—¿Oh? —Emilio piensa un rato y asiente con satisfacción. La elogia:
—Bien hecho. Sigue trabajando.
Luna recibe la aprobación de Emilio.
—Gracias por tu cumplido —Luna asiente y piensa en algo. Le recuerda:
—Es casi la hora de comer. ¿Quieres comer en la empresa o fuera?
Emilio mira su trabajo. Frunce el ceño y dice:
—hoy almuerzo en la empresa.
—Sí, presidente.
Luna sale inmediatamente de la oficina y hace un pedido. Menos de diez minutos después, un hombre sube con una caja. Luna se sorprende. Es eficiente.
El hombre deja la caja en el suelo. Luna la recoge y se dispone a ir al despacho de Emilio. Pero el hombre la detiene.
—Señorita, por favor, espere.
—¿Ah? —Luna mira hacia atrás y pregunta— ¿Qué pasa?
—¡Todavía no has pagado! —El hombre sonríe y dice— quizás eres nuevo aquí. Tienes que pagar en efectivo en el momento.
—...
¿Qué?
Luna le mira sorprendida. ¿El restaurante no trabaja con la empresa y se va a fin de mes?
—Lo siento. Por favor, espere un poco. Te daré el dinero —Luna deja la caja y quiere coger su bolso. Pero cuando llega a la mitad del camino, de repente piensa en algo.
Ayer bajó del avión y fue directamente al hotel a registrarse. No ha ido al banco a por el dinero. Ahora no tiene euros. Sólo tiene unos pocos euros.
Luna retira la mano avergonzada y sonríe. Parpadea y tose:
—¿Aceptan euros?
—¿Ah? —El hombre está un poco sorprendido. Su boca se mueve.
—¿Estás bromeando?
¡No estoy bromeando!
Luna está indefensa. Ella tiene que decir:
—Espera. Encontraré algo de dinero para ti.
Luna abre una puerta a voluntad y entra directamente.
¿Dónde debe buscar euros? Acaba de llegar a la empresa. ¡No es bueno pedir dinero prestado a los demás!
Luna está pensando cuando de repente suena una voz magnética. El hombre dice:
—¿Qué te pasa?
Luna se sorprende al escuchar la voz. Inmediatamente mira a Emilio y se da cuenta de que ¡ha abierto accidentalmente la puerta del despacho de Emilio!
—Nada, presidente. Me he equivocado de puerta —Luna está avergonzada, pero intenta mantener una sonrisa tranquila en su rostro.
Quiere abrir la puerta y salir, pero en cuanto se abre, vislumbra al hombre que espera fuera.
Al ver esto, Emilio no puede evitar sentirse divertido:
—¿Qué ha pasado? ¿Quién está ahí fuera?
—...
Luna se queda sin palabras.
—Sí, es pobre, así que ahora necesita cien euros. Por favor, préstele el dinero, presidente.
Luna está avergonzada pero mira lastimosamente a Emilio.
—Ya veo —Emilio susurra y se encoge de hombros:
—Hay doscientos euros sobre la mesa. Tómalos. No tienes que devolverlos.
—Gracias, presidente —Luna mira el escritorio de Emilio y descubre que hay doscientos euros sobre él. Inmediatamente sale de debajo de su hombro y va a buscar el dinero.
Pero cuando la mano de Luna toca el dinero, Emilio dice con voz magnética:
—¿Por qué no se ha entregado el almuerzo hoy? Ya debería haber sido entregada.
A Luna le tiemblan las manos y se sonroja inmediatamente. ¡Emilio es una molestia!
—Quizá esté ahí fuera. Saldré a echar un vistazo. No se preocupe, presidente —Luna coge el dinero y quiere darse la vuelta. No puede quedarse aquí.
Emilio asiente y vuelve a su mesa. Dice suavemente:
—No estoy preocupado. ¡Sólo espero que seas honesto y no me digas una mentira que se verá a través de un vistazo! ¡No necesito una secretaria idiota!
—...
Luna abre la puerta para salir. Se detiene. Maldita sea. Se encuentra con él. ¡Eres un idiota! ¡Tu familia es idiota! ¡Maldito idiota!
—Ya veo. Presidente, ¡no haré eso en el futuro! —Luna aprieta los dientes y dice. Ella regaña a Emilio en su corazón.
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