Conquista Dominante: Mi Esposo Salvaje romance Capítulo 108

El líder de los matones se retira satisfecho. Dice con maldad:

—Pequeña zorra, deja de insultar.

—Tienes un buen maquillaje —Anita se acerca a Luna con cara triste. Toca la mejilla hinchada de Luna con la mano. Le dice en tono compasivo:

—tenías razón hace un momento. Hoy morirás. Depende de ti estar asqueado y morir o ser asesinado.

Levanta la mano para darle una bofetada a Luna. Si le da una bofetada a Luna, sus mejillas sangrarán.

Luna cierra los ojos pero Anita no la abofetea. Levanta la mano y se frota el pelo. Le sonríe a Luna con esa cara de asco.

—Está bien. No lo haré. Me va a doler.

—Pégale.

—DE ACUERDO.

El líder de los matones silba, y al segundo siguiente, varios matones entran corriendo por la puerta.

Miran a Luna con lascivia. Sus ojos son como los de las bestias cuando hacen presa. Es espeluznante.

Luna escucha las palabras lascivas del líder de los matones:

—He oído que tienes un bebé en el estómago. Mis hermanos están aquí para servirte esta noche. Primero matarán a tu bebé y luego a ti.

Todos se ríen cuando termina. La risa traicionera de Anita es la más dura.

¡Hasta un tonto sabe lo que va a pasar!

Luna no puede evitar temblar.

¿Es esto lo que deben hacer los seres humanos? ¡Qué locura es Anita para hacer algo así!

Luna mira fijamente la cara de Anita que está distorsionada por su exceso de excitación. No conoce realmente a Anita hasta hoy.

¡No tiene humanidad!

Varios matones se acercan y están a punto de ponerle las manos encima a Luna. En el momento crítico, Luna grita:

—¡Espera!

Al oír esto, Anita agita la mano. Los matones escupen y gritan:

—Perra, date prisa. No nos decepciones.

Pero no se atreven a desobedecer las órdenes de Anita y retroceden.

Anita levanta la mano y se mira las uñas. No mira a Luna y dice con arrogancia:

—¿Qué quieres decirme?

En este momento es muy arrogante porque tiene la última palabra.

Luna mira fijamente a Anita. Ve a través de su vanidad y su asqueroso deseo. Ella dice:

—quieres ser la esposa de Emilio. Te lo concedo. Mientras me dejes ir, me divorciaré de Emilio inmediatamente.

—¿Dejar que te vayas? Ha-ha. ¿Has oído lo que ha dicho? —Anita finge estar muy sorprendida. Se queda mirando y se ríe:

—¡Luna! No sólo quiero ser la esposa de Emilio en este momento. ¡Quiero que te mueras! ¡No puedes vivir hasta mañana!

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