Las manos de Pasha, mientras tanto, comenzaron a acariciar mis pezones. Los dedos de Max continuaron masajeando los agujeros de mi entrepierna, alternando entre ellos y atornillando movimientos en la penetración, como cerrar y abrir el corcho de una botella.
Mi cuerpo temblaba con un pequeño escalofrío por la sensación de euforia, Cerré los ojos, tratando de olvidar lo que estaba pasando y absorber todo el deleite de los placeres que sentía.
- Chica caliente. - Exclamaba mientras me acariciaba la espalda y cachetes de mi culito.
– Me siento tan bien, Max ... no pares ... – Exhalé automáticamente y gemí, poniendo mi cabeza en la ingle de Pasha y jugando con mi lengua con sus genitales.
– ¿Quieres algo más? – Max preguntó con severidad y se congeló por un momento, dejando de acariciar mis agujeros.
- ¡Sí lo quiero mucho!
– Relájate y obtén tu recompensa.
Obedientemente, cerré los ojos y sentí, como la cabeza del pene de Max surcando enérgicamente el espacio entre los labios. El miembro entró inmediatamente en mi vagina que goteaba. Se pegó todo lo que pudo a mí, a la vez que impulsaba su pelvis clavándome más profundamente su verga.
Ya era suyo, ya estaba dentro de mí, ya me tenía ensartado en su joven y dura polla, dispuesto para ser preñado.
Max inmediatamente comenzó a follarme, acelerando el ritmo. La habitación estaba caliente por nuestro movimiento salvaje. Se escucharon nuestros gritos y gemidos comunes.
Yo estaba que me derretía de gusto, lo notaba pegado a mí, sintiendo aquella calorcita que su cuerpo transmitía al contacto con el mío, y como su polla introducida en mi entrepierna, empezaba a deslizarse haciéndome soltar fuertes gemidos.
La emoción atravesó mi cuerpo, gotas de sudor aparecieron en mi espalda. No me olvidé de chuparle la polla a Pasha. Y los tres respiramos profunda y ruidosamente. Mis pechos se balancearon al compás de las embestidas de Max. En mis manos tenía un pepino de Pasha y lo acariciaba con diligencia, a veces chupando la cabeza.
De repente, sentí que una ola de euforia comenzaba a cubrirme. Los chicos también sintieron que se me acercaba un orgasmo. Esta magia se acercaba cada vez más.
– Ahora será lo más interesante, – Continuando follándome, Max habló con dificultad, le costaba respirar. – Ahora tendrás el orgasmo más alto.
Yo no respondí. No supe que decir. Y aparentemente decidió que yo todavía estaba en una ola diferente, sonrió y miró a Pasha. Luego empezó a admirar mi cuerpo, que cayó al abismo de la felicidad sin límites.
– Quiero probar el sexo en trío. Inmediatamente en dos agujeros, – Pasha sugirió.
Seguí tratando de chuparle la polla, pero salió demasiado perezoso. Ya no estaba en condiciones de chupar. Me sentí muy bien, demasiado. Parecía estar redescubriendo el mundo entero por mí mismo.
– deja que la hermanita disfrute el momento. No te apresures, – dijo Max. - Si quieres, puedes follarla ahora.
– Está bien. - Pasha estaba encantado y se acercó a mí.
– Vika, ¿puedes oírme? ¿Vamos a volar, querida? – arrojó mis piernas sobre sus hombros, se inclinó, se llevó las manos a mis pechos y comenzó a acariciarlos.
Luego comenzó a amasarlos y exprimirlos, retorciendo los pezones. Me dolió y me sacudí.
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