Conquista Dominante: Mi Esposo Salvaje romance Capítulo 109

Juan sostiene suavemente a Luna. Sonríe y dice suavemente:

—Cariño, por fin nos encontramos de nuevo. ¿Sabes cuánto te extraño?

Pero cuando Juan ve los moratones y las mejillas magulladas y sangrantes de Luna, sus ojos están tan fríos que se le cae el hielo.

Anita sigue aullando:

—¡Juan! ¡No puedes hacerme eso! ¡He hecho mucho por ti! No me mates!

Juan está furioso. Se dirige a la puerta con Luna en brazos. Su rostro es frío y sanguinario. Dice a sus hombres:

—matarla.

—¡No, Juan! ¡Si te atreves a matarme, serás castigado! ¡Te arrepentirás! Morirás miserablemente. ¡Ah!

Anita suelta un grito. Toda la casa vacía se queda en silencio.

Se hace el silencio alrededor.

A la mañana siguiente, cuando Luna se despierta, se encuentra en una habitación extraña.

La primera reacción de Luna es palparse el estómago. Siente a su bebé vivo. Se siente aliviada.

Luna comienza a mirar a su alrededor. Recuerda lo que pasó antes de desmayarse. Anita era muy cruel y quería matarla. La golpeó. Pero ahora yace aquí en paz. ¿Qué ha pasado?

¿Quién la ha salvado?

¿Es Emilio?

¡Pero ella nunca había venido a esta extraña habitación!

Luna mira a su alrededor. La habitación le parece especialmente bonita. Es como un jardín de invernadero. Hay todo tipo de flores y plantas raras y extrañas a su alrededor. Hay una cama en el centro de la habitación. La habitación está rodeada de paredes blancas. Lo que más sorprende a Luna es el cristal transparente del techo.

Cuando duermes por la noche, seguro que puedes ver estrellas por todo el cielo. La escena es increíblemente hermosa.

—¿Se ve bien? —Una voz baja y magnética suena de repente.

Luna se sobresalta. Mira hacia atrás y ve a un hombre guapo y maduro en la puerta. Él la mira con una sonrisa.

Luna ve por primera vez a un hombre tan guapo, pero no se deja tentar. Hace preguntas clave:

—¿Quién eres tú? ¿Por qué estoy aquí?

Juan mira a Luna que le observa con recelo. Se ríe y recuerda:

—la subasta.

¿Subasta?

Luna recuerda lo que ocurrió aquella noche en la subasta. No sabe quién llevaba la máscara de plata esa noche y gastó 30 millones para comprarla.

Compara al hombre de esa noche con el guapo que tiene delante. Son muy parecidos.

—¿Tú? —Luna no está segura.

—Sí, soy yo —Juan sonríe con confianza. Admira el rostro de Luna con satisfacción. Es algo muy agradable para él.

Luna no se siente bien. ¿Por qué el hombre la trae aquí?

—¿Me salvaste y me trajiste aquí?

Luna mira fijamente a Juan, tratando de ver algo en su rostro.

Luna está sentada en la cama. Sus mejillas están casi recuperadas, pero su cara ligeramente abultada la hace muy adorable. Y ella apenas se despierta y no abre los ojos completamente. Su aspecto ligeramente somnoliento hace que quiera burlarse de ella.

Juan resiste el impulso de acercarse y tocarle la cara. Se apoya en la puerta y le sonríe. Dice algo que casi hace que Luna escupa sangre.

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