alegría para mí, tenía tanto tiempo sin verla, está más guapa, es una mujer inteligente y con una sonrisa espléndida ¡Pero no se confundan, yo solo tengo ojos para Bárbara Medina! Mi única obsesión, la mujer que siempre quise en mi camino y que no la voy a dejar ir jamás.
Sea lo que tenga que hacer, así tenga que enfrentar a mi padre con todo y mafia.
Pero necesito mantenerme bien comunicó en el estado que está Bárbara, ella no me quiere decir nada de lo que pasa; porque yo sé que le pasa algo y es malo.
Llamo a mi amigo Fernando quién está custodiando a Bárbara mientras descubro es que lo que pasa.
--Cristóbal ¿Cómo estás?-pregunta enseguida.
--Bien ¿Cómo va todo?-pregunté de inmediato-. Tengo que saber absolutamente todo cuanto antes-le informe.
--Estoy haciendo mi trabajo hermano, tu mujer está muy bien cuidada no te preocupes-dice para tranquilizarme.
--Eso lo sé, pero quiero que me digas ¿Qué has visto? ¿Si la siguen? ¿Si fue algún lugar sospechoso? ¿Alguna llamada desconocida? Dime todo-finalice.
--Si, vi algo raro un hombre a todos los lugares que va, la cara se repite mucho... A Bárbara la están siguiendo constantemente-expresó.
--¡Maldito!-exclamé-. Lo voy matar con mis propias manos-susurré incrédulo.
--Cálmate, no seas impulsivo tenemos que tener un plan. Sabes que tu padre hace lo que sea, pudo haber contactado otras mafias y darle tu información, es un hombre muy astuto y tú, tienes que tener un buen plan para salir ileso-comentó.
--Lo único que me importa es que Bárbara esté lejos de toda esta mierda... De este mundo de mafiosos malditos-agregué furioso conmigo mismo por permitir todo esto.
--Es difícil salir, una vez que entras a las mafias-murmuró.
--Sí, eso me estoy dando cuenta. Pero quiero que sigas vigilando a Bárbara cualquier cosa que pase no dudes en llamarme, porque si le toca un solo dedo se va armar la cuarta guerra mundial...-indiqué.
--Así se habla, amigo-felicidad.
(...)
--Hijo... ¿A qué se debe tu llamada?-pregunta y se nota su felicidad.
Desde que hable con mi amigo no he parado de planear un buen plan para dejar a Bárbara fuera de todo esto. Pero ¿Y si hago lo que dice ese señor? ¿Qué pasará con Bárbara? ¿Conmigo? ¿Me perdonará? Tantas preguntas sin ni una respuesta.
--¿Por qué haces eso?-pregunté-. Ella no te ha hecho nada-grité lleno de ira.
--Pero pareciera que te importa más ella que tu propio padre que solo quiere tu bien, volver es tu única opción ¿Por qué no lo entiendes? Hijo estoy un poco mayor para estar rogando tanto, mi tiempo se está acabando y tú eres el indicado-expuso.
--No me importa nada de tu miserable vida-. Deja a Bárbara tranquila y no voy hacer lo que dices, eso jamás...-advertí.
--¡Está bien! Entonces espera un bonito regalo esta noche a ver si por las malas quieres...-finalizó y cuelga la llamada.
¿Qué trato de decir? ¿Un regalo? ¿Está noche? ¿Qué es? ¿¡Bárbara!? ¿Le va hacer algo a mi Barby?
Voy a la oficina de Bárbara y entro sin tocar pero ella no está. Buscó por todo el escritorio para encontrar una pista de que pueda ser. Y entró una carta con una dirección y es anónimo ¡Bárbara está en peligro!
--¡Rosa! ¡Rosa! ¡Rosa!-exclamé para que venga enseguida a la oficina.
--¿¡Pero que pasa!?-pregunta.
--Shh, voy hablar contigo luego-digo mirándola y me encuentro con el hombre más cerca de mí-. Hola...-respondí.
Y le proporcionó un golpe en su miembro que lo deja sin fuerza y con un dolor de su madre. Corrí hasta dónde está Bárbara y le quite todas las sogas que la sujetaban.
--¡Estas sangrando!-exclamó.
--Estoy bien, tenemos que salir de aquí-indiqué llevándola hacia la salida.
Pero tengo compañía, tres hombres más ¡En Serio! Trato de dejarlos inconsciente pero uno tiene una navaja que la estampa contra mi abdomen no llego hacerme mucho daño porque puse mi mano y envíe la navaja a su cuello. Salimos hasta mi auto y conduzco a toda velocidad hacia mi casa, donde vamos a estar protegidos por esta noche.
Llegamos a mi casa, siento una gran molestia dónde estaba la navaja y está votando un poco de sangre. Nos sentamos en el mueble y trato de no reflejar el dolor que me ocasiona, no quiero preocuparle más de lo que está.
--¿Me puedes explicar qué pasa?-pregunté.
--Yo... sólo quería terminar todo esto, lo siento-murmuró-. Te mentí y mira lo que ocasione pero me llego una dirección y me dijo que sólo quería decirme algo importante respeto a mi madre-explica.
--No pensabas decirme nada, te podrían haber matado ¿Lo sabías? ¡No puedes ir sola a un lugar desconocido!-exclamé.
--¡Perdón! Si, lo siento estaba muy preocupada-agregó.
Me acerco a ella y la abrazo no puedo reprocharle porque ni siquiera le he dicho quién es Cristóbal Manckenzie en realidad. Ella hace presión en mi herida y suelto una pequeña queja.
--¿¡Estás herido!? Estas votando mucho grande-responde escandalizada.
--Voy a estar bien-murmuré sin fuerza-. Solo necesito que te quedes a mi lado, para siempre -digo y unas ganas inmensas de cerrar los ojos me vencen-. Voy a estar bien, necesito descansar es solo eso-le informó cabizbajo y cierro mis ojos.
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